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sábado, 1 de marzo de 2025

Dr. Escudero: El tercer nacimiento en la vida del hombre

Por el Dr. Ángel Escudero Juan

En su origen, el hombre habita un mundo limitado, pequeño y redondo: el útero materno. Vive y crece sumergido en la ingravidez del agua que lo rodea y protege. Depende completamente, tanto física como psicológicamente, de su madre. En ese espacio reducido, tiene todo lo necesario para esa etapa de su vida. Está unido a su madre por el cordón umbilical, a través del cual recibe la savia de la vida, imprescindible para su desarrollo genético.

El hombre nace. Al cortar el cordón umbilical que lo unía a su madre, los límites de su existencia se expanden y aparecen nuevos horizontes. Dentro de la mujer, su mundo era redondo y él estaba contenido en su interior. Ahora, su nuevo mundo también es redondo, pero él se encuentra fuera.

El cordón umbilical que lo ataba y limitaba ha sido cortado. Sin embargo, ahora tiene un nuevo vínculo: sus vías respiratorias. A través de ellas recibe también la savia de la vida: el aire, el oxígeno que lo mantiene con vida. Es una atadura más sutil, que le otorga mayor libertad, pero atadura al fin y al cabo.

Antes estaba rodeado de agua; ahora lo rodea el aire del que depende su existencia. Su nueva madre es la tierra, que le proporciona todo lo necesario para subsistir. Pero si se aventura más allá de la atmósfera respirable o se adentra en las profundidades del mar, necesitará un “útero artificial”: una nave espacial, un traje de buceo, tubos que le suministren el oxígeno indispensable para su vida.

En el seno de su madre tierra, el hombre ha conquistado espacios, libertades y posibilidades de desarrollo en busca de su destino. Es cuerpo y alma, materia y espíritu, y siempre será una combinación de ambos. Sin embargo, al morir, su soporte material cambiará: se convertirá en energía. ¿O acaso la materia no es más que energía condensada?

Nada que existe puede dejar de existir. Una molécula puede desintegrarse y transformarse en energía, pero siempre seguirá siendo algo. Con la muerte, el cuerpo se descompondrá en sus diversos elementos y regresará a la tierra, convirtiéndose en lo que siempre fue: polvo de estrellas.

Pero una parte de esa materia, ahora transformada en energía y unida al alma, seguirá formando parte del mismo ser humano, perfeccionado y liberado de sus ataduras materiales más densas. Ya no se alimentará, ni necesitará agua ni aire. Nacerá nuevamente de su madre tierra para ampliar sus horizontes en la inmensidad del Infinito.

Su nueva madre no tiene límites. Su nuevo cordón umbilical es el Amor del Creador, que lo atrae de manera irresistible y colma su existencia de plenitud.

En este tercer nacimiento, el hombre se libera de su última limitación: la dependencia del cerebro para conocer. Supera así las barreras impuestas por sus sentidos y por una mente condicionada a lo largo de la evolución. Una mente que, en su imperfección, convirtió la humanidad en un purgatorio de dolor, enfermedad, desdicha, temor y guerras fratricidas.

Usó los dones de la naturaleza para forjar su propio sufrimiento y con ello su castigo, así como el de sus descendientes. Pero finalmente, encuentra aquello que siempre anheló...

"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34), dijo Jesús en la cruz. Y, en efecto, nadie conoce plenamente todo lo que necesita saber sobre su origen, su presente y su destino, hasta que se libera de la servidumbre del cerebro con la muerte.

Nadie es totalmente responsable ni completamente libre sin un conocimiento pleno. Ese conocimiento solo llega con la liberación que supone la muerte, al dejar de depender del cerebro para razonar.

Tras la muerte, todo se sabe, todo se comprende. Es entonces cuando llega la verdadera libertad y la plena responsabilidad en la elección.

Y me pregunto: aunque esto fuera posible, ¿habrá alguien que, siendo plenamente libre, elija otro camino que no sea el que lo lleve a la posesión del Bien Infinito? ¿Habrá alguien a quien el uso de esa recién adquirida libertad lo conduzca, tras conocer a Dios, en una dirección diferente a Él?

El hombre nace por tercera vez con la muerte. Nació en la madre al ser engendrado, nació en la tierra al ser parido por la mujer, y finalmente, en el Infinito, al morir.

Se encuentra inmerso en el Amor del Padre, en quien todo tiene su origen y su destino, su principio y su fin.

Fuente: Ángel Escudero Juan: “Curación por el Pensamiento -NOESITERAPIA-(FUNDAMENTOS BIOLÓGICOS)”, Tercera parte, capítulo 4

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