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sábado, 1 de junio de 2019

¿Por qué no puede existir la metástasis?

Por Dr. Ryke Geerd Hamer

Como habéis leído, queridos lectores, en el capítulo precedente, el cáncer y cualquier enfermedad, es decir, cualquier programa especial de la naturaleza, son sucesos que se manifiestan según reglas bien precisas.

Con los tres niveles de psique, cerebro y órgano la Nueva Medicina se vuelve comprobable y reproducible; los tres niveles constituyen de hecho un sistema superdeterminado: si conozco bien un solo nivel (por ejemplo el nivel psíquico de los conflictos biológicos), estoy en condiciones de deducir y determinas los otros dos niveles.

Respecto a la rigurosa regularidad de los procesos en los tres niveles considerados y por lo tanto a la reproducibilidad de la Nueva Medicina, se puede expresar con una fórmula como la siguiente: existen 3 niveles (psique, cerebro y órganos), que transcurren de un modo sincrónico, y hay dos fases de enfermedad (si el conflicto se resuelve), además antes de la fase de conflicto activo simpaticotónica una fase de normalidad y al final de la fase de reparación vagotónica de conflicto resuelto una fase de renormalización. Por lo tanto no sólo tenemos cuatro fases para tres niveles, sino que además tres puntos importantes (DHS, CL y crisis epileptoide) presentes todas las veces en los tres niveles, en total 21 criterios que podemos examinar individualmente según las 5 leyes biológicas naturales.

Pero dado que las 5 leyes biológicas contienen por lo menos 6 criterios, incluidos los histológicos, los cerebrales-topográficos, órgano-topográficos, de los microbios y de coloración conflictiva, para cada caso se obtienen, si se puede hacer un examen en los tres niveles, 126 hechos demostrables y reproducibles.

Es muy improbable que un único caso pueda presentar al mismo tiempo estos 126 hechos reproducibles de modo totalmente casual, porque entonces debería tratarse de un caso entre millones de casos posibles.

Sin embargo sólo con que el paciente tenga dos enfermedades, que quizás transcurren en parte paralelamente o sucesivamente, entonces los hechos reproducibles aumentan a 252. Pero la improbabilidad sube a valores astronómicos.

Como criterio extremadamente importante hay que tener también en cuenta el hecho de la localización del Foco de Hamer en el cerebro y la prestabilidad. Esto significa que el relé, uno de los muchos cientos de relés posibles, ya está preestablecido. Y este relé (en caso de enfermedad, Foco de Hamer) tiene que tener la formación que pertenece a la fase correspondiente. Una probabilidad parecida en un único caso es ya extremadamente baja. A menudo los pacientes tienen más de un cáncer o parálisis, diabetes o similares y para cada enfermedad individual se deben satisfacer todos los criterios.

Además en base al sistema ontogenéticamente condicionado de los tumores y de las “enfermedades” oncoequivalente se añade además la correspondencia filogenética del surgimiento de cada enfermedad, por lo que respecta a la formación histológica, la localización cerebral y también al sentido biológico particular de cada programa especial.

En la Nueva Medicina no existen cosas ilógicas, sino al contrario, sólo cosas extremadamente sensatas. Así, con sus acrobacias de fe la medicina oficial habla, siendo buenos diremos de modo aventurado, de células cancerosas malignas enloquecidas que crecen sin control y forman tumores secundarios, las supuestas metástasis: respecto al tema de las metástasis la doctrina oficial afirma que a partir de un tumor primario (sobre cuyas causas se especula, del humo, de la alimentación, de los agentes cancerógenos, de los virus, los genes malignos hereditarios) las células se transfieren o diseminan a través de los vasos sanguíneos o linfáticos. La “célula” maligna se insertaría en un órgano nuevo y formaría una “metástasis”.

Surgen algunas preguntas a las que, queridos lectores, seguramente podréis responder vosotros mismos.

Primera pregunta: el único desarrollo en el cuerpo que lleva a la periferia pasa a través de las arterias. Se habla de “diseminación hematógena”, por lo tanto de transporte en los vasos sanguíneos, de las presuntas metástasis. Sin embargo jamás ningún científico ha tenido la suerte de encontrar una célula cancerosa en la sangre arterial, en miles de pruebas hechas. ¿Cómo explica esto la medicina tradicional?

Segunda pregunta: todos los patólogos admiten que, en principio, el mismo tipo de cáncer se forma siempre en el mismo punto del cuerpo. Por ejemplo, los focos redondos pulmonares (en el conflicto de miedo a la muerte) siempre son adenocarcinomas bajo el aspecto histológico. Nadie puede distinguir un “carcinoma primario” de un “carcinoma secundario”, es decir, de una metástasis. Si es así, entonces todas las células cancerosas, jamás encontradas en la sangre arterial, deberían ser tan astutas como para saber en pocos segundos dónde han llegado y formar allí el carcinoma habitual para ese lugar. Por ejemplo un adenocarcinoma del hígado que crece en forma de coliflor produce por lo tanto en los huesos, de repente, una “metástasis ósea”, es decir, se forman agujeros para conseguir crear al final en el pulmón la “metástasis “ compacta de tipo adenocarcinomatoso. Por lo tanto no sólo hay que suponer una triple metamorfosis, sino también un triple cambio de pertenencia a la relativa hoja embrional, por no hablar del cambio en la correlación de las células con el respectivo relé cerebral. Para decirlo en pocas palabras: un cerdo genera una ternera y la ternera una oveja. ¿Cómo se explica esto la medicina tradicional?

Tercera pregunta: los neurohispatólogos están de acuerdo al decir que las células nerviosas cerebrales o ganglios nerviosos pueden multiplicarse, lo más, durante los tres primeros meses de vida. Las células de glia, el denominado tejido conector cerebral, que no tiene ninguna función nerviosa, sino sólo función nutritiva, de sustento y cicatrización, puede proliferar de un modo análogo al tejido conector del cuerpo cuando forma las cicatrices. Entonces, si las células cerebrales no pueden multiplicarse, ¿qué son entonces los “tumores cerebrales” o las “metástasis cerebrales”?

Los neurohispatólogos concuerdan en el hecho de que para un denominado “tumor cerebral” siempre se puede adivinar su derivación histológica. Como consecuencia, en el mismo lugar siempre hay, en principio, el mismo tipo de tejido cerebral, aunque esté un poco modificado por las condiciones de un DHS con relativa fase CA. Pero siempre se reconoce exactamente a que pertenece. Ahora sabemos por el profesor Pfitzer (ver capítulo 10) que las cicatrices de glia o los gliomas polimorfos muestran semejanzas con determinados cánceres orgánicos, las células son, por lo tanto, parecidas morfológicamente.

Los tumores cerebrales, en el verdadero sentido de la palabra, no pueden existir.

Por lo que respecta a la “metástasis cerebral”, la medicina clásica pretende dogmáticamente que una célula maligna de metástasis, proveniente del ovario, llevando a cabo un camino jamás verificado por la sangre, se establece en el cerebro y allí forma un pequeño ovario. Pequeños ovarios y testículos en el cerebro: ¿algo así tiene que ver realmente con la ciencia?

Cuarta pregunta: si se separa un órgano del cerebro, extirpándolo, no se puede inducir un cáncer ni siquiera aplicando los supuestos “cancerígenos”. Ni aunque se apliquen localmente los “cancerígenos” en concentraciones elevadísimas. ¿Cómo se explica este hecho?

Cuando se quiso demostrar que se podía inducir el cáncer en las ratas con al formaldeide (a la que las ratas tienen un gran miedo) se les echó en el morro, en altas concentraciones, durante un año a diario. ¿Os dais cuenta?

Quinta pregunta: Universalmente aceptado es que en cientos de pacientes a los que se les realiza una radiografía en el día del diagnóstico del cáncer, en un 98% de las imágenes no aparece ninguna “metástasis pulmonar”.

Pero ese día al paciente se le dice la supuesta “verdad”. En la mayor parte de los pacientes se trata, como ellos mismos dicen, de un terrible shock, de un DHS. En el 30-40% de los casos con la medicina clásica encontramos adenocarcinomas pulmonares ya a partir de tres-cuatro semanas más tarde. ¿Entendéis? ¿La medicina tradicional como se explica este fenómeno?

En los animales no se observan estas “metástasis pulmonares”.

El catedrático de Klagenfurt en una conferencia en la que estaba yo presente en 1991 dijo: “El Dr. Hamer dice que los animales tiene la suerte de no entender lo que dicen los catedráticos (entiéndase el pronóstico) y por ese motivo no tienen metástasis”. Mi respuesta fue: “Profesor, por primera vez me ha citado correctamente. Parece que vaya a entender la Nueva Medicina”.

Fuente: Dr. Hamer - "Legado de una Nueva Medicina", tomo 1, capítulo 16.7


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