Todos
los días durante 30 años la doctora Penny Patterson ha ido enseñando a
Koko, una hembra de gorila, a expresarse en el lenguaje de los
sordomudos. Hoy es capaz de inventar palabras cuando no le bastan las
1.000 que ya conoce
Este simio ha aprendido a hablar
LUCY BROADBENT
Además de articular signos y comprender el ingés oral, Koko se expresa señalando imágenes en un libro. |
Koko es el primer gorila al que se ha enseñado un lenguaje de signos. Con un vocabulario de más de 1.000 palabras y un cociente intelectual de 80 sólo 10 puntos por debajo de lo que la Organización Mundial de la Salud considera «normal» en una persona , se trata del primer ejemplar de su especie que se expresa en un lenguaje comprensible para el hombre y entiende el inglés oral.
Vive en un recinto en las montañas de Santa Cruz, en California, y tiene su propia caravana con una especie de nido con mantas en una esquina que le sirve de cama y un orinal que ha aprendido a utilizar. Tiene también un montón de juguetes desperdigados.
«Frío, malo; Gorila odia», me dice. Pero aunque Koko se interesa por mí hasta el punto de decirme «Visitante, buena», son sus conversaciones con la Doctora Penny Patterson, de 53 años, las que realmente atraen su atención. «Todos los días me asombro ante sus capacidades», explica esta profesora, que lleva más de 30 años enseñando a hablar a la gorila.
Cuando nació Koko en el zoológico de San Francisco en 1971, su instructora aún era estudiante de Psicología. Hasta entonces, todos los estudios hechos sobre el lenguaje de los simios se habían llevado a cabo con chimpancés. Por eso era un enigma hasta dónde podía llegar Koko cuando la investigadora californiana comenzó a forzar los pequeños dedos de aquella gorila de un año para enseñarle el lenguaje de signos de los sordomudos.
Empezó por adiestrarla en signos que expresaran ideas básicas como beber, comer o más y premiándola con comida cada vez que lo hacía bien. «Aquello se llegó a convertir en ese mismo tipo de aprendizaje a base de premios que se emplea con los perros o con los gatos», recuerda Patterson. «Pero pronto empezó a combinar signos, lo que me persuadió de que era capaz de mucho más». Hoy Koko es tan hábil en el uso del lenguaje de signos que, si no sabe una palabra, la inventa. Por ejemplo, no conocía la palabra anillo, y combinó los signos de dedo y pulsera para decirlo.
Y no son sólo palabras. Las tres décadas de trabajo diario con Koko han servido a la doctora Patterson para constatar que en los gorilas se encuentran, aunque de manera más primitiva, prácticamente todos los aspectos de la conducta humana, desde el sentido del humor al miedo, la tristeza o los juicios morales. Y Patterson señala un buen puñado de ejemplos. Cuando un visitante le pidió que le mostrara algo que le asustara, ella alzó un espejo hasta su cara. Cuando un coche atropelló a un gato que la doctora le había regalado, dijo por medio de signos: «Llorar, triste, enfadada»...
Ahora, la doctora Patterson quiere que Koko tenga descendencia.«Koko quiere tener hijos desesperadamente. Ella misma me lo ha dicho». La idea de comprobar si la gorila enseñaría a sus retoños el lenguaje de signos que ella misma ha aprendido resulta muy tentadora para muchos biólogos. Pero habrá que esperar. De momento, todos los esfuerzos realizados para que Koko quedara preñada han sido baldíos.
Los trabajos de Patterson están financiados por The Gorilla Foundation.Se pueden enviar donativos a The Gorilla Foundation, Box 620530, Woodside CA 94062. www.koko.org
Fuente: https://www.elmundo.es/cronica/2002/329/1012823701.html
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