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jueves, 6 de marzo de 2025

Galeano: Un químico alemán derrotó a los vencedores de la guerra del Pacífico

Por Eduardo Galeano

La historia del salitre, su auge y su caída, resulta muy ilustrativa de la duración ilusoria de las prosperidades latinoamericanas en el mercado mundial: el siempre efímero soplo de las glorias y el peso siempre perdurable de las catástrofes.

A mediados del siglo pasado, las negras profecías de Malthus planeaban sobre el Viejo Mundo. La población europea crecía vertiginosamente y se hacía imprescindible otorgar nueva vida a los suelos cansados para que la producción de alimentos pudiera aumentar en proporción pareja. El guano reveló sus propiedades fertilizantes en los laboratorios británicos; a partir de 1840 comenzó su exportación en gran escala desde la costa peruana. Los alcatraces y las gaviotas, alimentados por los fabulosos cardúmenes de las corrientes que lamen las riberas, habían ido acumulando en las islas y los islotes, desde tiempos inmemoriales, grandes montañas de excrementos ricos en nitrógeno, amoníaco, fosfato y sales alcalinas: el grupo se conservaba puro en las costas sin lluvia de Perú*.

    * Ernst Samhaber, Sudamérica, biografía de un continente, Buenos Aires, 1946. Las aves guaneras son las más valiosas del mundo, escribía Robert Cushman Murphy mucho después del auge, “por su rendimiento en dólares por cada digestión”. Están por encima, decía, del ruiseñor de Shakespeare que cantaba en el balcón de Julieta, por encima de la paloma que voló sobre el arca de Noé y, desde luego, de la triste golondrina de Bécquer.

Poco después del lanzamiento internacional del guano, la química agrícola descubrió que eran aún mayores las propiedades nutritivas del salitre, y en 1850 ya se había hecho muy intenso su empleo como abono en los campos europeos. Las tierras del viejo continente dedicadas al cultivo del trigo, empobrecidas por la erosión, recibían ávidamente los cargamentos de nitrato de soda provenientes de las salitreras peruanas de Tarapacá y, luego, de la provincia boliviana de Antofagasta. Gracias al salitre y al guano, que yacían en las costas del pacífico «casi al alcance de los barcos que venían a buscarlos», el fantasma del hambre se alejó de Europa.

La oligarquía de Lima, soberbia y presuntuosa como ninguna, continuaba enriqueciéndose a manos llenas y acumulando símbolos de su poder en los palacios y los mausoleos de mármol de Carrara que la capital erguía en medio de los desiertos de arena. Antiguamente a costa de la plata de Potosí, y ahora pasaban a vivir de la mierda de los pájaros y del grumo blanco y brillante de las salitreras. Perú creía que era independiente, pero Inglaterra había ocupado el lugar de España. «El país se sintió rico–escribía Mariátegui-. El Estado usó sin medida de su crédito. Vivió en el derroche, hipotecando su porvenir a las finanzas inglesas». En 1868, según Romero, los gastos y las deudas del Estado ya eran mucho mayores que el valor de las ventas al exterior. Los depósitos de guano servían de garantía a los empréstitos británicos, y Europa jugaba con los precios; la rapiña de los exportadores hacía estragos: lo que la naturaleza había acumulado en las islas a lo largo de milenios se maltrataba en pocos años. Mientras tanto, en las pampas salitreras, cuenta Bermúdez, los obreros sobrevivían en chozas «miserables, apenas más altas que el hombre, hechas con piedras, cascotes de caliche y barro, de un solo recinto».

La explotación del salitre rápidamente se entendió hasta la provincia boliviana de Antofagasta, aunque el negocio no era boliviano sino peruano y, más que peruano, chileno. Cuando el gobierno de Bolivia pretendió aplicar un impuesto a las salitreras que operaban en su suelo, los batallones del ejército de Chile invadieron la provincia para no abandonarla jamás.

Hasta aquella época, el desierto había oficiado de zona de amortiguación para los conflictos latentes entre Chile, Perú y Bolivia. El salitre desencadenó la pelea. La guerra del pacífico estalló en 1879 y duró hasta 1883. las fuerzas armadas chilenas, que ya en 1879 habían ocupado también los puertos peruanos de la región del salitre, Patillos, Iquique, Pisagua, Junín, entraron por fin victoriosas en Lima, y al día siguiente la fortaleza del Callao se rindió.

La derrota provocó la mutilación y la sangría de Perú. La economía nacional perdió sus dos principales recursos, se paralizaron las fuerzas productivas, cayó la moneda, se cerró el crédito exterior*. El colapso no trajo consigo, advertiría Mariátegui, una liquidación del pasado: la estructura de la economía colonial permaneció invicta, aunque faltaban sus fuentes de sustentación. Bolivia, por su parte, no se dio cuenta de lo que había perdido con la guerra: la mina de cobre más importante del mundo actual, Chuquicamata, se encuentra precisamente en la provincia, ahora chilena, de Antofagasta. Pero, ¿y los triunfadores?

    * Perú perdió la provincia salitrera de Tarapacá y algunas importantes guaneras, pero conservó los yacimientyo de guano de la costa norte. El guano seguía siendo el fertilizante principal de la agriculatura peruana, hasta que a apartir de 1960 el auge de la harina de pescado aniquiló a los alcatraces y a las gaviotas. Las empresas pesqueras, en su mayoría norteamericanas, arrasaron rápidamente los bancos de anchovetas cercanos a la costa, para alimentar con harina peruana a los cerdos y aves de Estados Unidos y Europa, y los pájaros guaneros salían a perseguir a los pescadores, cada vez más lejos, mar afuera. Sin resistencia para el regreso, caían al mar. Otros no se iban, y así podían verse, en 1962 y en 1963, las bandadas de alcatraces persiguiendo comida por la avenida principal de Lima: cuando ya no podían levantar vuelo, los alcatraces quedaban muertos en las calles.

El salitre y el yodo sumaban el cinco por ciento de las rentas del Estado chileno en 1880; diez años después, más de la mitad de los ingresos fiscales provenían de la expropiación de nitrato desde los territorios conquistados. En el mismo período las inversiones inglesas en Chile se triplicaron con creces: la región del salitre de convirtió en una factoría británica. Los ingleses se apoderaron del salitre utilizando procedimientos nada costosos. El gobierno de Perú había expropiado las salitreras en 1875 y las había pagado con bonos; la guerra abatió el valor de estos documentos cinco años después, a la décima parte.

Algunos aventureros audaces, como John Thomas North y su socio Robert Harvey, aprovecharon la coyuntura. Mientras los chilenos, los peruanos y los bolivianos intercambiaban balas en el campo de batalla, los ingleses se dedicaban a quedarse con los bonos, gracias a los créditos que el banco de Valparaíso y otros bancos chilenos les proporcionaban sin dificultad alguna. Los soldados estaban peleando para ellos, aunque no lo sabían. El gobierno chileno recompensó inmediatamente el sacrificio de North, Harvey, Inglis, James, Bush, Robertson y otros laboriosos hombres de empresa: en 1881 dispuso la devolución de las salitreras a sus legítimos dueños, cuando ya la mitad de los bonos había pasado a las manos brujas de los especuladores británicos. No había salido ni un penique de Inglaterra para financiar este despojo.

Al abrirse la década del '90, Chile destinaba a Inglaterra las tres cuartas partes de sus exportaciones, y de Inglaterra recibía casi la mitad de sus importaciones; su dependencia comercial era todavía mayor que la que por entonces padecía la India. La guerra había otorgado a Chile el monopolio mundial de los nitratos naturales, pero el rey del salitre era John Thomas North.

Una de sus empresas, la Liverpool Nitrate Company, pagaba dividendos del cuarenta por ciento. Este personaje había desembarcado en el puerto de Valparaíso, en 1866, con sólo diez libras esterlinas en el bolsillo de su viejo traje lleno de polvo; treinta años después, los príncipes y los duques, los políticos más prominentes y los grandes industriales se sentaban a la mesa de su mansión en Londres. North se había afiliado, como correspondía a un caballero de sus quilates, al Partido Conservador y a la Logia Masónica de Kent. Lord Dorchester, Lord Randolph Churchill y el Marqués de Stockpole asistían a sus fiestas extravagantes, en las que North bailaba disfrazado de Enrique VIII. Mientras tanto, en su lejano reino del salitre, los obreros chilenos no conocían el descanso los domingos, trabajaban hasta dieciséis horas por día y cobraban sus salarios con fichas que perdían cerca de la mitad de su valor en las pulperías de las empresas.

Entre 1886 y 1890, bajo la presidencia de José Manuel Balmaceda, el Estado chileno realizó, dice Ramírez Necochea, «los planes de progreso más ambiciosos de toda su historia». Balmaceda impulsó el desarrollo de algunas industrias, ejecutó importantes obras públicas, renovó la educación, tomó medidas para romper el monopolio de la empresa británica de ferrocarriles en Tarapacá y contrató con Alemania el primer y único empréstito que Chile no recibió de Inglaterra en todo el siglo pasado. En 1888 anunció que era necesario nacionalizar los distritos salitreros mediante la formación de empresas chilenas, y se negó a vender a los ingleses las tierras salitreras de propiedad del estado. Tres años más tarde estalló la guerra civil.

North y sus colegas financiaron con holgura a los rebeldes* y los barcos británicos de guerra bloquearon la costa de Chile, mientras en Londres la prensa bramaba contra Balmaceda, «dictador de la peor especie», «carnicero». Derrotado, Balmaceda se suicidó. El embajador inglés informó al Foreing Office: «La comunidad británica no hace secretos de su satisfacción por la caída de Balmaceda, cuyo triunfo, se cree, habría implicado serios perjuicios a los intereses comerciales británicos». De inmediato se vinieron abajo las inversiones estatales en caminos, ferrocarriles, colonización, educación y obras públicas a la par que las empresas británicas extendían sus dominios.

    * El congreso encabezaba la oposición al presidente, y era notoria la debilidad que muchos de sus miembros sentían por las libras esterlinas. El soborno de chilenos era, según los ingleses, “una costumbre del país”. Así lo definió en 1897 Robert Harvey, el socio de North, durante el juicio que algunos pequeños accionistas entablaron contra él y otros directores de The Nitrate Railways Co. Explicando el desembolso de cien mil libras con fines de soborno, dijo Harvey: “La administración pública en Chile, como Ud. sabe, es muy corrompida ... No digo que sea necesario cohechar jueces, pero creo que muchos miembros del Senado, escasos de recursos, sacaron algún beneficio de parte de ese dinero a cambio de sus votos; y que sirvió para impedir que el gobierno se negara en absoluto a oír protestas y reclamaciones ...” (Hernán Ramírez Necochea, Balmaceda y la contrarrevolución de 1891, Santiago de Chile, 1969).

En vísperas de la primera guerra mundial, dos tercios del ingreso nacional de Chile provenían de la exportación de los nitratos, pero la pampa salitrera era más ancha y ajena que nunca. La prosperidad no había servido para desarrollar y diversificar el país, sino que había acentuado por el contrario, sus deformaciones estructurales. Chile funcionaba como un apéndice de la economía británica: el más importante proveedor de abonos del mercado europeo no tenía derecho a la vida propia. Y entonces un químico alemán derrotó, desde su laboratorio, a los generales que habían triunfado, años atrás, en los campos de batalla. El perfeccionamiento del proceso Haber-Bosch para producir nitratos fijando el nitrógeno del aire, desplazó al salitre definitivamente y provocó la estrepitosa caída de la economía chilena. La crisis del salitre fue la crisis de Chile, honda herida, porque Chile vivía del salitre y para el salitre –y el salitre estaba en manos extranjeras.

En el reseco desierto de Tamarugal, donde los resplandores de la tierra le queman a uno los ojos, he sido testigo del arrasamiento de Tarapacá. Aquí había ciento veinte oficinas salitreras en la época del auge, y ahora sólo queda una oficina en funcionamiento. En la pampa no hay humedad ni polillas, de modo que no sólo se vendieron las máquinas como chatarra, sino también las tablas de pino de Oregón de las mejores casas, las planchas de calamina y hasta los pernos y los clavos intactos. Surgieron obreros especializados en desarmar pueblos: eran los únicos que conseguían trabajo en estas inmensidades arrasadas o abandonadas. He visto los escombros y los agujeros, los pueblos fantasmas, las vías muertas de la Nitrate Railways, los hilos ya mudos de los telégrafos, los esqueletos de las oficinas salitreras despedazadas por el bombardeo de los años, los cruces de los cementerios que el viento frío golpea por las noches, los cerros blanquecinos que los desperdicios del caliche habían ido irguiendo junto a las excavaciones. «Aquí corría el dinero y todos creían que no se terminaría nunca», me han contado los lugareños que sobreviven. El pasado parece un paraíso por oposición al presente, y hasta los domingos, que en 1889 todavía no existían para los trabajadores, y que luego fueron conquistados a brazo partido por la lucha gremial, se recuerdan con todos los fulgores: «Cada domingo en la pampa salitrera –me contaba un viejo muy viejo- era para nosotros una fiesta nacional, un nuevo dieciocho de septiembre cada semana» Iquique, el mayor puerto del salitre, «puerto de primera» según su galardón oficial, había sido el escenario de más de una matanza de obreros, pero a su teatro municipal, de estilo belle époque, llegaban los mejores cantantes de la ópera europea antes que a Santiago.

Fuente: Galeano, Eduardo. Las venas abiertas de América Latina. Siglo XXI Editores, 1971.

lunes, 3 de marzo de 2025

CDS - Protocolos C, E y F

Por Andreas Kalcker

Contenido

Manual de uso de los protocolos

Leer prímero

En este capítulo vamos a hablar de los protocolos que se utilizan en el uso del dióxido de cloro. Podemos encontrar por Internet muchas versiones de los protocolos. Mi intento aquí es poner un poquito de orden, creando un nuevo sistema eficaz y simple, descartando la información que haya quedado antigua y desfasada y evitando las confusiones que causan problemas y desinformación.

AVISO LEGAL: Este documento no representa una recomendación de tratamientos médicos, es una recopilación de datos de voluntarios de autosuministro, y debe servir como base para una futura investigación clínica universitaria profesional.

    Quiero remarcar que ya no utilizamos el ácido cítrico al 50% como activador, ya que es demasiado fuerte pues la solución resultante tiene un pH demasiado ácido, facilitando el crecimiento de ciertas bacterias oportunistas como Citrobacter, que se nutren del citrato sobrante de la reacción. El ácido cítrico también es el causante de una sobre acidificación del intestino, habiendo causado diarreas en el pasado. Al ser un ácido lento, no es tan eficaz como el ácido clorhídrico al 4%, y además el ácido clorhídrico es el ácido que tenemos en el estómago por naturaleza.

Recuerde que la mezcla de los dos componentes, clorito sódico con el ácido clorhídrico, nunca se ingiere ni sólo, ni directamente. Ambos componentes se deben activar en un vaso seco, esperando que la reacción los transforme en color amarillo ámbar. Esto puede durar según la temperatura exterior de 30 segundos a un minuto. El color amarillo ámbar nos indica que la mezcla esta lista para que se añada el agua. Nunca se utiliza de manera concentrada. Deben mezclarse a partes iguales uno y otro, pues se guardan cada uno en su botella. La relación de la mezcla con el activador es de 1:1, es decir una gota de ácido clorhídrico al 4% con una gota de clorito sódico al 25%.

Normalmente, el tratamiento es más efectivo si se utiliza en dosis pequeñas, que si lo hacemos en dosis grandes por la mañana y por la noche.

En caso que aparezcan mareos, náuseas o diarrea, simplemente se debe reducir la dosis. Hay que evitar la ingestión de vitamina C u otros antioxidantes, ya que anulan la eficacia del dióxido de cloro. Significa que el dióxido de cloro reaccionaría con la vitamina C, en vez de reaccionar con los microbios ácidos del cuerpo.

Los protocolos que se usan en cada caso deben ser dinámicos y adaptables para cada persona, ya que no es lo mismo una persona entrenada, capaz de soportar estrés oxidativo, que una persona muy enferma, con quien hay que empezar muy poco a poco. Por regla general podemos decir que se empieza con la dosis mínima subiéndola paulatinamente. Yo he recibido miles de e-mails preguntándome qué dosis hay que utilizar para esta o aquella enfermedad.

    La respuesta es: la dosis más alta que te haga sentir bien.

Para evitar equivocaciones: CADA persona que vaya a utilizar CD debe saber con exactitud cómo preparar las dosis. Si usted se lo enseña a alguien, debe asegurarse de que esa persona lo prepare al menos una vez ante sus ojos, para comprobar que no hay equivocaciones en el proceso.

Materiales de preparación:

¡¡¡NUNCA UTILIZAR RECIPIENTES DE METAL!!!

1. Clorito de Sodio al 25%.

2. Ácido Clorhídrico al 4%.

3. Agua mineral o destilada.

Fig. 25: Gotero y bote de cristal

4. Botellas PP/HDPE/PE con gotero oftalmológico. Todos estos materiales son resistentes y soportan alta alcalinidad y acidez (pH 13 / pH 1).

5. Utilizaremos recipientes de cristal para la mezcla. No se utiliza goteros de goma. El pH es muy alto y degrada la goma (foto).

Clases de microbios

Cada microbio debe tratarse según su naturaleza, se puede generalizar de la siguiente manera:

    1. Virus: múltiples dosis pequeñas, por su capacidad reproductiva rápida.

    2. Bacterias: dosis mayor, más espaciada.

    3. Hongos: protocolos con persistencia, compruebe si hay parásitos.

    4. Eliminar metales: requieren dosis altas durante tiempo.

    5. Intoxicación: sorbos pequeños cada pocos minutos.

    6. Parásitos: dosis altas. Una semana de mantenimiento como mínimo.

Reglas generales: (Advertencias y Contraindicaciones)

    Cuanto más enferma se encuentre la persona a ser tratada, más lento debe ser el aumento de la dosis.

1. Hay que recordar que la inhalación masiva es tóxica, así que se debe evitar su respiración prolongada directa.

2. Como posible interacción (medida preventiva), hay que tener en cuenta el uso de los anticoagulantes (Sintrom-warfarina, heparina, etc...). El dióxido de cloro no aumenta la dilución de la sangre directamente, sino que aumenta la carga eléctrica en las membranas de los hematíes, haciendo que se repelan entre sí, cosa que se refleja en el índice de la medición.

3. En el caso de estar tomando un medicamento para una enfermedad "crónica", muchos voluntarios han experimentado tal mejora que han podido reducir la dosis del medicamento paulatinamente, comprobando a menudo los niveles de medición (medicación para la hipertensión, diabetes.).

4. Algunas personas informan acerca de síntomas parecidos a los de un resfriado cuando se utiliza CD. Esto puede producirse por microbios encapsulados en la mucosidad de la nariz o los pulmones de un resfriado anterior, llamado "biofilm". Los gérmenes a veces se encapsulan en el moco endurecido pero siguen vivos. El gas ClO2 es conocido en la industria de saneamiento de aguas, ya que es capaz de eliminar este biofilm, debilitando el moco y los antiguos gérmenes del resfriado.

5. Hay que recordar que el dióxido de cloro funciona como oxígeno al fuego, muy poco no sirve y demasiado puede provocar una reacción muy fuerte, así que experimente y decida por usted mismo, escuchando a su cuerpo. No se debe forzar nada. Si ha iniciado un protocolo y tiene algún indicativo de algo que no le hace sentir bien —no hay que confundir tampoco con las crisis curativas, que muchas veces parecen efectos adversos cuando en realidad el cuerpo ha iniciado el camino hacia la recuperación— debe disminuir la dosis hasta que los efectos negativos desaparezcan y luego continuar con la pauta. Ajuste la dosis para tomarla con comodidad. La finalidad es que no se aborrezca. No se acelera el proceso de curación tomando más de lo que se debería.

6. Mucha gente también pregunta cuánto tiempo se puede utilizar el dióxido de cloro. Esto depende de la enfermedad y de la dosis. En dosis pequeñas no debe haber problemas ni siquiera a muy largo plazo, como indican las pruebas clínicas obtenidas con ratones y abejas durante dos años. De hecho, el residuo que deja el dióxido de cloro es oxígeno y unos pocos miligramos de sal, que el cuerpo los absorbe, es inocuo incluso para personas a quienes la sal está desaconsejada.

7. Se puede utilizar el tiempo que cada uno lo vea necesario. En teoría toda la vida, pero tampoco veo razón para esto. Hay que escuchar el cuerpo y cuando está mal podemos recurrir al dióxido de cloro, para ayudarle en su recuperación, aportando oxígeno a todas las zonas ácidas y enfermas.

8. Una dosis alta de CD en ayunas puede causar vómito. El clorito sódico (NaClO2) acidificado (= activado) provoca una segunda reacción en el estómago, a diferencia del CDS. Hay que estudiar bien el caso, para saber qué protocolo es el que se aplica según la urgencia del caso. En casos sensibles siempre se debe empezar con CDS.

9. Activado con ácido cítrico puede provocar en personas sensibles acidosis intestinal y malestar, Citrobacter y algunos hongos. (ver Capítulo 5).

10. Tener en cuenta el estado, peso y edad de la persona.

11. La equivalencia de ingestión entre el CD (MMS) y el CDS aproximada, se ha establecido en 1 ml de CDS = 1 gota de CD (MMS) activada. Aunque científicamente no es del todo correcto, se establece así teniendo en cuenta la reacción secundaria en el estómago.

12. Antes de iniciar cualquier protocolo, comprobamos primero la compatibilidad para evitar efectos adversos. Para esto, se mezcla una gota de clorito sódico (al 25%) con una gota de ácido clorhídrico (al 4%), se espera un minuto hasta que esté amarillo ámbar y se añaden 100 ml de agua y posteriormente se ingiere. Si durante las próximas dos horas no hay efectos adversos, se puede iniciar el protocolo.

En caso de sobre-dosificación:

    • Se puede tomar unos vasos de agua con bicarbonato o zumo licuado de unas manzanas frescas.

    • Seguir protocolo establecido.

En caso de malestar:

    • Puede ocurrir que CD destruya microbios más deprisa de lo que el organismo puede eliminar.

    • Volver a la dosis del día anterior o reducir más.

El malestar puede estar ocasionado por:

    1. La gran cantidad de microbios que se eliminan al mismo tiempo.

    2. La toxicidad propia que los microbios en sí vuelcan sobre el sistema.

Algunos efectos secundarios manifestados:

    • Malestar general, cansancio (mayor que el que provoca la propia enfermedad), náuseas, diarrea, vómito en algún caso.

Una cosa muy diferente es cuando la enfermedad requiere cantidades muy altas de CD, lo que sucede cuando se trata de una enfermedad terminal, grave, o de difícil recuperación. Hasta la fecha no existen indicios reportados de efectos negativos enzimáticos o de oxidación de minerales esenciales.

En todo caso hay algunas personas que han hecho como rutina, cada una o dos semanas un día de pausa, tomando fruta durante ese día de abstención. Otras personas utilizan protocolos de tres semanas con una semana de descanso, para luego hacer otras tres semanas consecutivas.

En mi opinión, esto es válido, ya que hay que escuchar qué es lo que nos pide el cuerpo, la idea es mejorar y no forzar porque sí.

QUÉ NO COMER NI BEBER:

    1. Espaciar todas las dosis 1/2 hora de las comidas y 1 ó 2 horas de los medicamentos.

    2. Zumo antioxidantes esperar mínimo 4 horas, mejor evitar.

    3. Preferentemente, no mezclar CD con: café, alcohol, bicarbonato, vitamina C, ácido ascórbico, zumo de naranja, conservantes o suplementos (antioxidantes), aunque no suelen hacer interacción, pueden neutralizar la eficacia del dióxido de cloro.

Cuestiones de sabor:

Para disimular su sabor, sobre todo su olor:

    • El CDS apenas sabe y es fácil de tomar. El ácido del activador debe ser ácido clorhídrico (HCl) al 4%.

    • Tomarlo desde una botella para evitar evaporación del gas en la nariz.

    • Tomarlo frío. Por debajo de 11 °C, el gas de dióxido de cloro no evapora.

    • Ponerle un chorrito de cola.

    • Mezclarlo con leche de arroz (biberón, vaso).

    • Poner 1/4 de agua de mar y el resto agua mineral.

    • Zumos de frutas no los recomiendo, ya que merman la eficacia por sus antioxidantes naturales.

Protocolo C. CDS (antiguo protocolo 101)

El protocolo C, o protocolo CDS, es un protocolo universal, apto para la mayoría de los tratamientos, fácil de realizar y prácticamente carece de efectos secundarios no deseados, con lo cual sería el recomendado para la mayoría de los tratamientos.

El protocolo C consiste en tomar 1 ml de CDS 0,3% (= 3000 ppm) diluido en agua cada hora, durante 10 veces al día (por esta razón en algunos lugares también es llamado protocolo 110).

    • Se añaden 10 ml de CDS 3000 ppm (o 100 ml de CDS 300 ppm) a 1 litro de agua, por día y se toma cada hora una parte, hasta terminar el contenido de la botella (de 8 a 12 tomas).

    • En caso de enfermedad grave o peligro para la vida debe elevarse la dosis, lenta y progresivamente, en dosis separadas, tomadas a lo largo del día y según como se sienta, llegando hasta 30 ml por litro de agua.

    • Si fuera necesario tomar más, hay que preparar otra botella de agua. Debe reducirse la dosis si se siente malestar o náuseas. No se deben superar 80 ml en 12 tomas diarias (6 ml/h para 100 kg).

    La duración del tratamiento sería el tiempo necesario, hasta que se sienta recuperado.

El protocolo C es el que se utiliza para poder tratar la mayoría de las enfermedades y también para hacer una limpieza general de toxinas o "détox". Es también un procedimiento de desintoxicación, probablemente el más eficaz que se conoce. Hasta la fecha no da problemas de efectos secundarios o interacciones indeseadas, y no suele causar diarrea.

Si se están tomando otros medicamentos, debe mantener una distancia prudencial de tiempo, de una a dos horas, para que no se pierda la eficacia del CDS.

Se puede añadir M parte de agua de mar, en caso de desmineralización.

Resumen protocolo C:

CDS/día

Tomas diarias (1 Litro de agua)

Dosis por hora

Limpieza general

10 ml

10 tomas

1 ml

Enfermedad grave

30 ml

10 tomas

3 ml

Casos extremos

80 ml

12 tomas

6,7 ml

Protocolo E. Enemas

El protocolo E, o protocolo Enemas, es uno de los protocolos más eficaces aparte de la ingestión, ya que permite absorber el dióxido de cloro a través de las paredes del colon, que a su vez lo llevan por la vena porta directamente al hígado, y por lo tanto está muy indicado para todos los problemas hepáticos, enfermedades crónicas, intoxicaciones, diverticulitis, eliminación de parásitos y mucosidades dañinas intestinales.

Las gotas se activan siempre en relación 1:1.

Procedimiento:

    1. Utilizar un kit de irrigación. Suelen ser de 2 litros aproximadamente y se coloca = 1 metro más arriba de la persona.

    2. Se llena el irrigador de agua y se preparan las gotas en un vaso aparte. Una vez activados se mezclan con el agua del irrigador.

    3. Utilizar 10 gotas de CD activado (o 10 ml de CDS para casos sensibles) por cada litro de agua templada, a temperatura del cuerpo aproximadamente.

    4. Se aplica un poco de vaselina o crema a la punta del mismo, mientras se introduce en el recto.

    5. La mejor posición es estar tumbado en el lado derecho para facilitar la penetración fácil del agua.

    6. Se abre la válvula y empieza a llenarse el colon. Se puede hacer en varias tandas pequeñas o también de una sola vez, según las condiciones y el bienestar de la persona.

    7. Se intenta retener el líquido durante unos 3 minutos antes de evacuar, para incrementar la eficacia. Más de 5 minutos no es necesario.

    10 gotas activadas de CD por cada litro de agua templada o como alternativa 10 ml de CDS por cada litro de agua templada.

Este protocolo es esencial en casos de enfermedades crónicas hepáticas, parasitosis, autismo y demás enfermedades gastrointestinales.

Frecuencia del tratamiento:

Según el grado de la enfermedad y condición del paciente, se suele aplicar hasta una vez al día, preferiblemente por la noche, antes de dormir.

Como regla general se utiliza cada dos o tres días durante una o dos semanas. Hay reportes de personas que han utilizado este protocolo hasta dos veces al día, durante un tiempo prolongado, para enfermedades graves, sin haber tenido efectos negativos secundarios en la mayoría de los casos. Lo mejor sería adaptarlo a cada persona.

    Se le puede añadir agua de mar: 1 parte agua de mar + 3 de agua dulce.

A muchas personas les ha resultado muy útil el sistema YOGUI:

    — 3 noches seguidas.

    — 3 noches: una sí y una no.

    — 3 noches: cada 3 días.

    — 3 noches, una por semana.

Aunque este protocolo es eficaz, para hemorroides y fisuras rectales es más fácil aplicar el protocolo R de Rectal con perilla.

Notas:

  • La mayoría de las enfermedades tienen su origen en el sistema gástrico intestinal.
  • CD elimina la toxicidad y deshace las adherencias. Si se elimina la toxicidad, se reduce la fatiga.
  • El CD elimina biofilm, bacterias, cándidas, hongos, materia fecal encapsulada y parásitos.
  • A través del colon tenemos acceso rápido al hígado por la vena porta.
  • El circuito sanguíneo pasa por el hígado cada 3 minutos.
  • Es una manera fácil y rápida de desintoxicar el hígado y la sangre.
  • Eficaz en enfermedades crónicas y autoinmunes.
  • En la antigüedad ya lo sabían, hasta los años 60 era común esta práctica.
  • En la actualidad se ha perdido, ya que se ve como algo sucio.
  • Es un método básico de curación hindú.
  • Es imprescindible en terapias de detoxificación.
  • Una deposición diaria, significa salud intestinal.
  • Este protocolo sustituye un tratamiento oral en la mayoría de los casos.

Protocolo F. Frecuente (antiguo protocolo vírico 115)

El protocolo F, o protocolo Frecuente, consiste en tomar 1 ml de CDS

0,3% (solución de dióxido de cloro a 3000 ppm) cada 15 minutos en 150 ml agua, durante 1 hora y 45 minutos, es decir, en 8 tomas. Este protocolo está indicado principalmente para tratamientos de enfermedades víricas infecciosas repentinas.

Se reduce el tratamiento a sólo dos horas diarias y posteriormente se puede enlazar con el protocolo C el tiempo necesario del tratamiento, hasta que se sienta recuperado.

    Se puede agregar de 8 a 10 ml de CDS 0,3%, en una botella de un litro de agua (destilada o mineral), y dividir la botella en 8 partes iguales, marcándolas con unas líneas, e ir bebiendo una marca cada quinceminutos.

    1 ml de CDS cada 15 minutos durante 1 hora y 45 minutos en 8 tomas

    8 ml de CDS en 1 litro de agua

Notas:

  1. 15 minutos después de la última dosis (2 horas después del comienzo del protocolo F, se puede continuar con protocolo C si se cree necesario hasta recuperación.
  2. Si salimos de casa, llevaremos el tratamiento con nosotros, preferiblemente a temperatura fresca en un termo o envoltorio aislante.
  3. Es imprescindible y muy importante, no tomar medicamentos, ni comidas, en la hora previa y la hora posterior a estas dos horas de tomas del CDS.
  4. Tampoco se recomienda hacerlo en ayunas. Si es necesario se puede repetir el protocolo unas horas más tarde.

sábado, 1 de marzo de 2025

ChatGPT, ¿qué pasa si se dejas de comer azúcar?

GPT: Si dejas de comer azúcar, tu cuerpo experimentará varios cambios, algunos positivos y otros que pueden sentirse incómodos al principio. Aquí tienes un resumen de lo que puede pasar:

A corto plazo (primeros días o semanas)

  • Síntomas de abstinencia: Puedes sentir fatiga, irritabilidad, ansiedad o dolores de cabeza, especialmente si estabas acostumbrada a consumir mucha azúcar.
  • Menos antojos: Con el tiempo, tu cuerpo dejará de depender del azúcar y sentirás menos necesidad de comer cosas dulces.
  • Más energía estable: Sin los picos y caídas de glucosa, tu energía será más constante a lo largo del día.

A mediano plazo (semanas o meses)

  • Pérdida de peso: Al eliminar el azúcar añadido, consumes menos calorías vacías, lo que puede llevar a una reducción de peso.
  • Mejor piel: Se reducen los problemas de acné e inflamación en la piel.
  • Menos inflamación y mejor digestión: Puede disminuir la hinchazón y mejorar la salud intestinal.

A largo plazo

  • Menor riesgo de enfermedades: Se reduce el riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades del corazón y problemas metabólicos.
  • Mejor salud mental: Puede haber mejoras en el estado de ánimo y la claridad mental.

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Dr. Escudero: El tercer nacimiento en la vida del hombre

Por el Dr. Ángel Escudero Juan

En su origen, el hombre habita un mundo limitado, pequeño y redondo: el útero materno. Vive y crece sumergido en la ingravidez del agua que lo rodea y protege. Depende completamente, tanto física como psicológicamente, de su madre. En ese espacio reducido, tiene todo lo necesario para esa etapa de su vida. Está unido a su madre por el cordón umbilical, a través del cual recibe la savia de la vida, imprescindible para su desarrollo genético.

El hombre nace. Al cortar el cordón umbilical que lo unía a su madre, los límites de su existencia se expanden y aparecen nuevos horizontes. Dentro de la mujer, su mundo era redondo y él estaba contenido en su interior. Ahora, su nuevo mundo también es redondo, pero él se encuentra fuera.

El cordón umbilical que lo ataba y limitaba ha sido cortado. Sin embargo, ahora tiene un nuevo vínculo: sus vías respiratorias. A través de ellas recibe también la savia de la vida: el aire, el oxígeno que lo mantiene con vida. Es una atadura más sutil, que le otorga mayor libertad, pero atadura al fin y al cabo.

Antes estaba rodeado de agua; ahora lo rodea el aire del que depende su existencia. Su nueva madre es la tierra, que le proporciona todo lo necesario para subsistir. Pero si se aventura más allá de la atmósfera respirable o se adentra en las profundidades del mar, necesitará un “útero artificial”: una nave espacial, un traje de buceo, tubos que le suministren el oxígeno indispensable para su vida.

En el seno de su madre tierra, el hombre ha conquistado espacios, libertades y posibilidades de desarrollo en busca de su destino. Es cuerpo y alma, materia y espíritu, y siempre será una combinación de ambos. Sin embargo, al morir, su soporte material cambiará: se convertirá en energía. ¿O acaso la materia no es más que energía condensada?

Nada que existe puede dejar de existir. Una molécula puede desintegrarse y transformarse en energía, pero siempre seguirá siendo algo. Con la muerte, el cuerpo se descompondrá en sus diversos elementos y regresará a la tierra, convirtiéndose en lo que siempre fue: polvo de estrellas.

Pero una parte de esa materia, ahora transformada en energía y unida al alma, seguirá formando parte del mismo ser humano, perfeccionado y liberado de sus ataduras materiales más densas. Ya no se alimentará, ni necesitará agua ni aire. Nacerá nuevamente de su madre tierra para ampliar sus horizontes en la inmensidad del Infinito.

Su nueva madre no tiene límites. Su nuevo cordón umbilical es el Amor del Creador, que lo atrae de manera irresistible y colma su existencia de plenitud.

En este tercer nacimiento, el hombre se libera de su última limitación: la dependencia del cerebro para conocer. Supera así las barreras impuestas por sus sentidos y por una mente condicionada a lo largo de la evolución. Una mente que, en su imperfección, convirtió la humanidad en un purgatorio de dolor, enfermedad, desdicha, temor y guerras fratricidas.

Usó los dones de la naturaleza para forjar su propio sufrimiento y con ello su castigo, así como el de sus descendientes. Pero finalmente, encuentra aquello que siempre anheló...

"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34), dijo Jesús en la cruz. Y, en efecto, nadie conoce plenamente todo lo que necesita saber sobre su origen, su presente y su destino, hasta que se libera de la servidumbre del cerebro con la muerte.

Nadie es totalmente responsable ni completamente libre sin un conocimiento pleno. Ese conocimiento solo llega con la liberación que supone la muerte, al dejar de depender del cerebro para razonar.

Tras la muerte, todo se sabe, todo se comprende. Es entonces cuando llega la verdadera libertad y la plena responsabilidad en la elección.

Y me pregunto: aunque esto fuera posible, ¿habrá alguien que, siendo plenamente libre, elija otro camino que no sea el que lo lleve a la posesión del Bien Infinito? ¿Habrá alguien a quien el uso de esa recién adquirida libertad lo conduzca, tras conocer a Dios, en una dirección diferente a Él?

El hombre nace por tercera vez con la muerte. Nació en la madre al ser engendrado, nació en la tierra al ser parido por la mujer, y finalmente, en el Infinito, al morir.

Se encuentra inmerso en el Amor del Padre, en quien todo tiene su origen y su destino, su principio y su fin.

Fuente: Ángel Escudero Juan: “Curación por el Pensamiento -NOESITERAPIA-(FUNDAMENTOS BIOLÓGICOS)”, Tercera parte, capítulo 4