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miércoles, 25 de abril de 2018

Las alas de la humildad

Pero la humildad es
liviana  y  tiene alas.
La humildad es la fuerza, poder y autoridad dentro de Dios Mismo. Todo en el infinito ha surgido por ella y a través de ella. La humildad es el fundamento primordial de toda vida en Dios porque ella conduce a la vida y a una mayor condensación de ella en sí misma.

Lo contrario es la soberbia.


La humildad enseña a ser pequeño y no levantarse soberbiamente por encima de nadie, por más insignificante que parezca el asunto. La verdadera humildad evita incluso el más mínimo autoelogio porque así se alimentaría el amor egoísta.

La máxima libertad y perfección de vida solo es posible a través de la humildad.

La humildad es lo único que el hombre puede dar a Dios sin antes haberla recibido de Él.

La humildad es la única propiedad que el hombre puede decir que es suya. Todo lo demás pertenece a Dios.

A través de la humildad el individuo puede acercarse a la intocable Santidad de Dios. Ella es la máxima Sabiduría, Amor, Fuerza de vida, Poder y Autoridad ante las cuales todo el universo infinito tiembla rendido de respeto.


El servicio al prójimo es el alimento de la humildad. Cuanto menos jerárquico sea el servicio tanto más útil es para la verdadera edificación de la vida.

La humildad es la primera y máxima virtud de todo corazón humano, pero tampoco debe ser exagerado al igual que todas las otras reglas de la vida. Por ejemplo ya no es bueno arrastrarse al suelo o tirarse al suelo o no mirar a alguien.

Hay que evitar querer ser el último pero con fines egoístas. Al contrario, es mejor amar llevar una vida retirada en silencio para poder amar mejor al Padre llenísimo de amor y así crezca el anhelo a Él y poder retornar a la casa paternal, allí donde vive el Padre Santo como Dios de todo Poder.




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