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lunes, 17 de julio de 2017

Los pensamientos que cobran vida

Hay que estar atentos a cómo nos relacionamos con nuestros pensamientos. Cada vez que nos sentimos atraídos por uno u otro de ellos, lo alimentamos con nuestro amor y le damos vida. 
 
Un pensamiento que ha recibido benevolencia de nuestra parte cobra vida en el grado del cariño que tengamos hacia él. Porque la vida surge siempre del amor. 

Con la vida recibida, el pensamiento logra a ser fuerte en la medida del alimento que le demos. Cuanto más amor les demos, tanto más poderoso se vuelve hasta el punto de tomar el control de nuestra vida. 

El problema es cuando empiezan a hacer destrozos en nuestro interior y no podemos pararlos debido a que se han vuelto vivos e independientes.

La única manera de detener a los pensamientos negativos es:
  1. Dejando de alimentarlos.
  2. Tan solo observarlos. Sin reaccionar, sin apego ni aversión.
¿Cómo se alimenta a un pensamiento? 
 
Dándole atención y reaccionando con emociones.

Pueden ser emociones de agrado o emociones de desagrado. El agrado genera apego, el desagrado aversión. 

Si queremos dejar de ser esclavos de estos pensamientos hay que mirarlos sin reaccionar. Si nos pide alimento, no se lo damos. Si nos amenaza con castigarnos, hay que permanecer firmes y estar dispuestos a sufrir síntomas. Por ejemplo, síntomas conocidos como "síndrome de abstinencia". 
Teniendo presente que todos esos síntomas pasarán algún día. Hasta que el pensamiento se debilita y pasa a un estado de inanición. Así nos haremos libres de su tiranía. 

Jesús decía; "¡Niégate a ti mismo y sígueme!".

Niega a esos pensamientos que tanto te agradaban. Porque son como tus hijos. Pero un hijo no puede manipular al padre. Por eso, niégales el alimento, hasta que dejen de controlarte.

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