Es muy probable que la vida en la Tierra jamás se desarrolase sin la existencia de Júpiter.
Y no por pocas razones. El rey de los planetas ha tenido una brutal influencia en nuestra existencia desde los inicios en el Sistema Solar.
El efecto de su presencia más importante hoy en día es el hecho de que Júpiter, debido a su enorme masa gravitatoria, actúa como un enorme imán atractor que desvía y atrae una inimaginable cantidad de asteroides y cometas potencialmente peligrosos para la integridad de la vida compleja en la Tierra.
Desde un principio, si Júpiter se hubiera formado a una distancia menor al Sol, el enorme empuje gravitatorio que su masa hubiera formado cambiaría las órbitas de los planetas que tiene por delante, haciendo que la Tierra hubiese tenido su origen fuera de la zona habitable, con las consecuencias que ya imaginarás.
Todo ello, claro ocurriría en caso de que se llegasen a formar esos planetas más cercanos al Sol, ya que otro de los efectos que podría tener la mayor cercanía de Júpiter al Sol, hubiese sido la colisión del resto de planetas más cercanos entre ellos.
De hecho, solo la trayectoria de la órbita de Júpiter es determinante. De haberse formado y adquirido una órbita elíptica y más inestable, su influencia gravitatoria hubieran afectado de una u otra forma a la formación o a la posición de la Tierra
Júpiter ha ejercido desde un principio una "limpieza" de una infinidad de asteroides y cometas que podrían perfectamente haber supuesto un final tras otro de la vida compleja existente en la Tierra.
Este es un recordatorio más del delicado equilibrio y de la gran improbabilidad en la que se ha formado la vida en nuestro planeta. Quién sabe cuántos factores externos desconocidos decisivos para la existencia de la vida más pueden quedar por descubrir.
Fuente: Facebook - Grupo Científicos
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