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lunes, 2 de octubre de 2017

Como desarmar un berrinche

Un consejo valioso para la educación de los pequeños

Yo no he leído todos los libros de psicología infantil, ni he hecho
ningún curso de cómo evitar / interrumpir / acabar con el berrinche de
un hijo. Pero a causa de una experiencia personal relacionada con mi
hija de 5 años, quisiera compartir contigo una "fórmula" que aprendí
recientemente para que logres cambiar el rumbo de las cosas con tus
hijos que insisten en hacer un drama por cualquier cosa.

Antes que nada, necesito contarte una historia. Mi hija entró a la
guardería, y estaba un poco ansiosa, siempre repetía que no iba a
hablar sobre las primeras semanas de escuela, quedándose un poco
nerviosa. Y ese comportamiento terminó saliéndose de control en casa:
ella aumentó los momentos de hacer drama por cualquier cosa, incluso
las más simples.

Por indicación de la escuela, buscamos una psicóloga infantil para
algunas sesiones, para que Alice pudiera hablar sobre lo que estaba
sintiendo y así las cosas pudieran calmarse.

De entre los varios consejos que la psicóloga Sally Neuberger dio, uno
me pareció fantástica, a pesar de ser simple, y es exactamente por eso
que me gustaría contarlo aquí.

La psicóloga me explicó que necesitamos hacer que el niño se sienta
respetado, en el sentido de dar valor a lo que él está sintiendo. Y
así, a la hora de una crisis, sea por el motivo que sea, un niño a
partir de los 5 años necesita ser atendido, es decir,  pensar y
encontrar la respuesta sobre lo que le está sucediendo.

Esta valoración que hacemos sobre lo que le está pasando y, al mismo
tiempo, el hecho de incluirlo en la solución de la cuestión desmonta
la creación del caso.

De forma más objetiva: cuando empieza un berrinche – sea porque el
brazo de la muñeca se salió de su lugar, sea porque es la hora de
dormir, sea porque la tarea de la casa no salió del modo como quería,
sea porque no quiere hacer una tarea– sea el motivo que sea, podemos
hacerle la siguiente pregunta al niño, mirándolo a los ojos y con
bastante calma: "¿Este es un problema grande, un problema mediano o un
problema pequeño?".

Esos momentos de pensar al respecto de lo que sucede a su alrededor,
sinceramente, por lo menos aquí en casa, se volvieron mágicos. Y todas
las veces que hago la pregunta ella responde, y se encuentra la manera
de resolver el problema a partir de su percepción de dónde buscar la
solución.

Uno pequeño es siempre rápido y tranquilo de resolver. Uno que el niño
considere mediano, muy probablemente será resuelto pero no en el mismo
instante y él entenderá que hay cosas que necesitan algún esfuerzo
para que sucedan. Si un problema fuera grave –y obviamente que grave
en la cabeza de un niño no puede ser algo que se desprecie aunque a la
gente le parezca tonto– tal vez requiera más conversación y atención
para que entienda que hay cosas que no salen exactamente como uno
quiere.

Podría dar varios ejemplos de cuándo uso esta preguntita últimamente.
Uno de ellos fue a la hora de escoger la ropa para ir a la escuela.
Aquí no llevan uniforme. y muchas veces mi hija hace una escena para
escoger la ropa, especialmente ahora en que es necesario llevar ropa
de frío.

Para resumir: ella quería unos pantalones, sus preferidos se estaban
lavando, empezó a llorar y yo firme: Alice, ¿este es un problema
grande, mediano o pequeño? Ella, sin mucha gracia, mirándome, dijo
bajito: "Pequeño". Y yo una vez más le expliqué que ya sabíamos que
los problemas pequeños son fáciles de resolver.

Le pedí su sugerencia sobre cómo resolveríamos este problema pequeño
(aprendí que es importante darle tiempo para que ella piense y
responda) y ella: "Escogiendo otro pantalón". Y yo añadí: "¿Y tienes
más de un pantalón para escoger?". Ella sonrió y fue a buscar otro
pantalón.

La felicité por haber resuelto el problema porque, claro, dar valor a
la solución es una parte imprescindible para cerrar la historia.

Pienso que no existen los milagros en la educación de los hijos. El
otro día estaba pensando que realmente es una verdadera historia esta
misión de poner gente en el mundo: atravesar todas las fases, andar
caminos que a veces nos hacen caer en emboscadas, tener la humildad de
volver atrás y retomar otra senda. Este texto es sinceramente una gran
voluntad de compartir una luz que apareció en mi camino de mamá y
espero de corazón que te sirva a ti también.

Por Fabiana Santos, periodista, casada, madre de Felipe, de 11 años, y
de Alice, de 5. Ellos viven en Washington DC. Las respuestas al
"problema pequeño" están subiendo como espuma y ahora Alice hasta ríe
avergonzada con el inicio de un berrinche sin sentido. Ya hubo veces
en que ella fue sincera en decir: "Pienso que eso ni siquiera es un
problema, mamá".

Fuente: aleteia

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