Este relato es de la vida real:
Al voltear, me sorprendió ver a lo lejos una ola enorme que se acercaba amenazante mientras me bañaba en una de las playas de Lima. Ante tal peligro, decidí salir del mar de inmediato, pero no pude porque el agua me arrastraba fuertemente mar adentro. No me quedó más remedio que dejarme arrastrar y, además, avanzar activa y voluntariamente con todas mis fuerzas en dirección de la ola gigantesca con el fin de sumergirme lo mejor que pudiera debajo de ella antes de que reventara y me matara.
De repente, vi a un joven que también estaba allí con un rostro altamente aterrado, pidiéndome ayuda en su emergencia. Solo atiné a aconsejarle que se esforzara en avanzar también en dirección hacia la ola. El joven me hizo caso.
Con las justas logré insertarme cual pez dentro de la pared de la monstruosa ola que reventó justo detrás de mí; sin embargo, su terrible turbulencia me revolcó y probablemente también me golpeó varias veces sobre el lecho marino. Gracias a Dios, no perdí el conocimiento.
Mientras daba vueltas, me dirigí a Dios y le dije: “Si Tú deseas, puedes salvarme de esta”. No sé cuánto tiempo pasó, pero las aguas se calmaron y, cuando dejé de dar vueltas, empecé a "bucear" hacia arriba; ese tiempo dentro de las entrañas del mar me pareció eterno.
Al final, llegué a la superficie del mar y vi que otra gran ola se acercaba. Felizmente, esta nueva ola no reventó en alta mar, sino que solo me elevó tan alto que pude ver a lo lejos a la gente que se había puesto a buen recaudo sobre la arena alejada de la orilla. Después de una tercera ola, consciente, decidí nadar hasta la orilla para salir del agua. Lo logré.
Mi ropa de baño, a pesar de ser de muy fuerte confección, estaba rasgada por el lado izquierdo. El joven también salió casi al mismo tiempo, pero su ropa de baño estaba hecha filamentos como hilachas.
Sin meditar mucho, me fui a casa, pensando que ya había sido suficiente por aquel día. Sé que solo gracias a Dios estoy vivo; Dios, en Su misericordia, oyó mi oración emitida en uno de mis peores momentos.
Ahora me pregunto, ¿qué fuerzas tienen que haber actuado para destruir una ropa de baño sin quitártela del cuerpo? Esto sigue siendo un enigma para mí. Es más evidencia de que el Señor lo puede todo.
Luis Martínez
DE LAS ENTRAÑAS DEL MAR
Un día en la playa, el sol brillaba,
Jugaba en el agua, cerca de la orilla,
De pronto una ola gigante se alzaba,
El miedo invadió, mi corazón palpitaba.
Quise salir, el agua me arrastraba,
En dirección a la ola, sin esperanza,
No tuve más remedio, me sumergí,
Antes que la ola, me atrapara allí.
Gracias a Dios estoy vivo,
Oré en mi peor momento,
Pidiendo a Dios que me salvara,
Gracias a Dios estoy vivo.
La ola reventó, detrás de mí,
Me revolcó, el mar rugió fuerte,
Golpes en el suelo marino sentí,
Pero sobreviví, agradecido al cielo.
El tiempo en el mar, eterno pareció,
Pero subí a la superficie, volví a vivir,
Nadé consciente, a la orilla llegué,
Me fui a casa, mi vida agradecí.
amc
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