- ¿Lo echaron de la sociedad de pediatría?
- Sí, hace cuatro o cinco años. Dije que la pediatría era un invento de Nestlé para sacarle la teta a los pibes y me echaron los perros.
¿Qué piensa de las vacunas?
- Propongo no vacunar, pero que los padres elijan.
¿Qué le recomienda a una mujer a punto de parir?
Que dé a luz en su casa con una partera y un médico cerca.
¿Lo premiaron como mejor médico del año 2001?
Sí. Cuando me pidieron el curriculum pensé que después me iban a mandar una tarjeta de cien pesos para una cena.
Jorge Díaz Walker es un hombre afable, pero de definiciones polémicas que se apartan del discurso homogéneo de la corporación médica. Tiene 70 años y cuarenta de ejercicio profesional en los que, entre otras cosas, organizó el servicio de pediatría y el de asistencia materno infantil en Santa Cruz. Pero cuando dejó la Patagonia y volvió a Buenos Aires, en 1969, se encontró con que las mujeres ya no amamantaban a sus bebés y empezó su cruzada personal a favor de la leche materna. En 1974 fundo Ñuñu -en quechua: mamar o madre-, una asociación de mamás que ayudan y animan a otras para que den el pecho a sus hijos.De esa asociación partió la iniciativa de ternarlo para el premio de mejor médico del año por los “valores humanitarios” que imprime a su actividad.
Díaz Walker recibió el galardón que otorga el Poder Ejecutivo el 28 de noviembre pasado.
- ¿Hasta qué edad aconseja amamantar?
- Hasta los dos años, porque la leche materna es la única fuente de hierro, pero decide la mamá. Después propongo el desleche: no cambiar la leche materna por la leche vacuna, difícil de digerir. La gran mayoría opta por la leche de soja. Y desde que cortamos los lácteos en las madres de ñuñu que amamantan nos olvidamos de las bronquitis y los nebulizadores para los pibes. La leche de vaca es alergénica y la mayor productora de moco. Tiene componentes diferentes a la humana y la madre genera anticuerpos pero la pelea se desarrolla en el chico.
- ¿Los lácteos no son importantes para fortalecer los huesos?
- La leche de vaca no osifica al humano, osifica al ternero en un lapso de dos o tres años y nosotros tardamos más de veinte en alcanzar el mismo nivel de osificación. El problema no es el calcio sino los descalcificantes, como los ácidos fosfóricos presentes en la mayoría de las gaseosas. Todos recordarán aquella prueba de echar gaseosa sobre tornillos oxidados para poder sacarlos; imagine lo que ocasiona en un diente.
- ¿Recibe presiones de algún sector?
- No. Soy un mosquito que no pica. Los laboratorios simplemente no me visitan más. Ahora soy médico de niños y eso me beneficia porque no me obliga a pertenecer a la medicina oficial o hegemónica. En la Argentina hay poca legislación de salud pública, hay directivas del ministerio que se convierten en obligaciones para el poder médico que, en países agrícola-ganaderos como el nuestro, se alía con el poder de turno. Por eso, cuando no tienen nada que hacer, vacunan.
PARTO NATURAL.
La postura de Díaz Walker antes las vacunas (ver aparte) no es la única que genera
polémica. También promueve el parto natural: sin intervencionismo médico, sin anestesia ni episiotomías o cesáreas innecesarias. Dice que es una de las cosas que aprendió en ñuñu, escuchando a una madre hablar de su parto en el hogar. Las que estaban embarazadas se interesaron y empezaron a trabajar en el proyecto: “Nacer mejor”, que propone el parto en casa con partera, médico a mano y que cada mujer elija la posición que le resulte más cómoda para parir: sentadas, de cuclillas, parada o arrodillada.
“El parto es un hecho natural que se ve alterado por la medicalización y, muchas veces, termina en una cesárea que no hubiera ocurrido si se dejaba seguir el curso normal. Sólo dos de cada cien cesáreas son necesarias: las restantes son provocadas por la impericia de los médicos”, afirma Díaz Walker. La Argentina es uno de los países con mayor índice de cesáreas: 25 por ciento de los nacimientos en hospitales públicos y 50 por ciento de los que ocurren en instituciones privadas son por esa vía, según las estadísticas nacionales de 1998. El doble de lo que considera aceptable la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En 1999, Cindy Crawford decidió parir en su casa con la ayuda de su marido, una comadrona y una enfermera. Antes, Pamela Anderson y la modelo Stella Tennant habían tomado la misma decisión. De a poco aumentan los países que incluyen en sus servicios de salud a parteras, pediatras y una ambulancia para atender los nacimientos hogareños. El sistema, criticado y temido por muchos, da excelentes resultados cuando se encara con profesionalidad, como en Holanda y Japón: la tercera parte de los partos se realiza en el hogar, tienen las tasas más bajas de mortalidad materna y
porcentajes muy reducidos de cesáreas.
Para Díaz Walker, las estadísticas europeas indican que es posible manejar los partos riesgosos en el hospital, sin internar al 95 por ciento restante de las mujeres. “Al estar en la casa, la mujer puede dar a luz en un ambiente familiar, elegir la gente que la atienda, hacer cosas que la conformen o animen. Y después del parto, puede descansar a su manera, comer lo que quiere y relacionarse con su hijo sin los obstáculos que ponen las instituciones”, dice el médico, quien confía en que si “cambiamos la forma de nacer, cambiaremos la forma de vivir”.
NO A LAS VACUNAS
Díaz Walker aconseja no vacunar a los chicos porque “el organismo recibe un virus, un tanto idiota por efecto de las manipulaciones, que va a generar defensas contra la enfermedad que provoca, pero además recibe el medio donde se crió ese virus (embrión de pollo o riñón de mono). De modo que las vacunas tienen proteínas y virus de esos animales, además de sales de aluminio, antisépticos mercuriales y antibióticos que pueden afectar el funcionamiento renal”.
-¿Cómo se vive sin las vacunas en esta realidad?
-Pregúnte a los laboratorios, que ofrecen “beneficios adicionales” a los médicos por recetar vacunas no obligatorias. Ningún hecho médico ha prolongado la vida en forma significativa, excepto lavarse las manos antes del parto.
-¿Qué pasa con un chico no vacunado en un ámbito como el colegio?
-¿Conoce a algún rico que haya muerto de sarampión?
La única vacuna obligatoria debería ser contra la pobreza. Lamentablemente, todavía no existe.
por Raquel Roberti
publicado en la revista “Veintitrés” (Bs. As.) 4 de Julio de 2002, págs. 78/79.
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