Nací en mi país y estoy agradecido con mi patria. Respeto sus
autoridades, aun cuando no coincida siempre con las acciones del
gobierno.
Nací dentro de una iglesia a la que agradezco que en mi
tierna infancia me dio valores maravillosos que pude comprobarlos a lo
largo de mi vida. La respeto también, aunque no esté de acuerdo con el
aparato gobernante de ella.
Cualquier corrupción, en el gobierno
como en la iglesia, no la apruebo, pero tampoco no busco hacer
terrorismo a mi país ni destruir mi iglesia.
Mi patria cumplió
conmigo en ofrecer un entorno maravilloso en donde crecí como ciudadano
del mundo y mi iglesia para crecer como una persona espiritual. Ahora
aporto tanto a mi país cumpliendo sus leyes y mi iglesia creciendo en
valores espirituales.
Este es el espíritu que el Señor nos reveló a través de su Siervo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario