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martes, 4 de agosto de 2020

Tengo Helicobacter. Y yo también ¿y qué?

Por el Dr. Luis Miguel Benito de Benito

Médico Especialista en Aparato digestivo



"Se me hincha la tripa y tengo Helicobacter".

"Hago mal las digestiones y me da positiva la prueba de aliento para Helicobacter".

"He erradicado Helicobacter y sigo con ardores de estómago"

"¿Por qué tengo nauseas si ya traté el Helicobacter?"

"Tengo insomnio y estreñimiento y han visto que tengo Helicobacter"

"¿Por qué estoy adelgazando si eliminé la bacteria (y mi trabajo me costó)?"

"Si respiro hondo me duelen las costillas ¿será por el Helicobacter?"

"Tengo cólicos y me han dado tratamiento para la bacteria ¿es correcto?"

Y estas son algunas de las más aprovechables de las consultas porque otros quieren vincular la presencia de la bacteria hasta con los juanetes o el mal de ojo. Que no, que salirse por la tangente suele ser peligroso.

A pesar de que ya escribimos sobre el famoso bichito del estómago, no parece que haya quedado claro y el abuso de su importancia y de su tratamiento cuando no procede hace imprescindible aclarar algunos aspectos:

Helicobacter está por todas partes: si no se lo contagia su pareja será cualquier otra persona, por lo que carece de sentido el tratamiento indiscriminado de la familia o de las parejas. En España el 50% de la población convive con el Helicobacter en su estómago, en otros países puede llegar al 90%.

Helicobacter pylori es el agente causal de la mayor parte de las úlceras duodenales y gástricas, causa una importante proporción de las gastritis y es un agente vinculado al desarrollo de cáncer gástrico y del linfoma MALT. Pero el hecho de tenerlo no implica que se vaya a padecer estos cánceres.

La asociación de Helicobacter con otras entidades fuera de las reseñadas en el punto anterior es más o menos controvertida: la mayor parte de los problemas del aparato digestivo no guardan relación alguna con el Helicobacter.

Tener la bacteria no significa tener que erradicar la bacteria: es un error muy común creer que si está la bacteria en el estómago esa es la causa de mis males o, aunque no lo sea, presagia que algo malo ha de pasar.

La interacción de la bacteria con el estómago del individuo puede ser más o menos (o nada) patógena. Una prueba de aliento sólo nos dice si la bacteria está o no está en el estómago pero no nos informa de si está haciendo daño o no está haciendo daño en el estómago. Esto sólo se sabe con la realización de una gastroscopia y la eventual toma de biopsias.

Hay individuos con Helicobacter que no tienen molestias. Hay individuos sin Helicobacter que no tienen molestias. Hay individuos con Helicobacter que les hace daño. Hay individuos con Helicobacter a los que el germen no les hace daño. Atención al punto 7.

Es distinto daño y molestia: las molestias es lo que un paciente siente, totalmente subjetivo y que puede ser causado por Helicobacter o no. El daño es la lesión que sufre el estómago a consecuencia de una agente que lo ataca: Helicobacter puede causar daño a la mucosa o no causarlo. Y el daño puede provocar molestias... o no.

Se tiende a asociar las molestias a la presencia de Helicobacter pylori por lo que, sin verificar si causa daño o no, se propone la erradicación empírica del germen, lo cual puede seguirse de mejoría o no. Incluso algunos pacientes con pocos síntomas quedan con molestias mucho mayores tras la erradicación por los efectos secundarios del tratamiento y la disbiosis que genera en el intestino.

La experiencia clínica muestra que en general puede ser más peligrosa la presencia de Helicobacter en el estómago CUANDO CAUSA DAÑO PERO NO MOLESTIA: el germen está provocando una reacción inflamatoria crónica en el estómago sin que el paciente lo note (no tiene molestias) lo cual deviene en el desarrollo de un cáncer gástrico. Los pacientes con cáncer gástrico normalmente hacen alarde de tener un "estómago a prueba de bomba" mientras que casi nunca lo encontramos en aquellas personas que desde siempre se han quejado del estómago.

Por tanto, la verdadera indicación de tratamiento erradicador es cuando la bacteria está presente y está causando daño (o puede causarlo por los antecedentes familiares), haya o no haya molestias. No está indicado tratarlo, obviamente, si no hay Helicobacter, o si lo hay pero no está causando ni molestias ni daño. Y es controvertido erradicarlo cuando no hay daño y sin embargo el paciente refiere algunas molestias: puede hacerse intento de erradicación si las molestias se consideran que puede ser debida a la presencia de la bacteria. Pero es en esta indicación donde se alarga más la cuerda... hasta el infinito. Te tratan el Helicobacter a ver si de esa forma se te curan las ojeras o la faringitis, la miopía o un angioma hepático. Y no son exageraciones: estos datos están sacados de las preguntas que me hacen los pacientes en Doctoralia.

No hay que perder de vista que el intento de erradicar la bacteria (que en ocasiones requieren varios intentos) no está exentos de efectos secundarios. Muchos pacientes se arrepienten de haberlo hecho cuando ven en qué situación quedan y cuando igual... no existía necesidad de erradicación.

Y esto es especialmente importante tenerlo en cuenta en los niños: es probable que el primer contagio se produzca en la infancia: no sabemos bien el significado que esto tiene pero me atrevo a postular que es una interacción necesaria para que el sistema inmunológico se eduque correctamente. Fruto de esa interacción muchos niños generan defensas y, o bien erradican el germen (adultos sin Helicobacter) o bien aprende a tolerarlo (adultos que conviven con el germen y no les provoca daño ni molestia) o bien generan una relación tóxica que en el futuro hará recomendable erradicar el germen para prevenir males mayores o tratar las molestias que irá manifestando. Pero erradicar por erradicar y sobre todo en niños... creo que es una equivocación que nos ha de pasar factura.

en noviembre 29, 2018

Fuente: https://elmedicotraslaverdad.blogspot.com/2018/11/tengo-helicobacter-y-yo-tambien-y-que.html?

Etiquetas: cáncer gástrico, dispepsia, erradicación, gastritis, Helicobacter, úlcera duodenal

comentarios:

KARMELA

Es tremendo las ganas que tienen algunos médicos de erradicar cualquier tipo de síntoma a base de antibióticos que muchas veces son totalmente innecesarios. Parece que no hemos aprendido nada. Recuerdo cuando mi hija era pequeña e iba a la guardería y se cogía de todo, la facilidad con la que su pediatra le daba antibióticos para curar los catarros propios de la infancia¡¡ Consiguieron que se le hicieran llagas en la boca y su sistema inmunológico se deteriorara hasta el infinito y más allá... Gracias a un tío mío médico otorrino que le quitó asombrado toda esa medicación y la sustituyó por potenciadores para su inmunodeficiencia y una serie de pautas sencillas que la cambiaron por completo sin necesidad de más medicación fuerte. Muchas veces son los mismos médicos, gracias que no todos, quienes crean éste tipo de situaciones dejándose llevar por unas modas absurdas intentando, imagino por supuesto, ayudar al paciente, pero creando personas enfermas per secula seculorum¡¡ Porqué se dan éste tipo de situaciones Luis Miguel???? Es algo que te hace pensar mucho, la verdad...

drbenito

Yo creo que hay varios factores.El primero y principal es la desinformación que existe, entre pacientes y médicos, sobre la utilidad de los fármacos, de los antibióticos en concreto, sobre lo que es un germen infeccioso y conceptos como simbiosis, virulencia, patogenicidad... Crear fobias donde no debe haberlas porque siempre hubo simbiosis es una técnica destructiva que igual se aplica a la homeostasis del cuerpo que a la convivencia en Cataluña. La ignorancia hacia mucho. Pero también son los factores interesados en esa polémica: en el caso de los medicamentos se forran las multinacionales y en el caso catalanista... pues no sé, igual los líderes nacionalistas por decir algo. El caso es meter polémica donde no la hay. Tenemos la idea de que constantemente debemos influir en el desarrollo normal y natural de los acontecimientos, como impidiendo a la naturaleza que actúe por los cauces más propios. El sistema inmunológico debe educarse, igual que nos debemos educar para comer o para cagar. Si a la mínima confrontación ya viene papá a salvar al niño, socialmente ese muchacho crece a la sombra de papá y se vuelve blandito. Y no se puede hacer palanca con un churro. Evidentemente siempre existen situaciones en las que el individuo se puede ver enfrentado a riesgos que le desbordan y en ese caso es necesario el aporte de ayuda (antibióticos, o un consejo,....) que facilite salir airoso de la crisis.

Pero que sepas también, Karmela, que entre los médicos los hay proclives a erradicar todo bicho que vive en el cuerpo humano (por convicción, por ignorancia, por si acaso, porque están en nómina de los laboratorios,...) sin tener en cuenta el concepto de simbiosis: vivimos en equilibrio con la microbiota, recuerda la entrada en la que hablo de ella. Y sin microbiota el ser humano no puede vivir.

Anónimo

¿Potenciadores de inmunodeficiencia?

Ese tío suyo que se hace pasar por médico... O es un incompetente o se ha reído de usted.

Dr. De Benito

No es propiamente "potenciar la inmunodeficiencia" lo que se postula sino que a base de atajar con medidas antibióticas el tratamiento de infecciones que el sistema inmunológico rechazaría sin ayuda, se vuelve vago, perezoso, o incluso deriva sus potencialidades hacia el ataque a otras estructuras propias del cuerpo, siendo una posible explicación de la emergencia de enfermedades autoinmunes.

Anyelains

Bueno también hay muchos padres que no quieren salir de la consulta del pediatra / médico sin una receta....

Dr. De Benito

Pues sí, parece como si la abstención terapéutica fuese de suyo una negligencia.

Anónimo

Entonces, por lo que dice, ¿no todas las personas con Helicobacter se deben tomar el tratamiento erradicador? Pues debe ser usted el único que piensa así. En Perú, y en México donde estuve viviendo, se guerrea más contra el Helicobacter que contra el narco.

drbenito

Helicobacter por supuesto que es un patógeno para el estómago, un germen que puede dar problemas serios y que en esos casos debe erradicarse. Pero lo que veo en consulta es un abuso: ante cualquier molestia digestiva se pide una prueba de aliento y como salga positiva ya puedes rezar por que esa molestia realmente sea causada por el Helicobacter porque el médico se va a empeñar en quitártelo con los tratamientos antibióticos que sean necesarios (a veces, siendo todos innecesarios). Insisto ante usted y ante todo el colegio de médicos y gastroenterólogos mundiales: no toda persona que tiene Helicobacter debe erradicarse. Es, como mucho, una de las consultas que recibo más frecuentemente, por escrito, presencial o en streaming.

¿Qué es eso del bichito del estómago?

Algunos hablan de la infección esa, otros del virus. Pero cada queda menos gente que desconozca el hecho de que algunos padecimientos gástricos tienen que ver con la infección causada por una bacteria descubierta al principio de los años 80 por dos médicos australianos, Warren y Marshall, que con el correr de los años recibirían por ello el Premio Nobel. Cuando notificaron su presencia en el estómago de pacientes con gastritis o con úlcera, pocos daban crédito a que esos males que tradicionalmente se achacaban al ácido pudiesen estar relacionados con la recién descubierta bacteria, la que luego llamaríamos Helicobacter pylori. Tras su descubrimiento, esta bacteria ha pasado por diferentes estados de fama, desde ignorarla hasta hacerla responsable no sólo de las úlceras gastroduodenales o el cáncer gástrico sino hasta de la rosácea, el infarto de miocardio, el liquen plano, la ansiedad o la depresión.

A pesar de tantos altibajos, consolidó su fama cuando la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) la catalogó en 1994 como carcinógeno de grupo I, es decir, como agente causal de cáncer con igual rango que el tabaco. Para entonces ya estaba bien documentada su causalidad en la úlcera gástrica y duodenal y también empezaba a verse su concurso en el desarrollo de cáncer gástrico, tanto adenocarcinoma como linfoma gástrico tipo MALT (Asociado a mucosas). A raíz de esto, comenzó a desarrollarse una psicosis animada en parte por las corrientes más proclives a los métodos preventivos. Es verdad que desde que conocemos que el Helicobacter pylori es la causa de la úlcera gástrica y duodenal, llevando a cabo la erradicación de esta bacteria en los pacientes ulcerosos, hemos conseguido que ya no haya apenas operados de estómago por problemas ulcerosos. Las técnicas quirúrgicas que tanto se prodigaron desde los años 60 hasta bien entrados los 80 del siglo pasado para el tratamiento de la úlcera gastroduodenal hoy están en desuso. Los cirujanos de esas generaciones no podían ignorar las técnicas de Billroth I y II y la vagotomía troncular con piloroplastia que se llevaban a cabo sobre los pacientes ulcerosos. Los cirujanos actuales no conocen ya estas intervenciones más que de oídas porque no las hacen. En definitiva, el problema del paciente ulceroso que no se separaba del bicarbonato o la leche y que cada primavera y otoño reabría su úlcera pertenece ya a la historia. Hoy sí, se sigue operando el estómago pero con menos frecuencia, por los problemas de las escasas úlceras que no se controlan médicamente o por las úlceras que son malignas, los cánceres gástricos. Pero ¿y el cáncer gástrico? ¿Es tan sencillo acabar con él acabando con el Helicobacter? ¿Acaso tener Helicobacter en el estómago predispone para desarrollar un cáncer gástrico?

Vamos por partes. En primer lugar hay que tener en cuenta que en los estudios epidemiológicos que se han llevado a cabo en diferentes países la presencia de Helicobacter pylori en la población general es muy alta y aumenta con la edad. En países como Perú se encuentra H. pylori en un 80-90% de la población adulta. En España la prevalencia de esta infección es del 50%. O sea que uno de cada dos españoles adultos tiene la bacteria en su estómago. Si lo comparamos con la incidencia de cáncer gástrico, nos lleva a pensar que lógicamente el hecho de tener H. pylori no implica el desarrollo de un tumor gástrico: se piensa que hace falta algo más aparte de la infección por Helicobacter pylori. Imaginamos que los factores genéticos o la exposición a otros agentes tóxicos contribuyen junto con la bacteria al desarrollo de un tumor. Y para liarlo más, no siempre se encuentra la bacteria en los estómagos con tumores.

En segundo lugar, ante esta prevalencia tan alta de infección por la bacteria uno se pregunta por las vías de contagio. ¿Cómo nos contagiamos de H. pylori? Es esta una de las cuestiones que más nos preguntan en la consulta: ¿qué puedo hacer yo para evitar el contagio? Estando la bacteria en la mitad de la población española resulta difícil hacer estudios sobre cómo ha llegado al estómago pero se piensa que el vehículo de transmisión puede ser tan ubicuo como el agua, alimentos, los cubiertos o la saliva. Lo más razonable sería suponer que todos estamos expuestos a la bacteria, imposible eludir su contacto porque tarde o temprano (más tarde que temprano) va a interaccionar con nuestro organismo. Pero, si todos estamos expuestos, ¿por qué sólo el 50% de la gente se contagia? Aquí se apelan a razones idiosincrásicas que se podrían resumir en que H. pylori no encuentra igual de cómodos y confortables todos los estómagos: en unos se queda y en otros no. Razones de tipo inmunológico todavía no bien estudiadas sugieren esta pretendida diferencia de susceptibilidad del huésped para albergar o rechazar la bacteria. Y aún hay más: si bien estimamos que el 50% de los adultos en España tienen en su estómago H. pylori, no todos los que lo tienen sufren con su presencia. Es decir, no en todos los estómagos en los que se aloja provoca igual daño o reacción inflamatoria. Se han encontrado individuos (que no pacientes) con H. pylori en su estómago sin que les cause molestia que ellos sientan ni incluso una inflamación aparente en su mucosa ¿Se trata de un H. pylori poco agresivo? ¿Es por eficacia represora del sistema inmunológico del huésped? ¿O acaso es que han llegado a un pacto de mutua no agresión? No se sabe a ciencia cierta pero el debate sobre si todo Helicobacter es malo y hay que quitarlo permanece abierto.

Vista su frecuencia y nuestra ignorancia sobre sus vías de contagio y el significado real de ese contagio, vendría la tercera consideración: ¿hay que erradicarlo siempre? Existen pocas dudas de que esto es lo que hay que hacer cuando el paciente tiene una historia conocida de úlcera gástrica o duodenal, dispepsia de tipo ulceroso o gastritis activa documentada por biopsias. También si se ha padecido cáncer gástrico o lo padeció algún familiar de primer grado. Parece aconsejable si el paciente necesita tomar de continuo o con frecuencia fármacos antiinflamatorios que, como se sabe, aumentan el riesgo de padecer úlcera. Pero en otras ocasiones no se ha encontrado vinculación del Helicobacter con el problema gástrico, como por ejemplo en la enfermedad por reflujo gastroesofágico de la que ya hablamos hasta el punto de que hay artículos que sugieren que la erradicación del germen en estos pacientes pueden empeorar el problema del reflujo. Y parece mucho más dudosa la necesidad de erradicar el germen en pacientes asintomáticos cuya endoscopia muestra un estómago normal y con biopsias normales. No es infrecuente que en la consulta aparezca un paciente, digamos mejor una persona, que suelta sobre la mesa una hoja con el resultado positivo de una prueba de aliento para detección de Helicobacter pylori (UBT: urea breath test) (que alguien le prescribió) y pide que le recetes el tratamiento para erradicar esa infección que le han detectado (no se sabe bien con qué finalidad). Al preguntar al paciente por síntomas o antecedentes personales o familiares puede no referir nada y simplemente decir que se acoge al apartado f de los criterios de Maastricht ("por deseo del paciente"). Es indudable que con el coste de la terapia de erradicación (dos antibióticos más un inhibidor de la bomba de protones dos veces al día durante diez días, nada menos que 60 pastillas como mínimo) los laboratorios estarán muy interesados en convencer al individuo asintomático que porta H. pylori en su estómago para que lo erradique.

Pero hete aquí que el germen, como todo ser vivo, busca su pervivencia y lo hace a fuer de crear resistencias a los antibióticos. De manera que cada vez observamos mayor tasa de fracasos en el primer intento erradicador y tenemos que proponer una segunda, tercera, cuarta,... tanda de antibióticos. Ante esto buscamos terapias cada vez más complejas y sofisticadas (más caras, por supuesto) e indudablemente no exentas de efectos secundarios ya que todo el mundo sabe que los antibióticos de amplio espectro no caen demasiado bien en el intestino. Alrededor de un 10% de los pacientes no logran completar el tratamiento prescrito por intolerancia o aparición de severos efectos secundarios. En ocasiones mostramos inicialmente un vehemente empeño en convencer al paciente de que es muy conveniente que tome la pauta erradicadora y si fracasamos en el primer o el segundo intento comienza a decaer nuestro empeño por erradicar y acaso le decimos que bueno, que a lo mejor no es tan imprescindible en su caso quitarle el bicho...

Actualmente se postulan hasta cuatro tratamientos erradicadores convencionales y hay otros cuatro que son experimentales, con diferentes variaciones dependiendo de la susceptibilidad del paciente o de la presencia de alergias a algunos antibióticos. Estamos resucitando fármacos que teníamos en el armario para pocos o ningún uso. Se están desarrollando otros nuevos e incluso la combinación de dos juntos ya en la misma pastilla, para que no parezcan tantas. El objetivo fijado es conseguir que ese UBT que ponía "positivo" diga "negativo", aunque eso no se siga necesariamente de una mejoría clínica del paciente sobre sus molestias digestivas que a lo peor se incrementan como fruto de una candidiasis, una colitis pseudomembranosa o una disbacteriosis secundaria a tanto antibiótico.

Algo hemos avanzado, claro que sí. Reiteramos el papel que el descubrimiento de la bacteria ha tenido en el manejo de la enfermedad ulceropéptica. Y sabemos que los pacientes con inflamación severa del estómago y con H. pylori mejoran notablemente tras su erradicación. Pero existe un amplio limbo de actuación que puede ser controvertida con la gran mayoría de los pacientes, digamos mejor personas, en cuyo estómago habita el Helicobacter pylori y probablemente no le va a dar ningún disgusto a lo largo de su vida. Y quién sabe si los intentos erradicadores en estos pacientes pueden ser más perjudiciales que beneficiosos. No sólo por los efectos secundarios de los fármacos sino también por si el bicho se enfada.

noviembre 19, 2013

http://elmedicotraslaverdad.blogspot.com/2013/11/que-es-eso-del-bichito-del-estomago.html

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