En
Brooklyn había una madre moribunda; y fue necesario apartarle de su
hija, porque la pequeña niña no podía entender la naturaleza de la
enfermedad, y molestaba a su madre. Todas las noches la niña
sollozaba por dormir en una casa vecina, porque ella quería regresar
con su madre; pero la madre empeoró, y no podían llevar la niña al
hogar. Finalmente la madre murió; y después de su muerte pensaron
que lo mejor era no dejarla ver a su madre muerta en el ataúd.
Luego
del entierro la niña corrió en una sala exclamando "¡Mamá!
¡mamá!" y luego en otra exclamando"¡Mamá! ¡mamá!"
y así registró la casa entera, y cuando la pequeña criatura falló
en encontrar a aquella amada, clamó para ser llevada otra vez con
los vecinos.
Así,
lo que hace atractivo al cielo es el pensamiento de que veremos a
Jesús que nos amó y se dio a sí mismo por nosotros.
Si
me pregunta porque Dios debe amarnos, no podría responderle. Supongo
que es porque Él es un verdadero Padre. Su naturaleza es amar; así
como la naturaleza del sol es brillar. Él quiere que usted participe
de ese amor. No permita que la incredulidad lo mantenga lejos de Él.
No piense que, porque es un pecador, Dios no lo ama, o que no se
interesa por usted. ¡Él lo hace! Él quiere salvarle y bendecirle.
"Porque
Cristo, cuando aún éramos flacos,
a
su tiempo murió por los impíos." (Romanos 5:6).
¿No
es eso suficiente para convencerlo que Él le ama? Él no hubiera
muerto por usted si no lo hubiera amado. ¿Es su corazón tan duro
como para que puedas estar firme contra su amor, y despreciarlo e
ignorarlo? Puede hacerlo: pero será bajo su riesgo.
Puedo
imaginar que algunos están diciéndose: "Sí, creemos que Dios
nos ama, si lo amamos, creemos que Dios ama al puro y santo."
Permítanme
decirles, mis amigos, Dios no sólo ama al puro y el santo: Él
también ama al impío.
"Mas
Dios encarece su caridad para con nosotros,
porque
siendo aún pecadores, Cristo murió
por
nosotros." (Romanos 5:8).
Dios
lo envió para morir por los pecados de todo el mundo. Si usted
pertenece al mundo, entonces es destinatario de este amor que ha sido
exhibido en la cruz de Cristo.
Dwight L. Moody
(1837-1899)
(1837-1899)
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