El problema de la humanidad no es el dinero ni las cosas materiales, sino la imposibilidad de comunicarse entre sí y entre el Creador para ver la realidad.
La causa de esto es la herida que causó el pecado original. Herida que vienen desde los inicios de la humanidad. Hablar con el corazón genera mucho dolor. No se quiere tocar ni sanar. Si se toca, el dolor despierta y genera la agresividad y las contiendas.
El camino que la humanidad ha tomado es similar a la actitud de la avestruz que mete su cabeza en la arena para evitar el miedo y el peligro. (Aunque no sea cierto esto, pero es una metáfora muy conocida).
Todos deben meter la cabeza en la arena para que no se vea más la realidad, para que supuestamente no se sufra más. Pero la avestruz mantiene su trasero en el aire que está a la merced del enemigo que lo patea constantemente. De aquí surgen las peleas y las agresiones, los engaños y todos los vicios.
Es una visión de la realidad espiritual de la humanidad.
Sin embargo, Dios permite todo esto porque a la larga nos puede ayudar a despertar. Sí, a través de la experiencia dolorosa como consecuencia de nuestra decisión.
Y nos muestra la siguiente realidad:
El enemigo nos pone un objeto y nos entra la ambición de obtener ese objeto. Y queremos lograr tener ese objeto. Pero todo objeto es una ilusión. Por más valioso que parezca. Pero es la carnada con la que el enemigo nos somete y nos ata y nos vuelve esclavos. El plan del enemigo es destruir. Dios nos ha creado y somos criaturas maravillosas. El enemigo quiere destruir a todas las criaturas de Dios.
Pero ¿por qué Dios permite que estemos expuestos al enemigo? ¿Acaso Dios no es "bueno"? ¿Por qué no mata al enemigo en vez por todas para que dejemos de sufrir?
Dos realidades:
1) Nosotros mismos nos unimos en el pasado al enemigo. Nos volvimos pequeños enemigos de Dios. Por eso ahora somos esclavos de la maldad. La maldad no dio ceguera. Y por eso nuestras cabezas están dentro de la arena y ahora no vemos nada.
2) Pero Dios ha hecho un plan para salvarnos. Él mismo se ha dejado matar para cargar con toda nuestra culpa del pasado. Para limpiarnos del pasado y nuestra maldad. Para eso Él nos está dando el Espíritu Santo con el cual podemos volvernos puros y volver a la vida.
Es necesario que saquemos la cabeza de la arena y miremos la realidad. El enemigo está dentro de nosotros. No afuera.
El camino es el Amor a nuestro Creador. Ese amor nos ilumina. Nos sana. Nos ayuda a ser humildes. Nos ayuda a perdonar todo. A desapegarse de los objetos tentadores. Nos vuelve pacíficos, generosos, amorosos.
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