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miércoles, 30 de septiembre de 2020

GIST: tumores del tejido conectivo del tubo digestivo

Tumor del estroma gastrointestinal

El tumor del estroma gastrointestinal (GIST del inglés gastrointestinal stromal tumors), es uno de los tumores mesenquimales más frecuentes del tracto gastrointestinal (1-3% de todos los cánceres gastrointestinales).

El estroma es tejido conjuntivo reticular. Clásicamente se considera el estroma como el tejido de sostén o soporte del tejido que cumple la función específica de un órgano. Este último también está formado por células que forman el tejido denominado "parénquima".


Los GIST ocurren en aproximadamente 10-20 casos por cada millón de habitantes. La verdadera incidencia podría ser más alta, en la medida que los nuevos métodos de laboratorio sean mucho más sensibles para el diagnóstico del GISTs. Por todos hay 3500-5000 casos de GIST por año en los Estados Unidos. Esto hace al GIST el tipo más común de sarcoma, los cuales conforman un grupo de más de 70 tipos de cáncer, pero en todas sus formas constituyen menos de 1% de todos los tumores.

¿Qué es el GIST?

Fuente 


 

El GIST es un tumor que pertenece a una familia llamada 'sarcomas de tejidos blandos'. Son tumores infrecuentes que aparecen en tejidos conectivos que rellenan o conectan entre sí otros tejidos, como la grasa, los músculos, los nervios o los vasos sanguíneos. Se trata de una especie de 'armazón' sobre el que descansan el resto de células del sistema nervioso, muscular, vascular... Y como estos tejidos blandos están presentes en casi todos los lugares del organismo, los sarcomas pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo.

Los GIST son tumores del tejido conectivo del tubo digestivo. Pueden surgir en cualquier punto desde el esófago hasta el ano. La materia digerida avanza siempre desde la boca hacia el ano. Nunca sucede al revés porque el tubo digestivo, en toda su longitud, se contrae concéntricamente sin cesar, de modo que las partes más cercanas a la boca se contraen primero y las más lejanas después. El efecto resultante es el mismo que obtendríamos abrazando firmemente el extremo de un tubo de dentífrico con los dedos índice y pulgar formando un anillo, y deslizándolos a lo largo de todo el tubo en dirección a su boca. Estas “olas” de contracción y relajación sucesivas que propulsan el contenido intestinal en un único sentido, se denominan ondas peristálticas y suceden automáticamente todo el tiempo.

Para que el intestino actúe de este modo precisa, en primer lugar, estar rodeado en toda su circunferencia y extensión por fibras musculares capaces de originar la contracción. También necesita un sistema nervioso propio que coordine las contracciones, asegurándose de que no suceden con orden, sino en el momento preciso y con la intensidad y dirección adecuadas. Este sistema nervioso propio del tubo digestivo está formado por un tipo muy peculiar de células que se conectan unas a otras componiendo una red que rodea al tubo en toda su longitud. Tales células nerviosas fueron caracterizadas en el siglo pasado por el histólogo español Santiago Ramón y Cajal, y así se conocen como Células Intersticiales de Cajal. Hoy en día suponemos que estas células pueden transformarse en cancerosas y que, cuando lo hacen, el tipo de cáncer al que dan lugar es, precisamente, el GIST.

Durante años hemos confundido el GIST con el leiomiosarcoma intestinal que es el cáncer derivado de la transformación maligna, no de las células nerviosas del intestino, sino de las musculares. Ambas células son tan similares que los dos cánceres son prácticamente indistinguibles hasta para el examen microscópico más minucioso. Sin embargo, la diferencia es crucial, ya que mientras el GIST es sensible a un nuevo tratamiento, el leiomiosarcoma es completamente resistente a su acción. Los oncólogos no hemos sido capaces de diferenciar ambos cánceres hasta que no hemos comprendido cómo surge el GIST.

 

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