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martes, 4 de agosto de 2020

Paracelso a sus colegas


A vosotros, médicos y cirujanos que leáis este Paréntesis, con cuyo provecho os será dado alcanzar la categoría de verdaderos médicos, debo deciros para empezar, que no debéis considerarme inhábil o ignorante en vuestros libros sólo porque marchemos por diferentes caminos. El que no os acompañe se debe simplemente a que ni vuestro estilo, ni vuestra práctica, ni el conocimiento que tenéis de las causas —perfectamente erróneo—, nos convence en nada, como vamos por otra parte a repetir y demostrar a continuación.

No es la rareza de vuestras curaciones milagrosas ni la abundancia de los enfermos que, habiéndose sometido a vuestros cuidados, os han abandonado luego, lo que menos nos asombra, sino que a pesar de ello sigáis glorificando más allá de toda medida a vuestros maestros Caldeos, Griegos y Árabes. Ya que, según el testimonio de sus escritos, la misma suerte cupo a aquellos enfermos que a lo vuestros de hoy en día, de los que han acabado por morir la mayor parte.

La verdad es que ni esos libros debilitan los nuestros, ni sus métodos (de los que en realidad no tenéis la menor idea) impugnan ni destruyen los que nosotros practicamos. Deberían pensar, por el contrario, en no combatirnos con tales armas, que al fin y al cabo son las mismas que nosotros empleamos hoy a nuestro favor y en verdad os digo que no lograrán con ello más que favorecernos.

Si en nuestros libros omitimos muchas cosas es porque las mismas se encuentran ya correctamente en las obras antiguas, lo que no. dejamos de reconocer y señalar siempre que es preciso o conveniente, sin negar a cada autor la originalidad que le corresponde. Sin embargo, no nos expresamos nunca de ese modo más que cuando hablamos de los métodos de la Medicina natural, en la que vosotros pretendéis con notoria insolencia ser considerados como sabios eminentes. Y os digo que ya que insistís en rechazar con tanta arrogancia los conocimientos de las otras cuatro ciencias de la medicina, debo admitir que lo hacéis así, sencillamente, porque no los habéis estudiado ni comprendido.

A pesar de lo que afirmáis, os diré también que Hipócrates ha estado mucho más cerca de la ciencia espiritual que de la Medicina natural, por más que no haya hecho mención de tales diferencias en sus escritos; que Galeno obró mucho más de acuerdo en general con la Medicina caracterológica y con los presagios que con la Medicina natural; y que otro tanto puede referirse de igual modo a muchos otros autores.

Igualmente os diré que si bien es cierto que los Secretos, Misterios y Fuerzas sobrenaturales (Facultates) pueden ser considerados a justo título como “Magnalia artis”, en la mayoría de los casos permanecen ocultos o escondidos (supprimuntur), por lo que con vendrá ir a su busca por vías más lentas (via longationis) y más seguras, que nos permitan contemplar, recorrer, repasar y comparar nuestras observaciones con todo detenimiento.

PRÓLOGO SEGUNDO (Sobre las “formas clínicas”)

En este Paréntesis vamos a explicaros los fundamentos universales de la ciencia médica, que podéis reconocer lo mismo en Avicena y en Rasis que en Averroes, Hipócrates o Galeno.

Todas las cosas comprendidas aquí deben en efecto tenerse en cuenta, ya que son igual de necesarias en la teoría que en la práctica para el conocimiento de todos los males y de sus correspondientes tratamientos, tanto si sois médicos como cirujanos.

Explicaremos ahora brevemente el contenido de este Paréntesis. En él vamos a ocuparnos de las Entidades (Ens) como orígenes engendradores de todas las enfermedades, separadas en los cinco grupos clásicos, desde cada uno de los cuales pueden producirse todos los males pasados, presentes o futuros.

Os convendrá mucho, en efecto, médicos que me leáis o escuchéis, prestar una gran atención a estas cinco entidades y no creer que todos los males provienen de un solo origen. Un ejemplo aclarará lo que acabo de decir: supongamos el caso de la peste y preguntémonos de dónde proviene. Los adictos a la Medicina natural me diréis que de la disolución de la Naturaleza; los afiliados con los astrónomos preferiréis considerarla como consecuencia del movimiento del cielo y del curso de los astros. ¿Cuál de los dos estará en lo cierto? Pues yo digo que los dos y que cada cual lleva su parte de razón, e incluso que hay además otras razones, ya que la Naturaleza es una Entidad y los Astros otra Entidad... etc. Debe saberse que existen cinco pestes, no distintas por sus géneros, esencias, formas o especies, sino por los orígenes de donde provienen. Diremos, por lo tanto, para terminar, que nuestro cuerpo está sometido (subjectum) a cinco entidades, cada una de las cuales posee en potencia todas las enfermedades. Y que deberán considerarse cinco hidropesías, cinco ictericias, cinco fiebres, cinco chancros y así sucesivamente.

(Naturaleza de las Entidades)

Definido el nombre y número de las Entidades según acabamos de expresar en el prólogo anterior, vamos a ocuparnos en éste de conocerlas debidamente. La Entidad es la causa o cosa que tiene el poder de dirigir (regendi) el cuerpo.

Cuando habláis tendenciosamente contra nosotros y afirmáis que la peste proviene de humores cuya malignidad está mantenida latente en el interior del cuerpo, sentáis una notoria falsedad.

En vez de entreteneros en ver cómo está el cuerpo cuando se halla atacado de infección, deberíais ocuparos en averiguar cuál es o qué es el veneno que lo contamina.

Recordad que todos los males posibles surgen ellos mismos del cuerpo en un momento dado, en el cual el organismo resulta inflamado o atacado de una u otra manera, a pesar de que no se pueda en la mayoría de los casos precisar la causa determinante de la enfermedad.

Aparte esto, recordad también que hay cinco cosas que hieren el cuerpo y lo disponen a la enfermedad y que es necesario que el organismo se someta a ellas, pues sólo así logrará su debilitamiento.

De esta manera veremos cómo cinco fuegos invaden y surgen del organismo toda vez que cada una de las Entidades lo alcanza con su tremendo poder aflictivo (afficere).

Así, cuando os halléis ante un paralitico, vuestra primera precaución será examinar cuidadosamente el fuego, o sea la Entidad, que ha producido la parálisis. Con lo cual os diré que el médico que no llegue a precisarlas y poseerlas completamente, está verdaderamente ciego y no logrará jamás la curación de ninguna otra enfermedad.

Fuente: "Opera Omnia", Libro Segundo, Prólogo Primero, escrito por el Dr. Aureolus Filippus Teofrasto Bombasto de Hohenheim (PARACELSO)
https://luisperulorber.blogspot.com/2020/08/paracelso-sus-colegas.html

Descargar obra: http://www.christianrosenkreuz.org/ParacelsoOperaOmnia.pdf

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