Van Lommel reta a la medicina oficial: "La conciencia no está en el cerebro. Sobrevive a la muerte"
Le avalan más de 30 años estudiando las experiencias cercanas a las muerte (ECM)
Van Lommel cuestiona en "Consciencias más allá de la vida" la eutanasia y la extracción de órganos en personas con muerte cerebral
JOSÉ G.CONCEPCIÓN
El libro “Vida después de la Vida” supuso en 1975 un auténtico tsunami. Su autor, Raymond Moody, introdujo por primera vez la expresión “experiencias cercanas a la muerte “ (ECM), que el cine ha popularizado en películas como "Más allá de la vida” (2010), dirigida por Clint Eastwood o la francesa “Premonición”( Afterwards) (2008) protagonizada por John Malkovich, que es la que más se aproxima a las teorías de Van Lommel.
La clase médica oficial calificó los relatos de las ECM de meras alucinaciones provocadas
por por la ausencia de oxígeno en el cerebro(anoxia) y la liberación de
las endorfinas, un opiáceo natural que sirve para contrarrestar
situaciones de estrés como una parada cardiorespiratoria.Van Lommel no
creyó en esa explicación oficial. En 1981 publicó en la revista Lancet una
primera investigación sobre las experiencias de pacientes que habían
sufrido una ECM tras superar una parada cardiorespiratoria con muerte
cerebral. Más de treinta años después, dedicados al estudio de los ECM,
se publica en España “Consciencia más allá de la vida”., escrito por este cardiólogo holandés. No te deja indiferente.
La última frontera
Van Lommel nos ofrece un dato desconcertante. Sólo un 18% de los pacientes con encefalograma plano sufren una ECM.
No son meras alucinaciones. Ni intervienen las endorfinas. El regreso
siempre es abrupto y doloroso.Hay más. No se pierde la identidad propia.
Además ven y escuchan todo lo que ocurre a su alrededor, pese estar en
otro estado, sin tiempo ni espacio.“Sentí –asegura una paciente- que me
iba deslizando hacia las profundidades de otro estado de conciencia. Por
decirlo de algún modo, mi conciencia viajaba mientras mi cuerpo
permanecía inmóvil sobre la cama. Podía ver mi cuerpo, no sentirlo”.
Los que experimentan una ECM constatan la existencia de una última frontera;
más allá de la cual llegaba la muerte, el viaje sin retorno. Así lo
experimentó un joven, completamente sordo, que casi se ahoga a los diez
años.
“Entonces alcancé la frontera. A pesar de tener diez años, no necesité más explicaciones. Sencillamente comprendí que nunca podría volver si cruzaba aquel límite. Pero alguno de mis antepasados estaban al otro lado, llamando mi atención, porque se comunicaban conmigo mediante una especie de telepatía.”
¿Dónde está esa frontera entre la vida y la muerte?, nos preguntamos con Van Lommel. Hasta ahora se distinguía la llamada muerte clínica (cese de la respiración y de la actividad cardíaca) de la muerte biológica,
en la cual el cerebro pierde las funciones de forma irreversible sin
posibilidad de reanimación. Van Lommel pide revisar estos conceptos
admitidos por la medicina oficial.
Los regresados
Estas experiencias cercanas a la muerte se producían en el pasado. El psicoanalista Gustav Jung sufrió una ECM. Son experiencias que han aumentado con los avances médicos de resucitación. Las ECM no dependen de factores como la religión, la raza, el sexo o a cultura. Los niños también sufren las ECM.
“Cuanto tenía cinco años contraje meningitis y entré en coma. `Morí´ y
fui arrastrado hacia un vacío oscuro y seguro en el que no sentía miedo
ni dolor. Me sentía en casa, en aquel lugar…Vi una niña pequeña de unos
díez años. Noté que me reconocía. Nos abrazamos y me dijo:”Soy tu
hermana. Morí un mes antes de que tú nacieras….Mis padres quedaron tan
impactados que les entró el pánico(…)Me confirmaron que, en efecto,
habían perdido a una hija llamada Riertje. Habían decidido no decírnoslo
ni a mi ni a mi hermano hasta que fuéramos lo suficiente mayores para
entender el significado de la vida y la muerte”
Además de estos encuentros los regresados se ven rodeados por una luz inexplicable tras un largo túnel.
Experimentan también un cambio de percepción, especialmente
sorprendente en personas sin visión.”Lo siguiente que recuerdo es que
estaba en el Centro Médico Harborview, contemplando todo lo que sucedía
allí abajo. Y era terrorífico, dado que no estoy acostumbrada a ver las
cosas de forma visual, ¡porque nunca antes lo había hecho! ¡Y al
comienzo era algo espeluznante! Y entonces por fín reconocí mi anillo
de boda y mi pelo. Y pensé: “¿Eso de ahí abajo es mi cuerpo? ¿Estoy
muerta o qué? Ellos(los médicos) no paraban de repetir:¡No podemos
traerla de vuelta!...”
No todas las
ECM son tan gratificantes. Un porcentaje pequeño, entre un 1% o un 2%,
de los regresados tiene una ECM aterradora que les deja un recuerdo
perenne durante toda su vida. Y esto mismo ocurre en todas las ECM
El síndrome del regreso
Las ECM están más extendidas de lo que se creen.
Según Van Lommel unas 600.000 personas en los Países Bajos, 2
millones en el Reino Unido y más de 9 millones en EEUU han tenido una
ECM. Los regresados inician, después de una ECM, una búsqueda silenciosa para entender su experiencia.
“Cuando regresé de aquel mundo maravilloso, de aquella experiencia
fascinante, el recibimiento que se me dió aquí, en este mundo, fue frío,
gélido, y sobre todo desprovisto de amor”, aseguró una mujer que sufrió
una ECM tras graves complicaciones en el parto.
Van Lommel describe un auténtico síndrome del regreso.
Las posibilidades de divorcio aumentan al no aceptar la pareja los
relatos de una ECM. En los jóvenes pueden buscarse vías de escape como
las drogas o el alcoholismo.
Sólo la aceptación de esta experiencia –afirma Van Lommel- puede tener efectos positivos,
pero desgraciadamente los médicos no están preparados para afrontar
estas pacientes con síntomas tan desconcertantes. Ni siquiera en la
Iglesia encuentran respuestas.
Los regresados experimentan otros cambios No tienen miedo a la muerte, son más altruistas y, sobre todo, más espirituales. Tienen que aprender también nuevas sensaciones tras una ECM como una intuición agudizada, clarividencia, ver las emociones y sentimienos de los demás, y lo más sorpendente, su cuerpo puede emitir un campo electromagnético que rompe cualquier aparato eléctrico con un simple roce. También ven el aura de las personas como comprobamos en “Premonición”( Afterwards).
La conciencia no está en el cerebro
Van Lommel no es creyente. No cree en la trascendencia, pero rechaza, tal como se enseña hoy, que la conciencia sea producto o efecto de la función cerebral. Este heterodoxo holandés habla de la muerte como un cambio de conciencia. La muerte supone entrar en lo que él llama un conciencia no local, sin tiempo ni espacio. Plantea una especie de inmanentismo metafísico. La
idea de Dios se ha sustitudo en Van Lommel en por una conciencia humana
colectiva o universal que conecta a cada individuo con todo cuanto
existe , ha existido o existirá. Y argumenta esta explicación, acudiendo a la Física cuántica.
Platea también que el cordón umbilical que nos une con esa conciencia no local es el ADN,
que –afirma Van Lommel- permite explicar la continuidad de nuestro
cuerpo siempre cambiante. Este cardiólogo llega a una conclusión que
parece ciencia ficción: la memoria trasplantada en las
donaciones de órganos. "En ocasiones- afirma- el ADN del órgano
trasplantado continúa funcionando como zona de resonancia o interfaz de
la conciencia del donante, permitiendo al receptor del órgano sentir
retazos de sentiemientos e ideas que apuntan a la personalidad y a la
conciencia del donante fallecido". Estremecedor.
¿Cuándo empieza la muerte?
Las ECM rompen los viejos
prejuicios sobre la muerte. Es la propuesta de este médico
contracorriente que cuestiona la extracción de órganos en donantes
cerebralmente muertos. ¿Equivale la muerte cerebral a la muerte?, se
pregunta este cardiólogo holandés, que nos revela un dato estremecedor.
"La mayoría de la gente ignora que la extracción de órganos de un
paciente `muerto´ a menudo requiere la administración de anestesia
general, a causa del llamado síndrome de Lázaro: reflejos violentos del donante cuya muerte se ha certificado".
También cuestiona la eutanasia (legal
en Holanda desde 2001). “Podría cambiar la actitud de los pacientes,
su deseo de solicitar la eutanasia o un suicidio asistido, si se dieran
cuenta de que la conciencia sobrevive a la muerte porque no tiene
principio ni fin”.
A Pim Van Lommel no es fácil callarle. Es un científico atípico dispuesto a intervenir en programas de TV y a ser entrevistado en prensa y también en televisión. También tiene su propia web, donde recibe cartas como éstas de personas que han sufrido una ECM
Fuente: http://www.rtve.es/noticias/20120820/van-lommel-cardiologo-holandes-reta-medicina-oficial-conciencia-no-esta-cerebro-plena-infinita/558460.shtml
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