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jueves, 26 de octubre de 2017

Islandia exitosa y el mundo ni se entera

En los últimos 20 años, Islandia ha reducido radicalmente el consumo de tabaco, drogas y bebidas alcohólicas entre los jóvenes. ¿Cómo lo ha conseguido y por qué otros países no siguen su ejemplo?

Falta poco para las tres de una soleada tarde de viernes, y el parque Laugardalur, cerca del centro de Reikiavik, se encuentra prácticamente desierto. Pasa algún que otro adulto empujando un carrito de bebé, pero si los jardines están rodeados de bloques de pisos y casas unifamiliares, y los críos ya han salido del colegio, ¿dónde están los niños?

En mi paseo me acompañan Gudberg Jónsson, un psicólogo islandés, y Harvey Milkman, catedrático de Psicología estadounidense que da clases en la Universidad de Reikiavik durante una parte del curso. Hace 20 años, cuenta Gudberg, los adolescentes islandeses eran de los más bebedores de Europa. “El viernes por la noche no podías caminar por las calles del centro de Reikiavik porque no te sentías seguro”, añade Milkman. “Había una multitud de adolescentes emborrachándose a la vista de todos”.

Nos acercamos a un gran edificio. “Y aquí tenemos la pista de patinaje cubierta”, dice Gudberg.

Hace un par de minutos hemos pasado por dos salas dedicadas al bádminton y al pimpón. En el parque hay también una pista de atletismo, una piscina con calefacción geotérmica y, por fin, un grupo de niños a la vista jugando con entusiasmo al fútbol en un campo artificial.

    Actualmente, Islandia ocupa el primer puesto de la clasificación europea en cuanto a adolescentes con un estilo de vida saludable

En este momento no hay jóvenes pasando la tarde en el parque, explica Gudberg, porque se encuentran en las instalaciones asistiendo a clases extraescolares o en clubs de música, danza o arte. También puede ser que hayan salido con sus padres.

Actualmente, Islandia ocupa el primer puesto de la clasificación europea en cuanto a adolescentes con un estilo de vida saludable. El porcentaje de chicos de entre 15 y 16 años que habían cogido una borrachera el mes anterior se desplomó del 42% en 1998 al 5% en 2016. El porcentaje de los que habían consumido cannabis alguna vez ha pasado del 17 al 7%, y el de fumadores diarios de cigarrillos ha caído del 23% a tan solo el 3%.

El país ha conseguido cambiar la tendencia por una vía al mismo tiempo radical y empírica, pero se ha basado en gran medida en lo que se podría denominar “sentido común forzoso”. “Es el estudio más extraordinariamente intenso y profundo sobre el estrés en la vida de los adolescentes que he visto nunca”, elogia Milkman. “Estoy muy impresionado de lo bien que funciona”.

Si se adoptase en otros países, sostiene, el modelo islandés podría ser beneficioso para el bienestar psicológico y físico general de millones de jóvenes, por no hablar de las arcas de los organismos sanitarios o de la sociedad en su conjunto. Un argumento nada desdeñable.

“Estuve en el ojo del huracán de la revolución de las drogas”, cuenta Milkman mientras tomamos un té en su apartamento de Reikiavik. A principios de la década de 1970, cuando trabajaba como residente en el Hospital Psiquiátrico Bellevue de Nueva York, “el LSD ya estaba de moda, y mucha gente fumaba marihuana. Había un gran interés en por qué la gente tomaba determinadas drogas”.

La tesis doctoral de Milkman concluía que las personas elegían la heroína o las anfetaminas dependiendo de cómo quisiesen lidiar con el estrés. Los consumidores de heroína preferían insensibilizarse, mientras que los que tomaban anfetaminas preferían enfrentarse a él activamente. Cuando su trabajo se publicó, Milkman entró a formar parte de un grupo de investigadores reclutados por el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos para que respondiesen a preguntas como por qué empieza la gente a consumir drogas, por qué sigue haciéndolo, cuándo alcanza el umbral del abuso, cuándo deja de consumirlas y cuándo recae.

“Cualquier chaval de la facultad podría responder a la pregunta de por qué se empieza, y es que las drogas son fáciles de conseguir y a los jóvenes les gusta el riesgo. También está el aislamiento, y quizá algo de depresión”, señala. “Pero, ¿por qué siguen consumiendo? Así que pasé a la pregunta sobre el umbral del abuso y se hizo la luz. Entonces viví mi propia versión del “¡eureka!”. Los chicos podían estar al borde de la adicción incluso antes de tomar la droga, porque la adicción estaba en la manera en que se enfrentaban a sus problemas”.
    “¿Por qué no organizar un movimiento social basado en la embriaguez natural, en que la gente se coloque con la química de su cerebro –porque me parece evidente que la gente quiere cambiar su estado de conciencia– sin los efectos perjudiciales de las drogas?”
En la Universidad Estatal Metropolitana de Denver, Milkman fue fundamental para el desarrollo de la idea de que el origen de las adicciones estaba en la química cerebral. Los menores “combativos” buscaban “subidones”, y podían obtenerlos robando tapacubos, radios, y más adelante, coches, o mediante las drogas estimulantes. Por supuesto, el alcohol también altera la química cerebral. Es un sedante, pero lo primero que seda es el control del cerebro, lo cual puede suprimir las inhibiciones y, a dosis limitadas, reducir la ansiedad.

“La gente puede volverse adicta a la bebida, a los coches, al dinero, al sexo, a las calorías, a la cocaína… a cualquier cosa”, asegura Milkman. “La idea de la adicción comportamental se convirtió en nuestro distintivo”.

De esta idea nació otra. “¿Por qué no organizar un movimiento social basado en la embriaguez natural, en que la gente se coloque con la química de su cerebro –porque me parece evidente que la gente quiere cambiar su estado de conciencia– sin los efectos perjudiciales de las drogas?”

En 1992, su equipo de Denver había obtenido una subvención de 1,2 millones de dólares del Gobierno para crear el Proyecto Autodescubrimiento, que ofrecía a los adolescentes maneras naturales de embriagarse alternativas a los estupefacientes y el delito. Solicitaron a los profesores, así como a las enfermeras y los terapeutas de los centros escolares, que les enviasen alumnos, e incluyeron en el estudio a niños de 14 años que no pensaban que necesitasen tratamiento, pero que tenían problemas con las drogas o con delitos menores.
    “No les dijimos que venían a una terapia, sino que les íbamos a enseñar algo que quisiesen aprender: música, danza, hip hop, arte o artes marciales”. La idea era que las diferentes clases pudiesen provocar una serie de alteraciones en su química cerebral y les proporcionasen lo que necesitaban para enfrentarse mejor a la vida. Mientras que algunos quizá deseasen una experiencia que les ayudase a reducir la ansiedad, otros podían estar en busca de emociones fuertes.
Al mismo tiempo, los participantes recibieron formación en capacidades para la vida, centrada en mejorar sus ideas sobre sí mismos y sobre su existencia, y su manera de interactuar con los demás. “El principio básico era que la educación sobre las drogas no funciona porque nadie le hace caso. Necesitamos capacidades básicas para llevar a la práctica esa información”, afirma Milkman. 

Les dijeron a los niños que el programa duraría tres meses. Algunos se quedaron cinco años.

Islandia sabe cómo acabar con las drogas entre adolescentes, pero el resto del mundo no escucha 

En 1991, Milkman fue invitado a Islandia para hablar de su trabajo, de sus descubrimientos y de sus ideas. Se convirtió en asesor del primer centro residencial de tratamiento de drogadicciones para adolescentes del país, situado en la ciudad de Tindar. “Se diseñó a partir de la idea de ofrecer a los chicos cosas mejores que hacer”, explica. Allí conoció a Gudberg, que por entonces estudiaba Psicología y trabajaba como voluntario. Desde entonces son íntimos amigos.

Al principio, Milkman viajaba con regularidad a Islandia y daba conferencias. Estas charlas y el centro de Tindar atrajeron la atención de una joven investigadora de la Universidad de Islandia llamada Inga Dóra Sigfúsdóttir. La científica se preguntaba qué pasaría si se pudiesen utilizar alternativas sanas a las drogas y el alcohol dentro de un programa que no estuviese dirigido a tratar a niños con problemas, sino, sobre todo, a conseguir que los jóvenes dejasen de beber o de consumir drogas.

¿Has probado el alcohol alguna vez? Si es así, ¿cuándo fue la última vez que bebiste? ¿Te has emborrachado en alguna ocasión? ¿Has probado el tabaco? Si lo has hecho, ¿cuánto fumas? ¿Cuánto tiempo pasas con tus padres? ¿Tienes una relación estrecha con ellos? ¿En qué clase de actividades participas?

En 1992, los chicos y chicas de 14, 15 y 16 años de todos los centros de enseñanza de Islandia rellenaron un cuestionario con esta clase de preguntas. El proceso se repitió en 1995 y 1997.

Los resultados de la encuesta fueron alarmantes. A escala nacional, casi el 25% fumaba a diario, y más del 40% se había emborrachado el mes anterior. Pero cuando el equipo buceó a fondo en los datos, identificó con precisión qué centros tenían más problemas y cuáles menos. Su análisis puso de manifiesto claras diferencias entre las vidas de los niños que bebían, fumaban y consumían otras drogas, y las de los que no lo hacían. También reveló que había unos cuantos factores con un efecto decididamente protector: la participación, tres o cuatro veces a la semana, en actividades organizadas –en particular, deportivas–; el tiempo que pasaban con sus padres entre semana; la sensación de que en el instituto se preocupaban por ellos, y no salir por la noche.

“En aquella época había habido toda clase de iniciativas y programas para la prevención del consumo de drogas”, cuenta Inga Dóra, que fue investigadora ayudante en las encuestas. “La mayoría se basaban en la educación”. Se alertaba a los chicos de los peligros de la bebida y las drogas, pero, como Milkman había observado en Estados Unidos, los programas no daban resultado. “Queríamos proponer un enfoque diferente”.

El alcalde de Reikiavik también estaba interesado en probar algo nuevo, y muchos padres compartían su interés, añade Jón Sigfússon, compañero y hermano de Inga Dóra. Por aquel entonces, las hijas de Jón eran pequeñas, y él entró a formar parte del nuevo Centro Islandés de Investigación y Análisis social de Sigfúsdóttir en 1999, año de su fundación. “Las cosas estaban mal”, recuerda. “Era evidente que había que hacer algo”.

Utilizando los datos de la encuesta y los conocimientos fruto de diversos estudios, entre ellos el de Milkman, se introdujo poco a poco un nuevo plan nacional. Recibió el nombre de Juventud en Islandia.

Las leyes cambiaron. Se penalizó la compra de tabaco por menores de 18 años y la de alcohol por menores de 20, y se prohibió la publicidad de ambas sustancias. Se reforzaron los vínculos entre los padres y los centros de enseñanza mediante organizaciones de madres y padres que se debían crear por ley en todos los centros junto con consejos escolares con representación de los padres. Se instó a estos últimos a asistir a las charlas sobre la importancia de pasar mucho tiempo con sus hijos en lugar de dedicarles “tiempo de calidad” esporádicamente, así como a hablar con ellos de sus vidas, conocer a sus amistades, y a que se quedasen en casa por la noche.

Asimismo, se aprobó una ley que prohibía que los adolescentes de entre 13 y 16 años saliesen más tarde de las 10 en invierno y de medianoche en verano. La norma sigue vigente en la actualidad.

Casa y Escuela, el organismo nacional que agrupa a las organizaciones de madres y padres, estableció acuerdos que los padres tenían que firmar. El contenido varía dependiendo del grupo de edad, y cada organización puede decidir qué quiere incluir en ellos. Para los chicos de 13 años en adelante, los padres pueden comprometerse a cumplir todas las recomendaciones y, por ejemplo, a no permitir que sus hijos celebren fiestas sin supervisión, a no comprar bebidas alcohólicas a los menores de edad, y a estar atentos al bienestar de sus hijos.

Estos acuerdos sensibilizan a los padres, pero también ayudan a reforzar su autoridad en casa, sostiene Hrefna Sigurjónsdóttir, directora de Casa y Escuela. “Así les resulta más difícil utilizar la vieja excusa de que a los demás les dejan hacerlo”.

Se aumentó la financiación estatal de los clubs deportivos, musicales, artísticos, de danza y de otras actividades organizadas con el fin de ofrecer a los chicos otras maneras de sentirse parte de un grupo y de encontrarse a gusto que no fuesen consumiendo alcohol y drogas, y los hijos de familias con menos ingresos recibieron ayuda para participar en ellas. Por ejemplo, en Reikiavik, donde vive una tercera parte de la población del país, una Tarjeta de Ocio facilita 35.000 coronas (250 libras esterlinas) anuales por hijo para pagar las actividades recreativas.

“No les dijimos que venían a una terapia, sino que les íbamos a enseñar algo que quisiesen aprender: música, danza, hip hop, arte o artes marciales”

Un factor decisivo es que las encuestas han continuado. Cada año, casi todos los niños islandeses las rellenan. Esto significa que siempre se dispone de datos actualizados y fiables.

Entre 1997 y 2012, el porcentaje de adolescentes de 15 y 16 años que declaraban que los fines de semana pasaban tiempo con sus padres a menudo o casi siempre se duplicó ­–pasó del 23 al 46%–, y el de los que participaban en actividades deportivas organizadas al menos cuatro veces por semana subió del 24 al 42%. Al mismo tiempo, el consumo de cigarrillos, bebidas alcohólicas y cannabis en ese mismo grupo de edad cayó en picado.

“Aunque no podemos presentarlo como una relación causal –lo cual es un buen ejemplo de por qué a veces es difícil vender a los científicos los métodos de prevención primaria– la tendencia es muy clara”, observa Kristjánsson, que trabajó con los datos y actualmente forma parte de la Escuela Universitaria de Salud Pública de Virginia Occidental, en Estados Unidos. Los factores de protección han aumentado y los de riesgo han disminuido, y también el consumo de estupefacientes. Además, en Islandia lo han hecho de manera más coherente que en ningún otro país de Europa”.

El caso europeo

Jón Sigfússon se disculpa por llegar un par de minutos tarde. “Estaba con una llamada de crisis”. Prefiere no precisar dónde, pero era una de las ciudades repartidas por todo el mundo que han adoptado parcialmente las ideas de Juventud en Islandia.

Juventud en Europa, dirigida por Jón, nació en 2006 tras la presentación de los ya entonces extraordinarios datos de Islandia a una de las reuniones de Ciudades Europeas contra las Drogas, y, recuerda Sigfússon, “la gente nos preguntaba cómo lo conseguíamos”.

La participación en Juventud en Europa se hace a iniciativa de los Gobiernos nacionales, sino que corresponde a las instancias municipales. El primer año acudieron ocho municipios. A día de hoy participan 35 de 17 países, y comprenden desde zonas en las que interviene tan solo un puñado de escuelas, hasta Tarragona, en España, donde hay 4.200 adolescentes de 15 años involucrados. El método es siempre igual. Jón y su equipo hablan con las autoridades locales y diseñan un cuestionario con las mismas preguntas fundamentales que se utilizan en Islandia más unas cuantas adaptadas al sitio concreto. Por ejemplo, últimamente en algunos lugares se ha presentado un grave problema con las apuestas por Internet, y las autoridades locales quieren saber si está relacionado con otros comportamientos de riesgo.

A los dos meses de que el cuestionario se devuelva a Islandia, el equipo ya manda un informe preliminar con los resultados, además de información comparándolos con los de otras zonas participantes. “Siempre decimos que, igual que la verdura, la información tiene que ser fresca”, bromea Jón. “Si le entregas los resultados al cabo de un año, la gente te dirá que ha pasado mucho tiempo y que puede que las cosas hayan cambiado”. Además, tiene que ser local para que los centros de enseñanza, los padres y las autoridades puedan saber con exactitud qué problemas existen en qué zonas.

El equipo ha analizado 99.000 cuestionarios de sitios tan alejados entre sí como las islas Feroe, Malta y Rumanía, así como Corea del Sur y, muy recientemente, Nairobi y Guinea-Bissau. En líneas generales, los resultados muestran que, en lo que se refiere al consumo de sustancias tóxicas entre los adolescentes, los mismos factores de protección y de riesgo identificados en Islandia son válidos en todas partes. Hay algunas diferencias. En un lugar (un país “del Báltico”), la participación en deportes organizados resultó ser un factor de riesgo. Una investigación más profunda reveló que la causa era que los clubs estaba dirigidos por jóvenes exmilitares aficionados a las sustancias para aumentar la musculatura, así como a beber y a fumar. En este caso, pues, se trataba de un problema concreto, inmediato y local que había que resolver.

Aunque Jón y su equipo ofrecen asesoramiento e información sobre las iniciativas que han dado buenos resultados en Islandia, es cada comunidad la que decide qué hacer a la luz de sus resultados. A veces no hacen nada. Un país predominantemente musulmán, que el investigador prefiere no identificar, rechazó los datos porque revelaban un desagradable nivel de consumo de alcohol. En otras ciudades –como en la que dio lugar a la “llamada de crisis” de Jón– están abiertos a los datos y tienen dinero, pero Sigfússon ha observado que puede ser mucho más difícil asegurarse y mantener la financiación para las estrategias de prevención sanitaria que para los tratamientos.

Ningún otro país ha hecho cambios de tan amplio alcance como Islandia. A la pregunta de si alguno ha seguido el ejemplo de la legislación para impedir que los adolescentes salgan de noche, Jón sonríe: “Hasta Suecia se ríe y lo llama toque de queda infantil”.

A lo largo de los últimos 20 años, las tasas de consumo de alcohol y drogas entre los adolescentes han mejorado en términos generales, aunque en ningún sitio tan radicalmente como en Islandia, y las causas de los avances no siempre tienen que ver con las estrategias de fomento del bienestar de los jóvenes. En Reino Unido, por ejemplo, el hecho de que pasen más tiempo en casa relacionándose por Internet en vez de cara a cara podría ser uno de los principales motivos de la disminución del consumo de alcohol.
    “Es el estudio más extraordinariamente intenso y profundo sobre el estrés en la vida de los adolescentes que he visto nunca”
Sin embargo, Kaunas, en Lituania, es un ejemplo de lo que se puede conseguir por medio de la intervención activa. Desde 2006, la ciudad ha distribuido los cuestionarios en cinco ocasiones, y las escuelas, los padres, las organizaciones sanitarias, las iglesias, la policía y los servicios sociales han aunado esfuerzos para intentar mejorar la calidad de vida de los chicos y frenar el consumo de sustancias tóxicas. Por ejemplo, los padres reciben entre ocho y nueve sesiones gratuitas de orientación parental al año, y un programa nuevo facilita financiación adicional a las instituciones públicas y a las ONG que trabajan en la mejora de la salud mental y la gestión del estrés. En 2015, la ciudad empezó a ofrecer actividades deportivas gratuitas los lunes, miércoles y viernes, y planea poner en marcha un servicio de transporte también gratuito para las familias con bajos ingresos con el fin de contribuir a que los niños que no viven cerca de las instalaciones puedan acudir.

Entre 2006 y 2014, el número de jóvenes de Kaunas de entre 15 y 16 años que declararon que se habían emborrachado en los 30 días anteriores descendió alrededor de una cuarta parte, y el de los que fumaban a diario lo hizo en más de un 30%.

Por ahora, la participación en Juventud en Europa no es sistemática, y el equipo de Islandia es pequeño. A Jón le gustaría que existiese un organismo centralizado con sus propios fondos específicos para centrarse en la expansión de la iniciativa. “Aunque llevemos 10 años dedicados a ello, no es nuestra ocupación principal a tiempo completo. Nos gustaría que alguien lo imitase y lo mantuviese en toda Europa”, afirma. “¿Y por qué quedarnos en Europa?”

El valor del deporte

Después de nuestro paseo por el parque Laugardalur, Gudberg Jónsson nos invita a volver a su casa. Fuera, en el jardín, sus dos hijos mayores –Jón Konrád, de 21 años, y Birgir Ísar, de 15–, me hablan del alcohol y el tabaco. Jón bebe alcohol, pero Birigr dice que no conoce a nadie en su instituto que beba ni fume. También hablamos de los entrenamientos de fútbol. Birgir se entrena cinco o seis veces por semana; Jón, que estudia el primer curso de un grado en administración de empresas en la Universidad de Islandia, practica cinco veces. Los dos empezaron a jugar al fútbol como actividad extraescolar cuando tenían seis años.

“Tenemos muchos instrumentos en casa”, me cuenta luego su padre. “Hemos intentado que se aficionen a la música. Antes teníamos un caballo. A mi mujer le encanta montar, pero no funcionó. Al final eligieron el fútbol”.

¿Alguna vez les pareció que era demasiado? ¿Hubo que presionarlos para que entrenasen cuando habrían preferido hacer otra cosa? “No, nos divertía jugar al fútbol”, responde Birgir. Jón añade: “Lo probamos y nos acostumbramos, así que seguimos haciéndolo”.

Y esto no es lo único. Si bien Gudberg y su mujer Thórunn no planifican conscientemente un determinado número de horas semanales con sus tres hijos, intentan llevarlos con regularidad al cine, al teatro, a un restaurante, a hacer senderismo, a pescar y, cada septiembre, cuando en Islandia las ovejas bajan de las tierras altas, hasta a excursiones de pastoreo en familia.

Puede que Jón y Birgir sean más aficionados al fútbol de lo normal, y también que tengan más talento (a Jón le han ofrecido una beca de fútbol para la Universidad Metropolitana del Estado de Denver, y pocas semanas después de nuestro encuentro, eligieron a Birgir para jugar en la selección nacional sub-17), pero, ¿podría ser que un aumento significativo del porcentaje de chavales que participan en actividades deportivas organizadas cuatro veces por semana o más tuviese otras ventajas, además de que los chicos crezcan más sanos?

¿Puede que tenga que ver, por ejemplo, con la aplastante derrota de Inglaterra por parte de Islandia en la Eurocopa de 2016? Cuando le preguntamos, Inga Dóra Sigfúsdóttir, que fue votada Mujer del Año de Islandia 2016, responde con una sonrisa: “También están los éxitos en la música, como Of Monsters and Men [un grupo independiente de folk-pop de Reikiavik]. Son gente joven a la se ha animado a hacer actividades organizadas. Algunas personas me han dado las gracias”, reconoce con un guiño.

En los demás países, las ciudades que se han unido a Juventud en Europa informan de otros resultados beneficiosos. Por ejemplo, en Bucarest, la tasa de suicidios de adolescentes ha descendido junto con el consumo de drogas y alcohol. En Kaunas, el número de menores que cometen delitos se redujo en un tercio entre 2014 y 2015.

Como señala Inga Dóra, “los estudios nos enseñaron que teníamos que crear unas circunstancias en las cuales los menores de edad pudiesen llevar una vida saludable y no necesitasen consumir drogas porque la vida es divertida, los chicos tienen muchas cosas que hacer y cuentan con el apoyo de unos padres que pasan tiempo con ellos”.

En definitiva, los mensajes –aunque no necesariamente los métodos– son sencillos. Y cuando ve los resultados, Harvey Milkman piensa en Estados Unidos, su país. ¿Funcionaría allí también el modelo Juventud en Islandia?

¿Y Estados Unidos?


Trescientos veinticinco millones de habitantes frente a 330.000. Treinta y tres mil bandas en vez de prácticamente ninguna. Alrededor de 1,3 millones de jóvenes sin techo frente a un puñado.

Está claro que en Estados Unidos hay dificultades que en Islandia no existen, pero los datos de otras partes de Europa, incluidas ciudades como Bucarest, con graves problemas sociales y una pobreza relativa, muestran que el modelo islandés puede funcionar en culturas muy diferentes, sostiene Milkman. Y en Estados Unidos se necesita con urgencia. El consumo de alcohol en menores de edad representa el 11% del total consumido en el país, y los excesos con el alcohol provocan más de 4.300 muertes anuales entre los menores de 21 años.

Sin embargo, es difícil que en el país se ponga en marcha un programa nacional en la línea de Juventud en Islandia. Uno de los principales obstáculos es que, mientras que en este último existe un compromiso a largo plazo con el proyecto nacional, en Estados Unidos los programas de salud comunitarios suelen financiarse con subvenciones de corta duración.

Milkman ha aprendido por propia experiencia que aun cuando reciben el reconocimiento general, los mejores programas para jóvenes no siempre se amplían, o como mínimo, se mantienen. “Con el Proyecto Autodescubrimiento parecía que teníamos el mejor programa del mundo”, recuerda. “Me invitaron dos veces a la Casa Blanca; el proyecto ganó premios nacionales. Pensaba que lo reproducirían en todos los pueblos y ciudades, pero no fue así”.

Cree que la razón es que no se puede recetar un modelo genérico a todas las comunidades porque no todas tienen los mismos recursos. Cualquier iniciativa dirigida a dar a los adolescentes estadounidenses las mismas oportunidades de participar en la clase de actividades habituales en Islandia y ayudarlos así a apartarse del alcohol y otras drogas, tendrá que basarse en lo que ya existe. “Dependes de los recursos de la comunidad”, reconoce.

Su compañero Álfgeir Kristjánsson está introduciendo las ideas islandesas en Virginia Occidental. Algunos colegios e institutos del estado ya están repartiendo encuestas a los alumnos, y un coordinador comunitario ayudará a informar de los resultados a los padres y a cualquiera que pueda emplearlos para ayudar a los chicos. No obstante, admite que probablemente será difícil obtener los mismos resultados que en Islandia.

    Se reforzaron los vínculos entre los padres y los centros de enseñanza mediante organizaciones de madres y padres que se debían crear por ley en todos los centros junto con consejos escolares con representación de los padres. Se instó a estos últimos a asistir a las charlas sobre la importancia de pasar mucho tiempo con sus hijos en lugar de dedicarles “tiempo de calidad” esporádicamente

La visión a corto plazo también es un obstáculo para la eficacia de las estrategias de prevención en Reino Unido, advierte Michael O’Toole, director ejecutivo de Mentor, una organización sin ánimo de lucro dedicada a reducir el consumo de drogas y alcohol entre los niños y los jóvenes. Aquí tampoco existe un programa de prevención del alcoholismo y la toxicomanía coordinado a escala nacional. En general, el asunto se deja en manos de las autoridades locales o de los centros de enseñanza, lo cual suele suponer que a los chicos solamente se les da información sobre los peligros de las drogas y el alcohol, una estrategia que O’Toole coincide en reconocer que está demostrado que no funciona.

El director de Mentor es un firme defensor del protagonismo que el modelo islandés concede a la cooperación entre los padres, las escuelas y la comunidad para ayudar a dar apoyo a los adolescentes, y a la implicación de los padres o los tutores en la vida de los jóvenes. Mejorar la atención podría ser de ayuda en muchos sentidos, insiste. Incluso cuando se trata solamente del alcohol y el tabaco, abundan los datos que demuestran que, cuanto mayor sea el niño cuando empiece a beber o a fumar, mejor será su salud a lo largo de su vida.

Pero en Reino Unido no todas las estrategias son aceptables. Los “toques de queda” infantiles es una de ellas, y las rondas de los padres por la vecindad para identificar a chavales que no cumplen las normas, seguramente otra. Asimismo, una prueba experimental llevada a cabo en Brighton por Mentor, que incluía invitar a los padres a asistir a talleres en los colegios, descubrió que era difícil lograr que participasen.

El recelo de la gente y la renuencia a comprometerse serán dificultades allá donde se proponga el método islandés, opina Milkman, y dan de lleno en la cuestión del reparto de la responsabilidad entre los Estados y los ciudadanos. “¿Cuánto control quieres que tenga el Gobierno sobre lo que pasa con tus hijos? ¿Es excesivo que se inmiscuya en cómo vive la gente?”

En Islandia, la relación entre la ciudadanía y el Estado ha permitido que un eficaz programa nacional reduzca las tasas de abuso del tabaco y el alcohol entre los adolescentes y, de paso, ha unido más a las familias y ha contribuido a que los jóvenes sean más sanos en todos los sentidos. ¿Es que ningún otro país va a decidir que estos beneficios bien merecen sus costes?

Este artículo fue publicado originalmente en inglés por Mosaic Science https://mosaicscience.com/story/iceland-prevent-teen-substance-abuse

Fuente: https://elpais.com/elpais/2017/10/02/ciencia/1506960239_668613.html

viernes, 20 de octubre de 2017

Mi abuela y la Comunicación No Violenta

Por Marschall Rosenberg
 
Una vez pregunté a mi tío Julius cómo había logrado desarrollar esa notable capacidad para dar tan generosamente. Me pareció que mí pregunta lo halagaba y, antes de contestar, se quedó unos momentos pensativo: 

«Tuve la suerte de contar con buenos maestros», me respondió al fin. Al pedirle que me los nombrara, recordó: «Tu abuela fue la mejor maestra que tuve. Cuando naciste ya estaba enferma, por lo que no puedes saber cómo era en realidad. ¿No te contó tu madre que, en la época de la Depresión, recibió en su casa a un sastre, a su esposa y a sus dos hijos porque habían perdido su vivienda y su negocio y que vivieron tres años en su casa?». 

Yo recordaba muy bien esa historia porque me había impresionado muchísimo cuando me la contó mi madre. ¿De dónde habría sacado mí abuela el espacio necesario para ofrecer alojamiento en su casa al sastre y a su familia teniendo en cuenta que vívía modestamente y que además ya tenía nueve hijos?

Mi tío Julius siguió recordando la actitud generosa y compasiva de mi abuela a través de unas cuantas anécdotas más, todas las cuales yo ya conocía desde la niñez. Y después me preguntó:

- Seguramente tu madre te habló de Jesús, ¿verdad?

— ¿De quién? —pregunté yo.
- De Jesús.
- No, jamás me habló de Jesús.

La historia sobre Jesús fue el último regalo que, antes de morir, me hizo mi tío Julius. Me contó que una vez un hombre llamó a la puerta de la casa de mi abuela y le pidió que le diera algo de comer. No era raro que pasara esto, porque todos los vecinos sabían que, pese a ser muy pobre, jamás habría negado comida a nadie que se la pidiera. Aquel hombre era barbudo y tenía una cabellera negra desaliñada; iba cubierto de harapos y del cuello le colgaba una cruz tosca hecha con unas ramas unidas por una cuerda. Mí abuela lo invitó a entrar en la cocina y le dio de comer; mientras él comía, le preguntó cómo se llamaba:

-Me llamo Jesús respondió él.
¿No tiene apellido? -inquirió ella.
-Soy Jesús, el Señor.

(Mi abuela no hablaba bien el inglés. Y otra tío mío, Isidor, me contó que cuando él entró en la cocina de mi abuela mientras el hombre estaba comiendo, ésta se lo presentó como: Sr. Elseñor.)

A su manera judía, me enseñó lo que Jesús decía. De esa forma sencilla, me enseñó lo que Jesús decía.

Mientras seguía comiendo, mí abuela le preguntó al hombre dónde vivía.

—No tengo casa —respondió él.
—Pero, ¿dónde dormirá esta noche? Hace frío.
-No lo sé.
-¿Le gustaría quedarse aquí? -se ofreció mi abuela.

El hombre se quedó siete años en la casa.

Mi abuela practicaba habitualmente la comunicación no violenta. No se paró a pensar en lo que «era» aquel hombre. De haberlo hecho, lo más probable es que se hubiera dicho que era un loco y habría hecho todo lo posible para sacárselo de encima. Mi abuela pensaba en función de los sentimientos y necesidades de las personas con las que se encontraba. Si tenían hambre, les daba de comer. Si no tenían un techo bajo el cual cobijarse, les ofrecía un sitio donde dormir.

A mi abuela le encantaba bailar, y mi madre recuerda que solía decir: «Nunca camines si puedes bailar». Por esto quiero terminar este libro sobre el lenguaje de la compasión con una canción que trata de mi abuela, una mujer que habló y vivió el lenguaje de la comunicación no violenta.

    Un día un hombre llamado Jesús a casa de mí abuela llamó.
    Sólo un bocado le pidió, pero ella mucho más le dio.
    Dijo que era Jesús, el Señor; ella a Roma no lo fue a averiguar.
    Se quedó en su casa muchos años, como muchos que no tenían hogar.
    A su manera judía, me enseñó lo que Jesús decía.
    De esa forma sencilla, me enseñó lo que Jesús decía:
    «Alimenta al hambriento y cura al enfermo, y descansa después.
    Nunca camines si puedes bailar, y haz de tu casa un nido de paz».
Fuente: Marschall Rosenberg - Comunicación No Violenta - EPÍLOGO


Los Amish: Las únicas personas que no tienen cáncer

Muchos se ríen de ellos, pero son las únicas personas que casi nunca tienen cáncer.

Los Amish son conocidos por usar carritos tirados por caballos, evitar las comodidades modernas y usar ropa anticuada.

El cáncer es una enfermedad mortal y una de las formas más dolorosas de morir. Pero, hay un cierto grupo de personas, los Amish, que casi nunca mueren la dolorosa muerte de Cáncer. Esta hazaña se logra mediante su estilo de vida pasado de moda y su negativa a perder su forma de vida tradicional. Según un estudio reciente, los Amish tienen las tasas de cáncer más bajas que el resto de los estadounidenses según un estudio publicado recientemente en la revista "Cancer Causes and Control".

Se descubre que los Amish son mucho más saludables que la mayoría de los estadounidenses debido a su estilo de vida exclusivo que no solo los mantiene en forma sino que también previene enfermedades mortales como el cáncer. Anteriormente se creía que los Amish tenían una mayor tasa de contraer la enfermedad del cáncer, ya que se casan entre sí y están aislados de la sociedad exterior. Pero, después de una investigación detallada sobre la población Amish, los especialistas médicos del Instituto de Investigación Solove y del James Cancer Hospital de la Ohio State University descubrieron que, contrariamente a la creencia, los Amish son más aptos y saludables que sus contrapartes estadounidenses ya que su estilo de vida promueve la buena salud y menores posibilidades de contraer cáncer

¿Qué hace que la población Amish sea más saludable?

Los Amish tienen una gran moral; no son compatibles con beber, fumar o tener relaciones sexuales promiscuas. También son muy trabajadores y creen en el trabajo físico. Se emplean en trabajos de construcción, agricultura y otros trabajos de producción que mantienen su cuerpo en forma. Sus hábitos juegan un papel vital en mantener su estilo de vida saludable y reducir las posibilidades de cáncer.

¿Qué come la gente Amish?

La comida Amish es altamente nutritiva y orgánica ya que los Amish cultivan sus propios cultivos y se mantienen alejados de los químicos y fertilizantes artificiales. Sus métodos orgánicos probados tiempo les dan frutas, vegetales, leche y otros productos lácteos no contaminados ya que todo se nutre en un ambiente no contaminado.

La alimentación no adulterada y la vida en un entorno natural ayudan a las personas amish a lograr un sistema inmune fuerte que a su vez reduce las tasas de cáncer y aumenta su vida. La comida Amish es conocida por su sabor natural, enzimas vivas y una alta dosis de nutrientes que son totalmente orgánicos. 

Mucha gente se burla de los Amish debido a sus formas conservadoras de mantener su vida simple y productiva, pero su tradición y sus valores los ayudan a tener una vida larga y saludable sin ningún rastro de enfermedades.

Ponte saludable como el pueblo de los Amish

La población Amish vive por su alta moral, comida nutritiva local y vida simple que los mantiene alejados de todas las enfermedades mortales y medicamentos. Si comparamos el estilo de vida de los Amish con el de sus contrapartes perezosas, que ingieren medicamentos y que consumen alimentos procesados, queda claro qué estilo de vida es digno de aplaudir. 

Los Amish pueden ser anticuados, todavía usan buggies en lugar de automóviles, hacen su propia agricultura en lugar de comprar en supermarts, pero inadvertidamente su pensamiento tradicional los hace sanos y los salva de Cáncer. El esfuerzo físico, la comida local y orgánica y mantenerse alejado de fumar y beber puede lograr un estilo de vida saludable al igual que los Amish.


Los 7 mandamientos originales






















1. Ama al Amor. 

2. Teme a la Divinidad que mata, para que no mueras.

3. El Amor en ti es santo. Por esto respeta a tu hermano, como también el Amor en la Divinidad os respeta y tiene alegría en ti y tu hermano.

4. Eres propietario de ti mismo y eres propiedad del Amor de Dios; por eso, que nadie rapte y no se apodere del otro.

5. Nunca cubras tu semblante ante tu hermano con la intención que este no sepa cómo es el Amor... para que seas como el Amor que te llamó a la existencia.
6. Que tu interior sea a la vez tu exterior, para que no se introduzcan emociones falsas dentro de ti que puedan causar tu perdición.

7. Que tu exterior sea el retrato fiel de tu espejo interior, en el que se contempla el Amor de la Divinidad. De lo contrario el espejo interior se romperá y tu aspecto exterior se volverá horrible.

(gobd1.5.12)

Las oriónidas

Se calcula que se podrán ver unos 23 meteoros por hora en las noches del 20  y del 21 de octubre del 2017.

Esta "lluvia" de meteoros se llama las oriónidas y serán visibles hasta el 7 de noviembre.

Son meteoros de velocidad alta que radian de la constelación de Orión. Su declinación (+16º) próxima al Ecuador Celeste permite su observación desde todo el globo.

Los meteoros son verde amarillos, formados por partículas grandes que generan trazos persistentes.

El cuerpo progenitor de las Oriónidas es el cometa 1P/Halley. Uno de los cometas más conocidos, cuyo último paso tuvo lugar en 1986. Este cometa periódico da lugar a otra lluvia de meteoros de actividad moderada, las Eta Acuáridas que tienen lugar cada año en el mes de mayo.

Los pequeños cuerpos pesan apenas unos miligramos, pero, debido a su alta velocidad, producen una huella luminosa a través de la ionización de las partículas del aire en la atmósfera superior.

martes, 17 de octubre de 2017

Van Lommel: La conciencia no está en el cerebro

Van Lommel reta a la medicina oficial: "La conciencia no está en el cerebro. Sobrevive a la muerte"

  • Le avalan más de 30 años  estudiando las experiencias cercanas a las muerte (ECM)

  • Van Lommel cuestiona en "Consciencias más allá de la vida" la eutanasia y la extracción de órganos en personas con muerte cerebral

El libro “Vida después de la Vida” supuso en 1975 un auténtico tsunami. Su autor, Raymond Moody, introdujo por primera vez la expresión “experiencias cercanas a la muerte “ (ECM), que el cine ha popularizado en películas como "Más allá de la vida” (2010), dirigida por Clint Eastwood o  la francesa “Premonición”( Afterwards) (2008) protagonizada por John Malkovich, que es la que más se aproxima a las teorías de Van Lommel.

La clase médica oficial calificó los relatos de las ECM de meras alucinaciones provocadas por por la ausencia de oxígeno en el cerebro(anoxia) y la liberación de las endorfinas, un opiáceo natural que sirve para contrarrestar situaciones de estrés como una parada cardiorespiratoria.Van Lommel no creyó en esa explicación oficial. En 1981 publicó en la revista Lancet  una primera investigación sobre las experiencias de pacientes que habían sufrido una ECM tras superar una  parada cardiorespiratoria con muerte cerebral. Más de treinta años después, dedicados al estudio de los ECM, se  publica en España “Consciencia más allá de la vida”., escrito por este cardiólogo holandés. No te deja indiferente.

La última frontera

Van Lommel nos ofrece un dato desconcertante. Sólo un 18% de los pacientes con encefalograma plano sufren una ECM. No son meras alucinaciones. Ni intervienen las endorfinas. El regreso siempre es abrupto y doloroso.Hay más. No se pierde la identidad propia. Además ven y escuchan todo lo que ocurre a su alrededor, pese estar en otro estado, sin tiempo ni espacio.“Sentí –asegura una paciente- que me iba deslizando hacia las profundidades de otro estado de conciencia. Por decirlo de algún modo, mi conciencia  viajaba mientras mi cuerpo permanecía inmóvil sobre la cama. Podía ver mi cuerpo, no sentirlo”.

Los que experimentan una ECM constatan la existencia de una última frontera; más allá de la cual llegaba la muerte, el viaje sin retorno. Así lo experimentó un joven, completamente sordo, que casi se ahoga a los diez años.

“Entonces alcancé la frontera. A pesar de tener diez años, no necesité más explicaciones. Sencillamente comprendí que nunca podría volver si cruzaba aquel límite. Pero alguno de mis antepasados estaban al otro lado, llamando mi atención, porque se comunicaban conmigo mediante una especie de telepatía.”
¿Dónde está esa frontera entre la vida y la muerte?, nos preguntamos con Van Lommel. Hasta ahora se distinguía la llamada muerte clínica (cese de la respiración y de la actividad cardíaca) de la muerte biológica, en la cual el cerebro pierde las funciones de forma irreversible sin posibilidad de reanimación. Van Lommel pide revisar estos conceptos admitidos por la medicina oficial.

Los regresados

Estas experiencias cercanas a la muerte se producían en el pasado. El psicoanalista Gustav Jung sufrió una ECM. Son experiencias que han aumentado con los avances médicos de resucitación. Las ECM no dependen de factores como la religión, la raza, el sexo o a cultura. Los niños también sufren las ECM. “Cuanto tenía cinco años  contraje meningitis y entré en coma. `Morí´ y fui arrastrado hacia un vacío oscuro y seguro en el que no sentía miedo ni dolor. Me sentía en casa, en aquel lugar…Vi una niña pequeña de unos díez años. Noté que me reconocía. Nos abrazamos y me dijo:”Soy tu hermana. Morí un mes antes de que tú nacieras….Mis padres quedaron tan impactados que les entró el pánico(…)Me confirmaron que, en efecto, habían perdido a una hija llamada Riertje. Habían decidido no decírnoslo ni a mi ni a mi hermano hasta que fuéramos lo suficiente mayores para entender  el significado de la vida y la muerte”

 Además de estos encuentros los regresados se ven rodeados por una luz inexplicable tras un largo túnel. Experimentan también un cambio de percepción, especialmente sorprendente en personas sin visión.”Lo siguiente que recuerdo es que estaba en el Centro Médico Harborview, contemplando todo lo que sucedía allí abajo. Y era terrorífico, dado que no estoy acostumbrada a ver las cosas de forma visual, ¡porque nunca antes lo había hecho! ¡Y al comienzo era algo espeluznante!  Y entonces por fín reconocí mi anillo de boda y mi pelo. Y pensé: “¿Eso de ahí abajo es mi cuerpo? ¿Estoy muerta o qué? Ellos(los médicos) no paraban de repetir:¡No podemos traerla de vuelta!...”

No todas las ECM son tan gratificantes. Un porcentaje pequeño, entre un 1% o un 2%, de los regresados tiene una ECM aterradora que les deja un recuerdo perenne durante toda su vida. Y esto mismo ocurre en todas las ECM

El síndrome del regreso

Las ECM están más extendidas de lo que se creen. Según  Van Lommel  unas 600.000 personas en los Países Bajos, 2 millones en el Reino Unido y más de 9 millones en EEUU han tenido una ECM. Los regresados inician, después de una ECM, una búsqueda silenciosa para entender su experiencia. “Cuando regresé de aquel mundo maravilloso, de aquella experiencia fascinante, el recibimiento que se me dió aquí, en este mundo, fue frío, gélido, y sobre todo desprovisto de amor”, aseguró una mujer que sufrió una ECM tras graves complicaciones en el parto.
Van Lommel describe un auténtico síndrome del regreso. Las posibilidades de divorcio aumentan al no aceptar la pareja los relatos de una ECM. En los jóvenes pueden buscarse vías de escape como las drogas o el alcoholismo. 

Sólo la aceptación de esta experiencia –afirma Van Lommel- puede tener efectos positivos, pero desgraciadamente los médicos no están preparados para afrontar estas pacientes con síntomas tan desconcertantes. Ni siquiera en la Iglesia encuentran respuestas.

Los regresados experimentan otros cambios  No tienen miedo a la muerte, son más altruistas y, sobre todo, más espirituales. Tienen que aprender también nuevas sensaciones tras una ECM como una intuición agudizada, clarividencia, ver las emociones y sentimienos de los demás, y lo más sorpendente, su cuerpo puede emitir un campo electromagnético que rompe cualquier aparato eléctrico con un simple roce. También ven el aura de las personas como comprobamos en “Premonición”( Afterwards).

La conciencia no está en el cerebro

Van Lommel  no es creyente. No cree en la trascendencia, pero rechaza, tal como se enseña hoy, que la conciencia sea producto o efecto de la función cerebral. Este heterodoxo holandés habla de la muerte como un cambio de conciencia. La muerte supone entrar en lo que él llama un conciencia no local, sin tiempo ni espacio. Plantea una especie de inmanentismo metafísico. La idea de Dios se ha sustitudo en Van Lommel en por una conciencia humana colectiva o universal que conecta a cada individuo con todo cuanto existe , ha existido o existirá. Y argumenta esta explicación, acudiendo a la Física cuántica.

 Platea también que el cordón umbilical que nos une con esa conciencia no local es el ADN, que  –afirma Van Lommel- permite explicar la continuidad de nuestro cuerpo siempre cambiante. Este cardiólogo llega a una conclusión que parece ciencia ficción: la memoria trasplantada  en las donaciones de órganos. "En ocasiones- afirma- el ADN del órgano trasplantado continúa funcionando como zona de resonancia o interfaz de la conciencia del donante, permitiendo al receptor del órgano sentir retazos de sentiemientos e ideas que apuntan a la personalidad y a la conciencia del donante fallecido". Estremecedor.

¿Cuándo empieza la muerte?

Las ECM  rompen los viejos prejuicios sobre la muerte. Es la propuesta de este médico contracorriente que cuestiona la extracción de órganos en donantes cerebralmente muertos. ¿Equivale la muerte cerebral a la muerte?, se pregunta este cardiólogo holandés, que nos revela un dato estremecedor. "La mayoría de la gente ignora que la extracción de órganos de un paciente `muerto´ a menudo requiere la administración de anestesia general, a causa del llamado síndrome de Lázaro: reflejos violentos del donante cuya muerte se ha certificado".

También  cuestiona la eutanasia (legal en Holanda desde 2001).  “Podría cambiar la actitud de los pacientes, su deseo de solicitar la eutanasia o un suicidio asistido, si se dieran cuenta de que la conciencia sobrevive a la muerte porque no tiene principio ni fin”.

A Pim Van Lommel no es fácil callarle. Es un científico atípico dispuesto a intervenir en programas de TV y a ser entrevistado en prensa y también en televisión. También tiene su propia web, donde recibe cartas como éstas de personas que han sufrido una ECM

En cualquier caso, para mí, personalmente esta experiencia ha sido decisiva para convencerme de que la conciencia perdura más alla´de la tumba. Lo muerto ha resultado no estarlo, sino ser otra forma de vida” 

Fuente: http://www.rtve.es/noticias/20120820/van-lommel-cardiologo-holandes-reta-medicina-oficial-conciencia-no-esta-cerebro-plena-infinita/558460.shtml

Pim van Lommel: Experiencias después de la muerte

Hasta que en 1986 leí el testimonio de un estudiante de Medicina, George Ritchie, que resucitó tras nueve minutos de muerte clínica. Me impresionó tanto que empecé a estudiar en profundidad esos casos.

¿Tantos había?
En 1988 ya tenía doce episodios incuestionables y creé una red de investigación con otros diez hospitales holandeses. Iniciamos un estudio clínico prospectivo de 344 pacientes, que publicó The Lancet (2001).

Causó un impacto mundial.
Tanto que ya le avancé entonces, cuando usted me entrevistó, que, tras 31 años de cardiología, me iba a dedicar en exclusiva a las experiencias cercanas a la muerte (EDM).

¿Qué hemos aprendido desde el 2001?
Tenemos más preguntas, además de la clásica: ¿si la conciencia es un mero producto del cerebro, cómo puede sobrevivir y explicar la experiencia de la muerte?

¿Qué dice la ortodoxia médica?
Que se trata de meras alucinaciones causadas por la anoxia (carencia de oxígeno).

¿Y qué le dice su investigación?
Si la causa fuera la anoxia, todos los que vuelven a la vida tras la muerte tendrían EDM, porque todos la sufren, pero, en cambio, sólo el 18% tiene esas experiencias.

¿Qué explican sobre ellas?
Coinciden en hablar de recuerdos, cognición y emociones y mantienen la identidad, un punto crucial, porque el ego es el enlace entre la conciencia y el cuerpo.

¿Luces, voces, su vida en un instante...?
Las han experimentado miles de personas, pero no todos las explican por temor a ser tachados de lunáticos o porque creen que las causan la medicación o la enfermedad.

¿Todos experimentan lo mismo?
No todos experimentan todo, pero todos citan algunas experiencias recurrentes que coinciden en un cruce espacio-temporal.

¿A qué se refiere?
Es la revisión de la vida pasada, pero también la futura y presente: algunos, al volver, anticipan sucesos y reinterpretan los ya pasados, así que suelen cambiar de pareja, de trabajo, de existencia, porque han contemplado su vida en conjunto durante su EDM.

¿Cómo son esas visiones?
Inefables, a menudo el lenguaje carece de términos para explicarlas. Una EDM de tres minutos puede requerir semanas de testimonio en el que no se repite un solo episodio. El tiempo, como le decía, transcurre de un modo único en síntesis con el espacio y una constelación de familiares y afectos.

Por ejemplo.
Un paciente refiere cómo en su EDM había visto a un señor desconocido sonriéndole. Diez años después, su madre agonizante le reveló que él era hijo de una relación extramarital y le mostró una fotografía de su padre biológico, asesinado en un campo de concentración: era aquel señor sonriente.

¿Cómo sabe que esos pacientes clínicamente muertos siguen conscientes?
Lo prueban cientos de casos. En Conciencia más allá de la vida explico el de un hombre de 43 años que nos llegó cianótico, frío, sin tensión y con las pupilas dilatadas. La enfermera le extrajo la dentadura postiza y la depositó en un cajón. Resucitó inexplicablemente tras un largo coma y preguntó por sus dientes.

Si estas vivo, resultan muy útiles.
Reconoció, al verla, a la enfermera y le pidió que se los devolviera. Ella nos llamó alarmada y entonces el paciente nos relató en detalle lo que habíamos dicho y hecho cuando llegó muerto a urgencias del hospital.

¿Y usted qué cree?
Nuestra conciencia no es más que un retransmisor para esta dimensión de nuestro ser en varias. Es como una radio que, mientras vivimos aquí, sintoniza con este universo. Nuestra muerte sólo es un cambio de conciencia, una transición. Sólo morimos en una dimensión para pasar a otras.

¿Es una convicción religiosa?
Es física cuántica. Yo no soy creyente. Muchas religiones se han acercado a esa realidad con técnicas de paso entre esas dimensiones, como la meditación o el misticismo.

¿Cómo lo sabe?
Porque estudio casos -me consultan decenas cada día- y las experiencias son recurrentes y concurrentes: confluyen tiempo -pasado, presente y futuro: tienen visiones- y espacio en sensación de unidad.

...
Y esos testimonios de cada día coinciden con los relatos de la mística y las visiones de profetas, gurús y santos desde hace siglos.

¿Todo está conectado?
Ven la luz (los niños me cuentan que un ángel; los ateos hablan de "una energía" y los creyentes, de Dios). Todos se refieren a lo mismo y que en ello se sienten integrados.

¿Por qué la ciencia lo ignora?
Hasta ahora, la mecánica cuántica demuestra que la luz consta de partículas que al mismo tiempo son ondas -creo que nuestra conciencia las retransmite- dependiendo del estado del observador.

La experiencia de lo objetivo, al fin, depende de tu estado subjetivo.
Así que, desde los gurús milenarios hasta los físicos cuánticos, cuando asumes tu transición sin miedo experimentas un anticipo de esa sensación de plenitud.

Fuente: http://www.lavanguardia.com/lacontra/20120605/54303448302/pim-van-lommel.html

lunes, 16 de octubre de 2017

El mito de la pérdida de grasa localizada

De una vez por todas hay que romper ese mito de la pérdida de grasa localizada, tan utilizado por el marketing de productos relacionados al fitness que lo único que busca es venderte una solución a lo que más anhelas. ¡Perder grasa localizada en las zonas que nosotros queremos no es posible! Cuántos habrán hecho miles de abdominales o ejercicios de piernas y glúteos con la esperanza de perder grasa en esas zonas o    hasta comprado esos aparatos que estimulan la zona media con la esperanza de ver resultados.

Para movilizar nuestros depósitos de grasa son necesarios varios procesos. La grasa se almacena en nuestro cuerpo como depósito de energía para momentos de escasez o de supervivencia. Para reducirla, todo se inicia siempre por estímulos o señales que muestren que requerimos calorías extras. Por ejemplo, el ejercicio físico, que hace que se sinteticen hormonas y enzimas enviadas por la sangre a las células grasas para empezar a movilizar nuestros depósitos. Al ser enviadas por la sangre, son llevadas a todo el cuerpo, no se trata de una circulación local. Es fisiológicamente imposible conseguir pérdida localizada de grasa, pues la respuesta hormonal se da en todo el cuerpo.

Si eres mujer, es muy probable que tiendas a acumular grasa en muslos y glúteos, y si eres hombre, en la zona del cinturón abdominal, debido a la genética de género. Dentro de esta regla general, se puede almacenar más o menos grasa dependiendo de la genética de cada individuo. Puede haber zonas como el cuello, la cara o el tren superior donde se perciba ima pérdida de grasa más pronunciada, pero realmente se da la misma proporción que en el resto del cuerpo.

Entendiendo todo esto, quedará claro que realizar ejercicios con la intención de perder grasa en una zona en especial no logrará el propósito buscado. Fortalecerás la musculatura que trabajes específicamente, lo que no tiene que ver con el consumo local de depósitos de grasa. Para lograr un tipo de entrenamiento eficiente que reduzca el porcentaje de grasa corporal, debemos estimular un consumo calórico o de energía elevado. La idea general es mantener o aumentar la musculatura para que nuestro metabolismo se acelere y consuma más calorías estando en reposo, pues el objetivo principal debe ser perder grasa, no necesariamente peso. Y, por supuesto, acompañar el entrenamiento con un déficit calórico razonable y sostenible en el tiempo a través de una alimentación saludable y consciente.

Eso lo logramos de dos maneras:

1 Con entrenamientos de alta intensidad. No solo se estimula el consumo calórico durante el entrenamiento, sino también después de realizado el ejercicio para volver al cuerpo a su estado de equilibrio, usando las reservas de energía de los depósitos de grasa. Entrenar al menos 20 minutos de manera intensa o con intervalos de alta intensidad es una gran forma de perder grasa.

2 Con trabajos de fuerza multiarticulares. Este tipo de ejercicios utiliza movimientos en los que intervienen varias articulaciones o un mayor reclutamiento de músculos con cargas externas como mancuernas, barras, etc. Así estimulamos el desarrollo de nuestra musculatura y un mayor consumo de energía en menor tiempo.

 Fuente: Publimetro

lunes, 2 de octubre de 2017

Como desarmar un berrinche

Un consejo valioso para la educación de los pequeños

Yo no he leído todos los libros de psicología infantil, ni he hecho
ningún curso de cómo evitar / interrumpir / acabar con el berrinche de
un hijo. Pero a causa de una experiencia personal relacionada con mi
hija de 5 años, quisiera compartir contigo una "fórmula" que aprendí
recientemente para que logres cambiar el rumbo de las cosas con tus
hijos que insisten en hacer un drama por cualquier cosa.

Antes que nada, necesito contarte una historia. Mi hija entró a la
guardería, y estaba un poco ansiosa, siempre repetía que no iba a
hablar sobre las primeras semanas de escuela, quedándose un poco
nerviosa. Y ese comportamiento terminó saliéndose de control en casa:
ella aumentó los momentos de hacer drama por cualquier cosa, incluso
las más simples.

Por indicación de la escuela, buscamos una psicóloga infantil para
algunas sesiones, para que Alice pudiera hablar sobre lo que estaba
sintiendo y así las cosas pudieran calmarse.

De entre los varios consejos que la psicóloga Sally Neuberger dio, uno
me pareció fantástica, a pesar de ser simple, y es exactamente por eso
que me gustaría contarlo aquí.

La psicóloga me explicó que necesitamos hacer que el niño se sienta
respetado, en el sentido de dar valor a lo que él está sintiendo. Y
así, a la hora de una crisis, sea por el motivo que sea, un niño a
partir de los 5 años necesita ser atendido, es decir,  pensar y
encontrar la respuesta sobre lo que le está sucediendo.

Esta valoración que hacemos sobre lo que le está pasando y, al mismo
tiempo, el hecho de incluirlo en la solución de la cuestión desmonta
la creación del caso.

De forma más objetiva: cuando empieza un berrinche – sea porque el
brazo de la muñeca se salió de su lugar, sea porque es la hora de
dormir, sea porque la tarea de la casa no salió del modo como quería,
sea porque no quiere hacer una tarea– sea el motivo que sea, podemos
hacerle la siguiente pregunta al niño, mirándolo a los ojos y con
bastante calma: "¿Este es un problema grande, un problema mediano o un
problema pequeño?".

Esos momentos de pensar al respecto de lo que sucede a su alrededor,
sinceramente, por lo menos aquí en casa, se volvieron mágicos. Y todas
las veces que hago la pregunta ella responde, y se encuentra la manera
de resolver el problema a partir de su percepción de dónde buscar la
solución.

Uno pequeño es siempre rápido y tranquilo de resolver. Uno que el niño
considere mediano, muy probablemente será resuelto pero no en el mismo
instante y él entenderá que hay cosas que necesitan algún esfuerzo
para que sucedan. Si un problema fuera grave –y obviamente que grave
en la cabeza de un niño no puede ser algo que se desprecie aunque a la
gente le parezca tonto– tal vez requiera más conversación y atención
para que entienda que hay cosas que no salen exactamente como uno
quiere.

Podría dar varios ejemplos de cuándo uso esta preguntita últimamente.
Uno de ellos fue a la hora de escoger la ropa para ir a la escuela.
Aquí no llevan uniforme. y muchas veces mi hija hace una escena para
escoger la ropa, especialmente ahora en que es necesario llevar ropa
de frío.

Para resumir: ella quería unos pantalones, sus preferidos se estaban
lavando, empezó a llorar y yo firme: Alice, ¿este es un problema
grande, mediano o pequeño? Ella, sin mucha gracia, mirándome, dijo
bajito: "Pequeño". Y yo una vez más le expliqué que ya sabíamos que
los problemas pequeños son fáciles de resolver.

Le pedí su sugerencia sobre cómo resolveríamos este problema pequeño
(aprendí que es importante darle tiempo para que ella piense y
responda) y ella: "Escogiendo otro pantalón". Y yo añadí: "¿Y tienes
más de un pantalón para escoger?". Ella sonrió y fue a buscar otro
pantalón.

La felicité por haber resuelto el problema porque, claro, dar valor a
la solución es una parte imprescindible para cerrar la historia.

Pienso que no existen los milagros en la educación de los hijos. El
otro día estaba pensando que realmente es una verdadera historia esta
misión de poner gente en el mundo: atravesar todas las fases, andar
caminos que a veces nos hacen caer en emboscadas, tener la humildad de
volver atrás y retomar otra senda. Este texto es sinceramente una gran
voluntad de compartir una luz que apareció en mi camino de mamá y
espero de corazón que te sirva a ti también.

Por Fabiana Santos, periodista, casada, madre de Felipe, de 11 años, y
de Alice, de 5. Ellos viven en Washington DC. Las respuestas al
"problema pequeño" están subiendo como espuma y ahora Alice hasta ríe
avergonzada con el inicio de un berrinche sin sentido. Ya hubo veces
en que ella fue sincera en decir: "Pienso que eso ni siquiera es un
problema, mamá".

Fuente: aleteia