John Wanamaker, fundador de las
tiendas que llevan su nombre, confesó una vez: "hace treinta
años he aprendido que es una tontería regañar a los demás.
Bastante tengo convencer mis propias limitaciones sin irritarme por
el hecho de que Dios no ha creído conveniente distribuir por igual
el don de la inteligencia".
Wanamaker aprendió temprano su
lección; en cambio, yo he tenido que ir a los tumbos por este mundo
durante un tercio de siglo antes de que empezara a amanecer en mí la
idea de que noventa y nueve veces de cada cien ningún hombre se
critica a sí mismo por nada, por grandes que sean sus errores.
La crítica es inútil porque pone
a la otra persona en la defensiva, y por lo común hace que trate de
justificarse. La crítica es peligrosa porque lastima el orgullo, tan
precioso de la persona, hiere su sentido de la importancia y
despierta su resentimiento.
El
mundialmente famoso psicólogo B. F. Skinner comprobó, mediante
experimentación con animales, que premiando la buena conducta los
animales aprenden más rápido y retienen con más eficacia que
castigando la mala conducta. Estudios posteriores probaron lo mismo
aplicado a los seres humanos. Por medio de la crítica nunca
provocamos cambios duraderos, y con frecuencia creamos resentimiento.
Dale Carnegie 1936
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