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viernes, 30 de junio de 2017

Una de las más asombrosas historias de Norteamérica

 por Dale Carnegie 

Para ilustrar el mágico poder del pensamiento, permítaseme que cuente una de las más asombrosas historias en los anales de Norteamérica. Podría escribir un libro sobre ella, pero seré breve. En una fría noche de octubre, poco después de terminada la guerra civil, una mujer sin hogar ni amparo, apenas algo más que un vagabundo en la faz de la tierra, llamó a la puerta de la señora Webster, la esposa de un capitán retirado de la marina mercante, con residencia en Amesbury, Massachusetts.

Al abrir la puerta, la señora Webster vio a un frágil ser, "apenas más de cincuenta kilos de piel y hueso» ateridos". La desconocida, una señora Glover, explicó que estaba buscando un hogar donde pudiera estudiar y resolver un problema que le absorbía los días y las noches.

¿Por qué no se queda usted aquí? — replicó la señora Webster—. Yo vivo sola en esta casona.

La señora Glover pudo haberse quedado indefinidamente con la señora Webster sin la llegada del yerno de ésta, Bill Ellis, quien había abandonado Nueva York para pasar unas vacaciones. Cuando Bill Ellis descubrió la presencia de la señora Glover, gritó: "¡No quiero vagabundos en esta casa!" Y puso a la pobre mujer en la puerta. Estaba lloviendo. La señora Glover quedó inmóvil y temblorosa durante unos minutos bajo la lluvia; después marchó carretera abajo, en busca de algún refugio.

Y aquí está la parte asombrosa del relato. Aquella ' Vagabunda" expulsada por Bill Ellis de la casa estaba destinada a influir en las ideas del mundo más que cualquier otra mujer que haya andado por esta tierra. Ahora es conocida por millones de fervorosos seguidores como Mary Baker Eddy, la fundadora de la Ciencia Cristiana.

Sin embargo, hasta entonces, había conocido poco de la vida, salvo sus enfermedades, penas y tragedias. Su primer marido murió poco después de celebrado el matrimonio. Su segundo marido la había abandonado y se había escapado con una mujer casada. Falleció después en un asilo de pobres. Ella sólo había tenido un hijo y se vio obligada, a causa de la pobreza, la enfermedad y los celos, a entregarlo —un niño de cuatro años— a otra persona. Perdió toda traza de él y no volvió a verlo hasta treinta y un años después.

A causa de su pobrísima salud, la señora Eddy se había interesado durante años en lo que llamaba "la ciencia de curar por el espíritu". Pero la dramática crisis de su vida se produjo en Lynn, Massachusetts. Caminaba un día de mucho frío por la zona baja de la ciudad cuando se resbaló y cayó sobre el helado pavimento. Quedó sin conocimiento. Su espina dorsal resultó afectada y tenía terribles convulsiones. Hasta el médico supuso que iba a morirse. Declaró que, si sobrevivía por un milagro, aquella mujer ya no podría caminar.

Tendida en lo que creía que era su lecho de muerte, Mary Baker Eddy abrió la Biblia y, según declaró, una guía divina le indujo a leer estas palabras de San Mateo:
"Y, mirad, le llevaron a un hombre enfermo de parálisis, tendido en un lecho, y Jesús... dijo al enfermo de parálisis: Hijo, ten buen ánimo, porque tus pecados te han sido perdonados... Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa. Y el hombre se levantó y se fue a su casa".

La señora Eddy manifestó que estas palabras de Jesús le procuraron tanta fuerza, tal fe, tal poder de curación, que "inmediatamente saltó de la cama y caminó". Y añadió: 
 
"Esta experiencia fue la manzana caída que me llevó al descubrimiento de cómo podía sentirme bien y hacer que los demás se sintieran lo mismo... Conseguí la certidumbre científica de que toda causa es Espíritu y todo efecto un fenómeno mental".

Tal es el modo en que Mary Baker Eddy se convirtió en la fundadora y la suprema sacerdotisa de una nueva religión: la Ciencia Cristiana —la única gran fe religiosa que haya jamás sido establecida por una mujer—, una religión que se ha extendido por todo el globo.

Es probable que ustedes estén diciéndose ahora: "Este Camegie está haciendo proselitismo para la Ciencia Cristiana". No. Están ustedes equivocados. No pertenezco a la Ciencia Cristiana. Pero, cuanto más vivo, más me convenzo del tremendo poder del pensamiento. Como consecuencia de treinta y cinco años dedicados a enseñar a adultos, sé que hombres y mujeres pueden eliminar la preocupación, el miedo y diversas enfermedades y transformar sus vidas mediante un cambio en sus pensamientos. ¡Me consta! ¡Me consta! ¡¡Me consta!! He presenciado cientos de veces transformaciones increíbles. Las he visto tan a menudo que ya no me llaman la atención.

Fuente:   Dale Carnegie — "Cómo suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida", Cuarta Parte, capítulo 12.

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