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sábado, 23 de junio de 2012

Mi tío Poroto

Mi tío Poroto se encontraba bien de salud, hasta que su mujer, mi tía Porota, a instancias de su hija, mi prima Tota, le dijo:
-Poroto, vas a cumplir 70 años, es hora de que te hagas una revisión médica-
-Y para qué?, si me siento muy bien-
-Porque la prevención debe hacerse ahora, cuando todavía te sentís joven- contestó mi tía.
Por eso mi tío Poroto fue a consultar al médico.
El médico, con buen criterio, le mando a hacer exámenes y análisis de todo lo que pudiera hacerse y que la obra social pagase.
A los quince días el doctor le dijo que estaba bastante bien, pero que había algunos valores en los estudios que había que mejorar. Entonces le recetó Simgras Grageas para el colesterol, Bobex para el corazón, Diabetol Plus para prevenir la diabetes, Total Vitaminol, complejo vitamínico, Abajopres para la presión, Alergicatel para la alergia. Como los medicamentos eran muchos y había que proteger el estómago, le indicó Omeopancex.
Mi tío Poroto fue a la farmacia y gastó una parte importante de su jubilación, por varias cajitas primorosas de colores variados.
Al tiempo, como no lograba recordar si las pastillas verdes para la alergia las debía tomar antes o después de las cápsulas para el estómago, y si las amarillas para el corazón iban durante o al terminar las comidas, volvió al médico.
Este, luego de hacerle un pequeño fixture con las ingestas, lo notó un poco tenso y algo contracturado, por lo que le agregó Nervocalm y Aflojex Max.
Esa tarde, cuando entró a la farmacia con las recetas, el farmacéutico y sus empleados hicieron una doble fila para que él pasara por el medio mientras ellos lo aplaudían.
Mi tío, en lugar de estar mejor, estaba cada día peor.
Tenía todos los remedios en el aparador de la cocina y casi no salía de su casa, porque no pasaba momento del día en que no tuviera que tomar una pastilla.
A la semana, el laboratorio fabricante de varios de los medicamentos que él usaba lo nombró "cliente protector" y le regaló un termómetro, un frasco estéril para análisis de orina y una birome con el logo de la empresa.
Tan mala suerte tuvo mi tío Poroto, que a los pocos días se resfrió y mi tía Porota lo hizo acostar como siempre, pero esta vez, además del té con miel, llamó al médico. Este le dijo que no era nada, pero le recetó Gripedin Dúo y un antibiótico, Sanaxidal.
Para colmo mi tío Poroto se puso a leer los prospectos de todos los medicamentos que tomaba y así se entero de las contraindicaciones, las advertencias, las precauciones, las reacciones adversas, los efectos colaterales y las interacciones médicas. Lo que leía eran cosas terribles. No sólo se podía morir, sino que además podía tener arritmias ventriculares, sangrado anormal, náuseas, hipertensión, insuficiencia renal, parálisis, cólicos abdominales, alteraciones del estado mental y otro montón de cosas espantosas.
Asustadísimo, llamó al médico, quien al verlo le dijo que no tenía que hacer caso de esas cosas porque los laboratorios las ponían por poner.
-Doctor, las empresas que ganan mucha plata no ponen cosas por poner.-
-Bueno, las ponen para cubrirse.-
-¿Para cubrirse de qué?- preguntó mi tío.
-Para cubrirse por si alguno le hace un juicio.-
-Si, claro, pero para hacerle un juicio, primero le tuvo que pasar algo. Nadie hace un juicio si no le pasa nada. Digo…- dijo mi tío.
-Bueno… mirado así…-
-Que es la única forma de mirarlo. Juicio le pueden hacer si al paciente por bajar el colesterol se le revienta el hígado, se le caen los dientes, se queda ciego, impotente, pelado… y después, ya con un poco de suerte, se muere.-
-Usted exagera, esas cosas que ponen en las prospectos no pasan casi nunca. Casi…-
-A mí no me interesa que le pasen a muchos, con que me pasen a mí alcanza y sobra…- dijo mi tio Poroto muy nervioso, pese a tomar religiosamente el Nervocalm.
-Tranquilo, Don Poroto, no se excite- le dijo el médico mientras le hacía una nueva receta con Antideprezol Forte Supositorios.
En ese tiempo, cada vez que mi tío cobraba la jubilación iba a la farmacia donde ya lo habían nombrado cliente VIP.
Esto lo hacía poner muy mal, razón por la cual el médico le recetaba nuevos e ingeniosos medicamentos.
Llegó un momento en que al pobre de mi tío Poroto las horas del día no le alcanzaban para tomar todas las pastillas, por lo cual ya no dormía, pese a las cápsulas para el insomnio que le habían recetado.
Tan mal se había puesto que un día, haciéndole caso a los prospectos de los remedios, se murió.
Al entierro fueron todos, pero el que más lloraba era el farmacéutico.
Aún hoy mi tía Porota afirma que menos mal que lo mandó al medico a tiempo, porque si no, seguro que se hubiese muerto antes...

Santiago Varela

5 comentarios:

Dr. Cèsar Avellaneda dijo...

Muy, pero muy bueno, buenisimo, ilustrativo y muy real. Gracias

Nueva Medicina Peru dijo...

Gracias por el comentario. El relato está atribuido al guionista argentino Santiago Varela.

Mariano dijo...

Cualquier coincidencia con la realidad es mera semejanza.

Nueva Medicina Peru dijo...

¡Totalmente cierto! Aunque cuando la realidad supere de lejos la ficción :)

Anónimo dijo...

Todavía no puedo creer que no sé por dónde empezar, me llamo Juan, tengo 36 años, me diagnosticaron herpes genital, perdí toda esperanza en la vida, pero como cualquier otro seguí buscando un curar incluso en Internet y ahí es donde conocí al Dr. Ogala. No podía creerlo al principio, pero también mi conmoción después de la administración de sus medicamentos a base de hierbas. Estoy tan feliz de decir que ahora estoy curado. Necesito compartir este milagro. experiencia, así que les digo a todos los demás con enfermedades de herpes genital, por favor, para una vida mejor y un mejor medio ambiente, comuníquese con el Dr. Ogala por correo electrónico: ogalasolutiontemple@gmail.com, también puede llamar o WhatsApp +2348052394128