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sábado, 31 de marzo de 2018

Las grasas habían sido buenas

Comunidad médica reconoce su error: las grasas no son el problema - Medio siglo equivocados. Una de cada tres personas muere de una enfermedad cardiovascular, y la ciencia médica llevaba 50 años equivocada sobre la causa.
 
Las grasas no son las culpable de todo.
 
La ciencia médica se corrige a sí misma, con mayor o menor rapidez. A la iglesia le costó 350 años reconocer que la tierra no era el centro del universo. Sin embargo, en solo 50 años, la comunidad médica empieza a aceptar que la grasa no es la principal causa, ni de los ataques al corazón, ni de ese flotador alrededor de tu cintura.

Según la propia portavoz de la American Heart Association "ya no creemos que las dietas bajas en grasa sean la respuesta". En septiembre de este año se publica un estudio en el National Institutes of Health en EEUU, en el que se divide a 148 personas sanas en dos grupos. Un grupo sigue una dieta baja en grasas. El otro, una dieta baja en carbohidratos y alta en grasa y proteína.

Pasa un año, y contrariamente a lo que la mayoría de los médicos podrían esperar, estos son los resultados:

  • Los participantes que siguieron una dieta baja en carbohidratos y alta en grasa y proteína perdieron más peso que los del grupo con la dieta baja en grasa.
  • No solamente peso, sino que los de la dieta baja en carbohidratos perdieron más grasa en proporción, y conservaron o ganaron masa muscular, mientras que los de la dieta baja en grasa perdieron músculo.
  • Los dos grupos redujeron sus niveles de colesterol en sangre, pero los de la dieta baja en carbohidratos redujeron su nivel de triglicéridos y aumentaron su nivel de colesterol HDL (el bueno).
  • La fórmula de Framingham calcula el riesgo de sufrir un ataque al corazón en los próximos 10 años. Los participantes que siguieron una dieta baja en carbohidratos y alta en grasa y proteína vieron reducido su riesgo, mientras que los que siguieron una dieta baja en grasa, no.
La importancia de este estudio es monumental. Se está desmontando pieza a pieza la hipótesis lipídica, una teoría que la ciencia médica asumía sin reservas como verdadera, y que es la causa de que exista comida baja en grasa en el supermercado, y en última instancia, de que la gente esté más gorda y más enferma.

La falacia de la hipótesis lipídica

La hipótesis lipídica nació en los años 70, cuando los casos de infartos cardíacos estaban multiplicándose en EEUU. Aunque es más compleja, se puede resumir en la frase siguiente: "Hacer que baje el colesterol en sangre reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares."

Cuando se habla de enfermedad cardiovascular se piensa siempre en la arteriosclerosis. Consiste en la formación de placas en las paredes de las arterias. Si las placas son grandes, los vasos sanguíneos terminan por obstruirse. Si se corta el riego sanguíneo a un tejido durante más de cinco minutos, el tejido muere. Es al final lo que le ocurre al corazón durante un infarto: parte del músculo cardíaco muere por falta de riego.

Pero ¿por qué se forman placas en las arterias? Aunque no se comprende totalmente, se sabe que hay una acumulación en las paredes de los vasos de lipoproteínas de baja densidad (LDL), que transportan colesterol. Estas moléculas se oxidan, y son atacadas por los glóbulos blancos. Si no llegan a tiempo las lipoproteínas de alta densidad (HDL) a limpiar el estropicio llevándose la grasa, se forma una placa de glóbulos blancos muertos, colesterol y cristales de calcio. Esta acumulación es la que obstruye la arteria.

Es decir, el problema surge cuando hay altos niveles de colesterol en forma de LDL, y bajos niveles de colesterol en forma de HDL. El colesterol no es malo por sí mismo, es una molécula esencial para el funcionamiento de tu organismo.

¿Cuál fue la respuesta en los años 70? Pues si el problema es el colesterol, la solución es hacer que baje el colesterol en sangre. Para conseguir esto, hay que comer menos comida con colesterol (grasas saturadas) y así habrá menos colesterol en sangre. Como dijo Mencken, "para cada problema complejo, existe una solución que es simple, elegante y equivocada". La hipótesis lipídica es todo eso.

El principal artífice de la hipótesis lipídica es el investigador de Minnesota Ancel Keys, autor del llamado "estudio de los siete países" un estudio con cohortes (grupos) a lo largo de 15 años en EEUU, Grecia, Finlandia, Italia, Holanda, la entonces Yugoslavia y Japón.

Este estudio está lleno de trampas: desde seleccionar los países donde los datos salían favorables a la teoría, y descartar los que no, hasta ignorar otros factores de riesgo, como el consumo de azúcar, tabaco o alcohol. Durante los cuarenta años siguientes, surgieron tantos estudios a favor como en contra, pero los que apoyaban la hipótesis lipídica se citaban seis veces más.

La hipótesis lipídica también justifica la existencia de las estatinas, los medicamentos más vendidos del mundo, y que son las famosas pastillas para hacer descender el colesterol.

Estas conclusiones se convirtieron casi en un dogma, y cuando un paciente acudía a la consulta con el colesterol LDL alto, y por tanto con riesgo de padecer arteriosclerosis, la receta era siempre la misma: nada de embutido, ni huevos, ni mantequilla, ni leche entera, ni queso, ni carne roja, y tome esta dosis diaria de estatinas durante el resto de su vida.

La hipótesis lipídica hace aguas por todos lados: ¿Quieres cuidar de tu corazón y adelgazar? Deja los cereales de desayuno. Come huevos con bacon.

No mueras de un ataque al corazón, anda

Si la grasa no es culpable, ¿qué tenemos que hacer para reducir el riesgo de morir de un ataque al corazón? Muchos de los consejos habituales siguen siendo válidos, y hay otros nuevos:
  • Limita o elimina el azúcar, las harinas, pasta, cereales de desayuno, bebidas azucaradas, pasteles, zumos de fruta, y empieza a verlos como lo que son: precursores de la grasa en tus arterias y tu cintura.
  • Muévete más: tienes que hacer ejercicio intenso al menos media hora, cinco veces por semana.
  • Consume fibra en tu comida, sobre todo en forma de verduras, y en menor cantidad, de la fruta
  • Olvídate del tabaco
  • Limita el alcohol a una copa de vino al día
  • Reduce tu grasa corporal, muy distinto de reducir tu peso.
  • Reduce tu estrés: si estás estresado se producen radicales libres que oxidan el colesterol LDL
Fuente: https://es.sott.net/article/33827-Comunidad-medica-reconoce-su-error-las-grasas-no-son-el-problema-Medio-siglo-equivocados

miércoles, 21 de marzo de 2018

La competencia y humildad

Si tuviste la razón, sé humilde y no te vanaglories porque no eres mejor que el otro por tener una información que ni siquiera es tuya sino que la recibiste y por ende no te pertenece.



Si no la tuviste, no te ofusques ni te irrites. Más bien agradece la oportunidad de aprender algo que te dé una mejor visión de la realidad.

A los niños se les enseña a competir porque en este mundo la competencia es como una ley. Las notas de los exámenes son una medida de esta competencia: "Si quieres sobrevivir, tienes que ser fuerte" es el mensaje. La realidad es que a veces los adultos que gozaron de esta educación llegan hasta el extremo de pisar cabezas o destruir al otro para tener "éxito".

El mundo está loco: la competencia muchas veces termina en guerra, en destrucción y todo esto por el hecho de querer tener la razón.

Lo que llamamos civilización no lo es, es locura. ¿Si queremos saber qué es civilización?, veamos a los animales, veamos cómo viven en perfecta armonía ya durante millones de años y sin nosotros.
AMC

sábado, 17 de marzo de 2018

Stephen Hawking, ¿fue reemplazado por un robot?

Por Jean Paul

A la humanidad le encanta vivir un engaño. Veo muchos lamentando la muerte de UNA MÁQUINA! Martes 13, observe el 13, desactivan el robot llamado Stephen Hawking.

El verdadero científico murió en los años ochenta. De allí lo que han visto es algo que no es él. Y
la élite mundial usa la famosa máquina para desprestigiar estudios, para dar sus teorías, para cambiar acontecimientos, incluso para cambiarlos con el lema "Hawkins dice que...". Y así continuar en el ocultamiento desde el lado científico.

Este robot Hawking es lo mismo que ISIS donde cualquier tipo se cubre el rostro y amenaza en nombre de ISIS y lo suben a los medios y nadie sabe ni quien es pero todos dicen que es ISIS y hay que protegerse de ellos.



La persona que padece de la enfermedad de Hawking solo dura unos años pero mágicamente ¡este demora décadas!!! ¡Pues claro, al ser un robot, si que dura!!! Y no es por gusto que al reemplazar a Hawking por el robot hicieron se divorciara de su esposa y se casara con la enfermera fantasma de la fundación fantasma de Estados Unidos que creó el robot.

Los reto a que investiguen más a fondo. A la humanidad le encanta que se le mienta y presente shows como el del robot Hawking y se creen todo lo que dice el robot programado por la misma élite que controla el sistema bancario,militar y más. 


Al igual que se creen lo del 9/11, al igual que se creen lo de Osama Bin Laden, al igual a como se creen lo de Hiroshima y Nagasaki, al igual como se creen una gran cantidad de cosas sin navegar al fondo de la verdad.

Las teorías que dicen por medio del robot no son la verdad absoluta como lo han ido pregonando masivamente para que entre en las mentes de las personas. No hubo ningún Big Bang, los agujeros negros son mucho mas.....

¿ATEO??? Hay un libro que escribió Hawking que se llama "DIOS CREÓ LOS NÚMEROS".
En el libro "Una Breve Historia del Tiempo", de 1988, el astrofísico señalaba que “si llegamos a descubrir una teoría completa, sería el triunfo definitivo de la razón humana, porque entonces conoceríamos la mente de Dios”.  

La idea de compartir estos temas no es que me crean nada. Es para que por ustedes mismos investiguen y vayan más allá y no solo sea creer por creer porque es la versión "oficial".


Fuente: https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10214868899612170&set=a.4758255630462.2181808.1117392318

El día en que la verdad se desnudó

«Cuenta la historia que un día doña Verdad y doña Mentira se cruzaron:

—Buen día— dijo doña Mentira.

—Buenos días— contestó doña Verdad.

—Hermoso día, ¿no?

Doña Verdad se asomó para ver si era cierto. Y lo era.

—¡Sí, hermoso día!

—Aún más hermoso está el lago— dijo doña Mentira.

Y doña Verdad miró hacia el lago y vio que doña Mentira decía la verdad.

—El agua está aún más hermosa, nademos— propuso doña Mentira.

Doña Verdad tocó el agua con sus dedos y notó que realmente estaba hermosa y entonces confió en doña Mentira. Ambas se sacaron las ropas y nadaron tranquilas.

Al rato doña Mentira salió del lago y se vistió con las ropas de doña Verdad y se fue. La Verdad, incapaz de vestirse con las ropas de la mentira, salió del lago y comenzó a caminar sin ropa.» (Autor desconocido)

Ese fue el día en que nació la posverdad* a quien hoy muchos la prefieren más que a la verdad desnuda.

*posverdad: Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Los demagogos son maestros de la posverdad. (RAE)

jueves, 15 de marzo de 2018

El origen de la letra L

Otra letra a amar es la “L”. En la imagen vemos que los egipcios usaban al león para representar la “L” en “KLIOPADRA” que en nuestro idioma se traduce como “Cleopatra”. 



Pero ¿de dónde viene la forma de león para designar la “L”? 

Los fundadores de la cultura egipcia eran pastores y agricultores. Como vivían en una zona muy cálida y con temperaturas muy elevadas durante el día, solían laborar mucho durante la noche en donde con el tiempo llegaron a observar el cielo estrellado con mucha precisión. Así descubriendo las diversas formaciones de las estrellas que iban trasladándose a lo largo del año. 

De todas las formaciones escogieron doce como referencia para marcar cada una de las 12 principales actividades del pueblo. 

A esta repartición de las actividades la denominaron “zodiaco”, compuesto de “Za-dia-kos”.

En donde :

“Za” o “Zo” significaba “para” o “a fin de”;

“dia” o “diaia” “día de trabajo” o “trabajo” y

“kos” “división” o “repartición”.

Es decir, “zodiaco” es “la división del trabajo” o “las diferentes etapas del trabajo anual”.

Veamos porqué. El trabajo cambiaba de acuerdo a las circunstancias del año. Por ejemplo durante la etapa en donde el río Nilo crecía, la actividad de ese mes, estaba relacionada a la abundancia del agua y la llamaron “acuario”; al mes siguiente se dedicaban a la pesca como consecuencia a la crecida del río y la denominaron “piscis”; cuando al siguiente mes el flujo del río bajaba se dedicaban al pastoreo de carnero “Aries” y después atendían a los toros “taurus”. 

No vamos a mencionar todos los animales del zodiaco porque escaparía a nuestro tema de la letra “L”. Por eso pasemos a describir la etapa del año en donde el león entraba en acción.

El león entraba en contacto con los moradores de los inicios de la cultura egipcia porque justo en ese séptimo mes las leonas tenían sus crías que necesitaban ser alimentados, es por eso que los leones salían de caza a un territorio mucho más lejano a su hábitat. Es decir, ellos “escapaban de casa” y llegaban a cruzar desiertos, montañas y valles hasta la zona en donde los primero moradores de Egipto residían y mantenían su rebaño.

En ese caluroso mes de julio, en donde el sol suele desplegar su mayor acción de luz y calor, los habitantes de Egipto se dedicaban principalmente a enfrentarse y defenderse de las diversas jaurías de leones que pasaban por la región.

Por ese motivo la constelación del firmamento nocturno que marcaba ese mes fue denominada “Le O Wa”:

“Le” “el malo” o “el que viene del malo”;
(El opuesto de “Le” es “El” que significa “el bueno” o “el hijo del bueno”. Ver nota 1.)

“O” significaba el “sol” o el “hijo del Sol”;

“Wa” o “Wai” “el que se va allí” o “el que se escapa”.

En otras palabra “Leowa” significaba el “malo que escapa del sol”.
Posiblemente la línea vertical de la “L” simboliza la luz del Sol que baja a la Tierra y la linea horizontal de la “L” la escapada del malo ante el Sol y su calor. El hecho es que en realidad, el león escapaba del intenso calor del sol y migraba al norte, incluso hasta llegar al mar mediterráneo en donde reinaba un clima más mesurado.

Por algo la letra “L” de león está presente en muchos idiomas del planeta como Leo (latín), Lion (inglés), Löwe (alemán), Leeuw (holandés), Løve (noruego), Libaax (somalí) , λιοντάρι (Liontári) (griego), Lehoia (vasco), etc.




Fuente: GEJ 3.107

Nota (1): El opuesto de "Le" (malo) es "El" (bueno) que en el idioma hebreo significa "Dios" como en Miguel (Mica-El: "Aquel que se parece a Dios"),  Rafael (Rapha-El: “Dios ha sanado”), Gabriel (Gabri-El: “La fuerza otorgada por Dios”), Daniel (Dan-El: “Dios es mi juez o justicia de Dios”) y hasta el nombre ficticio de Superman: Kalel (Kal-El o קל-אל:  "fácil para Dios").

miércoles, 14 de marzo de 2018

La coma desconocida

Regla #1:

«Nunca debe ir coma entre el sujeto y el verbo de una oración».

Hola, amigos. He preparado una lección en la cual demostraré lo siguiente:

1. Que, aunque ya has escuchado hablar de esta regla, no sabes cómo aplicarla.

 2. Que no a todas las pausas en la lectura corresponde una coma.

3. Que es falso el mito arcaico que afirma que la coma es una «breve pausa en la lectura».

Con tantos miles de miembros activos en este grupo, no me atrevería a hacer las afirmaciones que acabo de enumerar, si no tuviera las bases para demostrarlo. No, señor. No estamos en presencia de mis opiniones. Se trata de dichos de la RAE, contenidos en la página del DPD que trata el tema de la coma:
http://lema.rae.es/dpd/srv/search?id=V1EqcYbX4D61AWBBrd

Y para probar mi tercer punto, te pido que entres a dicha página, donde encontrarás la siguiente aseveración en el primer párrafo: «NO SIEMPRE SU PRESENCIA RESPONDE A LA NECESIDAD DE REALIZAR UNA PAUSA EN LA LECTURA y, viceversa, existen en la lectura pausas breves que no deben marcarse gráficamente mediante comas…».
A pesar de que en este párrafo la RAE respalda mi segundo punto, en este momento no estoy tratando de probarlo. Eso lo dejo para más tarde. Por ahora, solo me interesa que sepas que la RAE afirma que LA COMA NO SIEMPRE CORRESPONDE A UNA PAUSA EN LA LECTURA.
Si, aparte, mueves la vista hacia abajo, y, así, de reojo, echas una mirada breve a los 32 incisos que detallan las reglas de su uso, comprenderás que el ingenuo cuento de la «breve pausa…» no es más que una falacia simplista. En realidad, la coma es el signo ortográfico más dificultoso; ningún otro cuenta con tantos incisos que regulen su uso. Creo que con esto queda mostrado mi tercer punto.
Ahora, te demostraré que no sabes aplicar esta regla, tal y como lo afirmé en mi primer punto. Pero antes, permíteme explicar algunos conceptos básicos, para que los principiantes puedan seguirnos.
Queda claro que, para evitar poner una coma entre el sujeto y su correspondiente verbo, antes que nada, DEBES APRENDER A IDENTIFICAR AL SUJETO. Este es un conocimiento básico y crucial que debes adquirir. No te engañes: suena fácil, pero no lo es.
Ahora bien, ¿qué es el sujeto?
Hay varias definiciones, pero no perderé el tiempo en divagaciones gramaticales. Para el propósito de nuestro análisis, basta con saber que «El sujeto es la persona o cosa que ejecuta la acción del verbo, o de quien se dice algo».
Si decimos «El estudiante entregó los libros», basta con preguntar QUIÉN O QUÉ entregó los libros para saber quién es el sujeto (en este caso, el estudiante).
Todavía podemos efectuar una prueba adicional: una vez que, presumiblemente, hemos identificado al sujeto, debemos determinar si la conjugación del verbo concuerda con el mismo. En esta oración, ‘el estudiante’ corresponde a la tercera persona del singular, y el verbo conjugado ‘entregó’ también corresponde a dicha persona gramatical. Es decir, existe concordancia entre sujeto y verbo.
Así las cosas, es incorrecto escribir: «El estudiante, entregó los libros» porque no debemos meter coma entre el sujeto y el verbo. Y, puesto que el enunciado es sumamente simple, cualquiera puede notar que hemos incurrido en falta. Podemos incluso agregar adjetivos, y todavía seguirá siendo fácil detectar al sujeto: «El estudiante joven entregó los libros». ¿Quién entregó los libros?... El estudiante joven.
En estas circunstancias tan simples, cualquiera puede evitar meter coma entre sujeto y verbo. Fácil, ¿eh?
Si apenas te inicias en el estudio de la ortografía, espero que hayas captado bien este concepto básico, porque enseguida empiezo a complicar las cosas.
En la oración «El estudiante que salió corriendo entregó los libros», si preguntamos quién entregó los libros, la respuesta es ‘el estudiante que salió corriendo’. Por lo tanto, este es el sujeto. En este caso, hemos agregado la oración ‘que salió corriendo’ al referirnos al estudiante. A este tipo de elementos se les llama «oraciones subordinadas adjetivas», ya que cumplen la misma función que los adjetivos: modifican a un sustantivo.
Podemos complicar aún más la ‘subordinada adjetiva’, con lo cual aumentará la extensión del sujeto (en cantidad de palabras, por supuesto): «El estudiante que salió corriendo de la torre izquierda el día del atentado terrorista de Al-Qaeda de septiembre del 2001 entregó los libros». En este caso, si preguntamos quién entregó los libros, la respuesta correcta es ‘El estudiante que salió corriendo de la torre izquierda el día del atentado terrorista de Al-Qaeda de septiembre de 2001’. Así como lo ves, no importa cuán extenso te parezca, estamos en presencia de un sujeto, y ni se te ocurra meter coma entre este kilométrico sujeto y su respectivo verbo.
Pero aún no lo has visto todo. El sujeto anterior, así de largo como lo ves, no es más que un sujeto simple. Veamos ahora el mismo ejemplo con un sujeto complejo; es decir, con uno que conste de dos o más personas o cosas: «El estudiante que salió corriendo de la torre izquierda el día del atentado terrorista de Al-Qaeda de septiembre del 2001 y los bomberos del condado de New Jersey que llegaron antes de que se desplomaran las torres entregaron los libros». Si preguntáramos quienes entregaron los libros, para intentar detectar al sujeto, la respuesta correcta sería ‘El estudiante que salió corriendo de la torre izquierda el día del atentado terrorista de Al-Qaeda de septiembre del 2001 y los bomberos del condado de New Jersey que llegaron antes de que se desplomaran las torres’. ¡Vaya sujeto!... y a pesar de que está tan extenso, casi tanto como un párrafo entero, ni se te ocurra meter coma entre esta mole y su verbo.
Con este último ejemplo, intento probar mi aseveración en el sentido que, antes de leer esta lección, no sabías como aplicar esta regla. Porque, dime: frente a un sujeto tan complicado como este, ¿cuántas comas hubieses metido? ¿Dos? ¿Tres?... Francamente, dudo que te hubieses abstenido. Si tu respuesta es ‘ninguna’, te felicito, pero no te pido disculpas: aún no hemos agotado el tema. Todavía puedo probar que no sabes aplicar esta regla. Basta con que sigas leyendo, ya que unos párrafos más abajo terminaré por demostrártelo.
Antes de seguir, permíteme preguntarte: ¿cuántas pausas en la lectura hiciste al leer el último ejemplo? Podría apostar que tres o cuatro, y —no obstante— EL ENUNCIADO NO DEBE LLEVAR UNA SOLA COMA. Con esto vengo a probar que LA COMA NO CORRESPONDE A LAS PAUSAS EN LA LECTURA, tal y como lo afirmé en el segundo punto de mis aseveraciones iniciales. De paso, te recuerdo lo que afirma la RAE en el primer párrafo de la página donde trata el tema de la coma: «LA COMA NO SIEMPRE CORRESPONDE A UNA PAUSA EN LA LECTURA». Así, la RAE afirma un punto, y yo lo demuestro por mi parte.
Sigamos adelante con el estudio de esta regla.
Debes saber que hay una clase de sujetos que no lo parecen: se trata de las oraciones ‘subordinadas sustantivas’. Por favor, no las confundas con las oraciones ‘subordinadas adjetivas’ que ya hemos visto. Estas últimas modifican a los sustantivos; las subordinadas sustantivas no, ya que se trata de oraciones que, en sí, son verdaderos sustantivos.
No sé si has visto la película «Gladiador», la cual estelariza Russell Crowe. ¿La recuerdas? Espero que sí, porque yo no la recuerdo bien (tengo mala memoria). En este filme, hay varias escenas en las cuales los gladiadores salen a la arena, se forman frente al emperador romano y creo recordar que le dicen: «Los que habremos de morir te saludamos». Aquí cabe preguntar, ¿quiénes saludan al César?... Pues, ‘los que habremos de morir’. En este caso, estamos en presencia de un sujeto, ¡a pesar de que no hay un solo sustantivo!… Solo hay una oración subordinada: ‘los que habremos de morir’, y esta oración desempeña la función de sujeto. Y, reitero: no debes meter coma entre esta subordinada sustantiva y su respectivo verbo.
Las subordinadas sustantivas también pueden tornarse complicadas: «Quienes van por la vida despilfarrando su tiempo y quienes nunca dedican tiempo al estudio de los asuntos serios de la vida mal terminan». Aquí estamos en presencia del sujeto ‘quienes van por la vida […] los asuntos serios de la vida’, el adverbio ‘mal’ y el verbo conjugado ‘terminan’. Y, como ya viste en el ejemplo, NO SE METE COMA ENTRE EL SUJETO integrado con las subordinadas nominativas Y SU respectivo VERBO, POR MAS PAUSAS QUE HAGAS O RESPIRACIONES PROFUNDAS QUE TOMES DURANTE LA LECTURA.
No quiero que vayas a pensar que estas cosas me las estoy sacando de la manga o de la chistera. No. Creo que debo citar el DPD de la RAE, para que veas que yo no miento. En realidad, quienes mienten —por ignorancia que no por maldad— son aquellos que afirman que la coma es una breve pausa en la lectura. Te advierto que las explicaciones del DPD son sumamente escuetas. Va. Se trata de un fragmento del primer párrafo del inciso 3.1 de la coma, el cual dice: «Cuando el sujeto es largo, suele hacerse oralmente una pausa antes del comienzo del predicado, pero ESTA PAUSA NO DEBE MARCARSE GRÁFICAMENTE MEDIANTE COMA: Los alumnos que no hayan entregado el trabajo antes de la fecha fijada por el profesor || suspenderán la asignatura».
Espero haber recobrado tu confianza con esta cita, para poder proseguir. Más adelante volveré a citar a la RAE, para que veas que yo nada me invento: simplemente, extiendo las escuálidas explicaciones del DPD.
Ahora quisiera hablar de otra clase de sujetos que no parecen serlo, y que —debido a su apariencia engañosa— pudieran inducirte a meter coma entre sujeto y verbo. Se trata de las ‘series’: «Los amables perros, los gatos misteriosos, y las nerviosas gallinas suelen vivir en cautiverio». En este caso, el sujeto consiste en los animales citados, y no debes meter coma entre la serie y el verbo; por lo que el siguiente enunciado es incorrecto: «Los amables perros, los gatos misteriosos, y las nerviosas gallinas, suelen vivir en cautiverio».
De nueva cuenta, siento que debo citar a la RAE; tan solo para que veas que yo no invento cuentos. Si yo fuera ignorante o mentiroso, te contaría que la coma es una breve pausa en la lectura. Pero no. Prefiero contarte la verdad, aunque tenga demasiados incisos: el primer párrafo del inciso 3.1 de la coma, a la sazón, dice: «Es incorrecto escribir coma entre el sujeto y el verbo de una oración, INCLUSO CUANDO EL SUJETO ESTA COMPUESTO DE VARIOS ELEMENTOS SEPARADOS POR COMAS». Estos ‘elementos separados por comas’ es lo que yo llamo ‘series’.
EXECEPCION CUANDO SE USA LA PALABRA ETCÉTERA
El inciso 1.2.14 de la coma dice: «La palabra etcétera (o su abreviatura etc.) se separa con coma del resto del enunciado: “Los bailes populares como la sardana, la jota, etcétera, estaban proscritos” (Mendoza Ciudad [Esp. 1986]); “Los bailes autóctonos, las peregrinaciones, etc., perduran hasta nuestros días” (Leyva Piñata [Méx. 1984])». Por lo tanto, para efectos del ejemplo de nuestra granja, debemos escribir: «Los amables perros, los gatos misteriosos, las nerviosas gallinas, etcétera, suelen vivir en cautiverio»; o bien: «Los amables perros, los gatos misteriosos, las nerviosas gallinas, etc., suelen vivir en cautiverio»
EXCEPCION CUANDO SE DELIMITAN INCISOS
Hay frases u oraciones explicativas o incidentales que suelen intercalarse entre el sujeto y el verbo. Uno se da cuenta que se trata de frases incidentales porque las puede uno eliminar y el enunciado no pierde su sentido original. En estos casos, SI deben meterse comas entre sujeto y verbo. Para respaldar mi dicho, cito los incisos 1.1 y 1.1.1 del tema de la coma en el DPD: «Deben utilizarse dos comas, una delante del comienzo del inciso y otra al final. En este caso, la coma sí indica pausa y el inciso se lee en un tono más grave que el del resto del enunciado. La mayor parte de las veces puede alternar, en este uso, con la raya y con los paréntesis. Los incisos pueden ser:
1.1.1. Aposiciones explicativas: “Cuando llegó Adrián, el marido de mi hermana, todo se aclaró”».
Volvamos a la granja para ilustrar esta excepción: «Los amables perros, los gatos misteriosos y las nerviosas gallinas, los cuales son animales domésticos, suelen vivir en cautiverio».
EPÍLOGO
Pues bien, amigos, esto es todo lo que hay que exponer respecto a esta regla. Pudiera haber omitido algún punto, en cuyo caso lo daré a conocer en futuras lecciones. Espero haber mostrado que, antes de leer mi lección, en realidad no sabían cómo aplicar esta regla. Pero, sobre todo, espero que hayan aprendido algo nuevo.
Pido disculpas si mis aseveraciones iniciales les parecieron atrevidas o groseras. Se trató de un gancho ('hook') literario que intentaba herir su amor propio, para inducirlos a leer un tema que es tan árido, pero sumamente importante.
De todo lo que aquí hemos visto, acaso lo más crucial es que comprendan que el mito arcaico de la «breve pausa en la lectura» no solo es falso, sino pernicioso. Se trata de un nefasto cuento que nos distrae y que nos ciega, ocultándonos todo un mundo de reglas que, una vez asimiladas, nos permiten escribir con belleza en nuestra hermosa lengua: el castellano.
La coma desconocida y otros signos extraños
D.R. © 2018 Miguel Antonio Villegas Hernández

Fuente: https://www.facebook.com/groups/1102140779807566/permalink/1803899526298351/
 

EL COMPLEMENTO DIRECTO PREPOSICIONAL

EL COMPLEMENTO DIRECTO PREPOSICIONAL
Acusativo con la preposición a
© Justo Fernández López


RESUMEN

«Aunque existen excepciones, lo habitual es que el CD lleve la preposición a cuando su referente es específico y animado
No encuentro mi libro;
No encuentro a mi gato.
Si el referente es animado, pero no identificable, aparece generalmente sin preposición. Contrastan así
Busca (una) traductora (‘alguna, la que sea’) y
Busca a una traductora (‘una en particular’).
Tiende a suspenderse esta regla cuando es necesario evitar posible ambigüedades:
Casos en los que el sujeto y el CD con referentes inanimados son permutables: La virtud vence al vicio.
Circunstancias en las que el CD con referente animado coincide con otro complemento que se construye con a (Entregaron al culpable / Entregaron el culpable a la policía.
La presencia y la ausencia de la preposición depente también de la naturaleza semántica del verbo. Así, hay verbos, como ayudar o servir, que exigen siempre la preposición (Ayuda a los enfermos), mientras que otros, como los existenciales haber o tener, no la llevan nunca (Hay muchas personas; Isabel tiene dos hijos).
Hay, incluso, verbos que cambian de significado en función de la presencia o ausencia de la preposición: abandonar un pueblo (‘irse de él’) ~ abandonar a un pueblo (‘no cuidarlo’).» [RAE: Nueva gramática básica de la lengua española. Madrid: Espasa, 2011, p. 197-198]
El complemento directo preposicional y las clase semánticas de verbos
a) Verbos que exigen la preposición a: Verbos de afección: Estas películas asustan {*muchos ~ a mucho} espectadores.
b) Verbos que rechazan la preposición: Verbos de causación (La crisis producirá {miles ~ a miles} de desocupados. Verbos como pedir, demandar o solicitar en ciertos contextos (Había pedido {más ~ a más} jueces). Predicados existenciales haber y tener, sujetos al efecto de definitud (*Hay a muchas personas interesadas). Tener admite la preposición cuando significa ‘dar a luz’ (cuando Ana tuvo a su tercer hijo), en la construcciones presentativas (Aquí tenemos a la autoridad sanitaria), y también cuando se construye con complementos predicativos (Tener a un hijo en las guerrillas podía suponer una condena a muerte).
c) Verbos compatibles con la preposición: Los casos más nítidos son los que cabe asociar con acepciones distintas de los verbos, como en distinguir un hombre (‘percibirlo’) y distinguir a un hombre (‘percibirlo’, pero también ‘honrarlo’).
Cuando el verbo tiene complementos directos e indirectos de persona simultáneamente, es posible recomendar / presentar / enciar / entregar a una persona (OD) a otra (OI). Son infrecuentes estas construcciones cuando los dos complementos son nombres propios. En estos casos la preceptiva recomendaba tradicionalmente evitar la preposición ante el objeto directo (Presentó Luisa a Marta), pero ha acabado imponiéndose la opción que la contiene, tanto con los nombres propios como con los comunes: Fue él quien le presentó a mi madre a Nicolás Blanch.» [RAE: NGLE-Manual 2010, § 34.3.3a-f]

Ambigüedad entre sujeto, complemento directo e indirecto

Casos de ambigüedad entre complemento directo y sujeto, complemento directo y complemento indirecto:
Hay ambigüedad cuando el objeto directo es una cosa que podría interpretarse como sujeto de la oración, sobre todo si el sujeto es también de cosa:
El avión dominó la tempestad.
El Titanic venció el hielo.
[¿quién dominó o venció a quién?]
La preposición a permite en estos casos diferenciar el objeto directo del sujeto:
El avión dominó a la tempestad.
Al Titanic lo venció el hielo.
Pero la preposición a puede producir la indiferenciación del objeto directo (acusativo con a) respecto del indirecto (dativo siempre con a). En las oraciones
El padre presentó a su mujer al jefe,
La policía entrega a María a su marido,
suele interpretarse que el primero de los dos objetos pospuestos al verbo funciona como objeto directo y el segundo como indirecto, siguiendo el orden lógico de las palabras en la oración en español. Sin embargo, estas construcciones con ambiguas. Para evitar la ambigüedad, se suprime la preposición a delante del objeto directo:
El padre presentó su mujer al jefe.
La policía entrega María a su marido.
También se pueden evitar los equívocos introduciendo pronombres personales átonos:
Se la presentó al jefe.
Se la entregó a su marido.
No hay ambigüedad gramatical cuando el sujeto es plural y el objeto singular. Cuando no hay coincidencia de número entre el objeto directo y el sujeto, es sujeto el sustantivo que concuerda con el verbo:
Los veleros atravesaron el lago.
[en este caso tampoco hay ambigüedad contextual]
Ve el niño los perros en el jardín.
Cuando hay coincidencia de número entre sujeto y objeto directo, como en
Canta la niña la copla,
Oyen los niños las canciones,
las referencias semánticas deciden la función respectiva: «cantar», «oír» designan actividades solo asignables a seres animados.
Según el DPD:
Ante nombres de cosa, para evitar ambigüedades, cuando el sujeto y el complemento van pospuestos al verbo, el complemento directo va precedido de la preposición a:
Venció la dificultad al optimismo.
No obstante, es preferible en estos casos anteponer el sujeto, lo que permite prescindir de la preposición ante el complemento directo:
La lectura enriquece la vida.
Cuando el complemento directo de persona precedido de preposición coincide en la oración con otro complemento que también la lleva (por ejemplo, un complemento indirecto), puede omitirse la que antecede al complemento directo, para evitar confusiones:
Presentó (a) su novio a sus padres.
Pero si el complemento directo es un nombre propio, es forzoso el uso de la preposición:
Presentó a Juan a sus padres.

Uso forzoso de a + complemento directo

Ante nombres propios de persona o animal:
Vi a Pedro en el cine.
Dejé a Pluto en la perrera.
Ante nombres colectivos de persona cuyo referente es determinado o consabido:
Dispersaron a la multitud.
Echaron a la gente del parque.
Sin embargo:
Vi una multitud avanzando hacia el estadio.
Necesito gente para acabar el trabajo.
Ante nombres comunes de persona cuyo referente es un individuo concreto, y no uno cualquiera entre varios posibles:
Vi a los hijos del vecino escalar la tapia.
Eligieron a ambos jugadores para la selección brasileña.
Ante nombres comunes de persona que, aun siendo inespecíficos o no consabidos, son complemento directo de verbos que suponen afectación física o psíquica:
acompañar, admirar, afectar, alabar, amar, empujar, engañar, golpear, maltratar, matar, odiar, perjudicar, saludar, etc.
Acompañó a una anciana hasta su casa.
Admiro a los políticos que saben defender sus opiniones.
Engañar a un jefe es imposible.
Ante nombres comunes de persona precedidos de un indefinido, cuando son complemento directo de verbos de percepción como
mirar, observar y oír
Estaba mirando a una señora cuando sentí que me llamaban.
Observé a algunos niños que jugaban al fútbol.
Oí a una mujer cantar ópera.
Con otros verbos de percepción como ver y conocer puede aparecer o no la preposición.
Ante las formas tónicas de los pronombres personales mí, ti, sí, ella, usted, nosotros/as, vosotros/as, ustedes, ellos/as:
¿Dices que me vio a mí en el teatro?
No creo que a ustedes los escuchen.
Ante pronombres demostrativos o posesivos cuyo referente es una persona:
Vi a ese hablando con tu jefe.
A ella no le gusta mi novio y yo no soporto al suyo.
Ante pronombres indefinidos cuyo referente es una persona (alguien, alguno, nadie, ninguno, todos, uno, etc.), salvo cuando funcionan como complemento directo del verbo haber:
Llévate a alguien a la fiesta.
No conozco a nadie.
Os necesito a todos.
Con verbos como buscar, encontrar, hallar, necesitar o tener, la preposición puede aparecer o no:
Busco (a) alguien que me ayude.
No necesito (a) nadie que me acompañe.
Ante los relativos de persona quien, el que, la que y sus plurales, cuando ejercen la función de complemento directo del verbo subordinado:
Ese es el hombre a quien o al que golpearon.
A diferencia de quien, el relativo que, cuando tiene antecedente de persona y se usa sin artículo, nunca lleva preposición en función de complemento directo:
Las personas que amamos.
*Las personas a que amamos.
Ante el pronombre interrogativo de persona quién:
¿A quién buscas?
¿A quiénes visteis en la fiesta?;
y ante el pronombre interrogativo cuál referido a persona:
¿A cuál de los dos encontraste llorando?
Ante nombres de cosa, para evitar ambigüedades, cuando el sujeto y el complemento van pospuestos al verbo:
Venció la dificultad al optimismo.
No obstante, es preferible en estos casos anteponer el sujeto, lo que permite prescindir de la preposición ante el complemento directo:
La lectura enriquece la vida.
Ante nombres de cosa, cuando son complemento directo de verbos que significan orden lineal o jerárquico, como precederseguir, y otros como acompañar, complementar, modificar (en el sentido gramatical de ‘servir de adjunto o complemento’) o sustituir (en el sentido de ‘ocupar el puesto [de otra cosa’]:
El otoño precede al invierno.
La calma sigue a la tempestad.
El adjetivo modifica al sustantivo.
El aceite sustituye a la mantequilla en esta receta.
Ante nombres de cosa que designan colectivos formados por personas, del tipo colegio, empresa, consejo, institución, comunidad, etc., cuando el verbo denota una acción que solo puede ejercerse sobre personas, y no sobre cosas:
Multaron a la empresa por realizar vertidos tóxicos.
Convocaron a la comunidad de vecinos para que tomara la decisión definitiva.

No se usa a + complemento directo

Ante nombres comunes que designan objetos inanimados:
Puso el libro en la mesa.
Regaló un automóvil a su padre.
Ante nombres comunes de persona en plural que carecen de determinante:
He encontrado camareros para mi nuevo bar.
Llevaré amigos a la fiesta.
Sin embargo, cuando el complemento está formado por dos sustantivos coordinados, aun careciendo de determinante, llevan la preposición por ser consabidos:
El público silbó a árbitros y jugadores.
El gobierno emplaza a sindicatos y empresarios a una nueva reunión.
Reunieron a chicos y chicas en la misma aula.
Ante nombres propios de países o ciudades (el uso con preposición, habitual en épocas pasadas, prácticamente ha desaparecido de la lengua actual):
No conozco Francia.
Este verano he visitado Nápoles.
Pero si estos nombres denotan no una realidad meramente geográfica, sino el conjunto de sus ciudadanos, se admite la preposición:
Es capaz de engañar a media Italia.
El resto de los nombres propios geográficos nunca llevan preposición:
Cruzó el Tajo a nado.
Escaló el Himalaya.
Ante nombres propios usados como comunes:
Me compré el Picasso en una subasta.
Con el verbo impersonal haber, el complemento directo, aun denotando persona, se construye sin preposición:
Hay alguien en la puerta.
Solo había dos estudiantes en el aula.
Con el verbo tener, el complemento directo de persona, si es indeterminado, se construye sin preposición:
Tienen dos hijos.
Tiene una tía actriz;
pero si va acompañado de un adjetivo en función de complemento predicativo que denota estados transitorios, se construye con preposición:
Tiene a un hijo enfermo (la enfermedad se considera pasajera),
a diferencia de
Tiene un hijo invidente (la ceguera es permanente).

Doble uso del complemento directo con o sin a

Ante nombres comunes de persona precedidos de un determinante indefinido, cuando son complemento directo de verbos que significan búsqueda, preferencia o necesidad, como buscar, necesitar, preferir, querer (‘desear, apetecer’), etc.:
Busco un camarero o Busco a un camarero.
En estos casos, la ausencia de la preposición implica que el complemento es inconcreto o inespecífico (es decir, alude a un individuo cualquiera dentro de la clase de personas designada por el nombre), mientras que el uso de la preposición implica que el complemento se refiere a una persona determinada de entre las de su clase, individualizada en la mente del hablante:
Busco un camarero
significa ‘busco a cualquier persona que pueda trabajar como camarero’ (y en este caso la oración de relativo, si la hubiere, llevaría el verbo en subjuntivo:
Busco un camarero que sepa hablar inglés); por el contrario,
Busco a un camarero
significa ‘busco a un camarero concreto, que ya conozco’ (y en este caso la oración de relativo, si la hubiere, llevaría el verbo en indicativo:
Busco a un camarero que sabe hablar inglés.
Con verbos como contratar, llevar, traer, etc., así como con los verbos de percepción ver y conocer, el complemento directo de persona desempeñado por un nombre común puede aparecer con preposición o sin ella. Como en el caso anterior, la presencia de la preposición implica un mayor grado de especificidad o concreción del referente del complemento en la mente del hablante:
Han contratado (a) un nuevo colaborador.
Llevaré (a) unos amigos a la fiesta.
Trajo (a) una mujer que no conocíamos.
Pondré (a) varios jugadores en el centro del campo.
Vi (a) algunos niños escalando la tapia.
Conocí (a) una persona encantadora.
Con nombres propios es obligatoria la preposición:
Han encontrado a María.
Trajo a Juan.
Con verbos que denotan «selección», como elegir, encontrar, escoger, etc., el complemento directo de persona, cuando es inespecífico, aun acompañado de artículo, puede aparecer con preposición o sin ella:
Aún no he elegido (encontrado, escogido) al hombre con quien casarme.
Aún no he elegido (encontrado, escogido) el hombre con quien casarme.
Si el referente es concreto, es obligatoria la preposición:
Eligió a su hermano.
Encontré a Javier.
Cuando el complemento directo de persona precedido de preposición coincide en la oración con otro complemento que también la lleva (por ejemplo, un complemento indirecto), puede omitirse la que antecede al complemento directo, para evitar confusiones:
Presentó (a) su novio a sus padres.
Pero si el complemento directo es un nombre propio, es forzoso el uso de la preposición:
Presentó a Juan a sus padres.
Los nombres comunes de animales se usan con preposición o sin ella en función de la mayor o menor proximidad afectiva existente entre el hablante y el animal:
Suelta al caballo para que corra (mayor proximidad afectiva), frente a
Suelta el caballo para que corra (menor proximidad afectiva).
Por esta razón es muy frecuente el uso de la preposición con los nombres que designan animales domésticos, mientras que los nombres que designan animales no domésticos normalmente no admiten la preposición.
Ante nombres de cosa, el uso de la preposición depende del grado de personificación del referente:
Esperó (a) la muerte con serenidad.
A veces, la presencia o ausencia de la preposición cambia el significado del objeto:
En este país no se respeta nada a la Justicia (‘institución’), frente a
En este país no se respeta nada la justicia (‘virtud’).
A menudo cambia también el significado del verbo:
Admiro a la Iglesia [= siento admiración por la institución], frente a
Admiro la Iglesia [= contemplo con deleite el edificio de una iglesia].
Es opcional el empleo de la preposición ante nombres de cosa cuando funcionan como complemento directo de algunos verbos que significan daño o provecho y que se construyen normalmente con un complemento directo de persona:
El tabaco perjudica (a) la salud.
La humedad afectó (a) los cimientos del edificio.

Complemento directo con o sin preposición a con el verbo tener

"Con el verbo tener, el complemento directo de persona, si es indeterminado, se construye sin preposición: Tienen dos hijos; Tiene una tía actriz; pero si va acompañado de un adjetivo en función de complemento predicativo que denota estados transitorios, se construye con preposición: Tiene a un hijo enfermo (la enfermedad se considera pasajera), a diferencia de Tiene un hijo invidente (la ceguera es permanente)." [RAE: Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005, p. 3]
Cuando el objeto directo es de persona que es única:
Sólo tengo a mi madre.  
*Sólo tengo mi madre.
Pero sin preposición a cuando se trata de una persona no concreta:
Sólo tengo un amigo. 
Complemento con preposición con el verbo tener cuando en la oración hay un complemento circunstancial o adverbial de lugar:
Tengo a mi hijo en la clínica.
Tengo a un hijo en la mili.
Tengo a mi hija trabajando en un hotel.
En construcciones como tener a alguien como + sustantivo, el objeto directo de persona lleva preposición:
Tiene a su hija como secretaria de su empresa.
En construcciones como tener a alguien por algo:
Tengo a este estudiante por  un hombre muy aplicado.
Véase la diferencia entre:
Tengo a un amigo en España.
[mi amigo alemán se encuentra actualmente en España]
Tengo un amigo en España.
[mi amigo es español y vive en España]
Tengo un amigo en la policía.
[un amigo mío trabaja como policía]
Cuando el verbo tener significa ‘mantener, causar’, el objeto de cosa lleva la preposición a
La humedad de la noche tiene a las calles resbaladizas.          
Esta falta de lluvia tiene al campo totalmente reseco.

Observaciones

A veces, lo que decide el empleo de la preposición a es la intención pragmática del hablante:
El juez condenó a tres ladrones.
[recalca la individualidad de los tres]
El juez condenó tres ladrones.
[expresa solamente la cantidad: tres]       
Miguel mató a un lobo.
[el oyente espera más información sobre ese lobo]
Miguel mató un tigre.      
[expresa la cantidad: un tigre]
Iba a despertar a toda la casa.
[metonimia]
Busco un médico.   
[no individualizado]
Busco a un médico.        
[cierto grado de individuación]
Busco al médico.
[individuo concreto y conocido]
Con algunos verbos la preposición a motiva un cambio de sentido:
robar a una señora [= robarle el dinero]
robar una señora [= secuestrarla, raptarla]
perder a un amigo [= corromper su carácter]
perder un amigo [= dejar de tener un amigo]
conservar los amigos [= mantener su amistad]
*conservar a los amigos [= meterlos en conserva]

Posición del complemento directo en la oración

El objeto directo y el indirecto se sitúan ambos tras el verbo, sin que la precedencia del uno o del otro implique diferencia de sentido. Es indiferente decir
Escribió una carta a su novia.
Escribió a su novia una carta.
Normalmente, el acusativo precede al dativo. Sin embargo, solo motivos rítmicos o expresivos hacen preferible un orden u otro.
Cuando el objeto directo e indirecto son pronombres personales átonos, el objeto indirecto precede al directo:
Escribe una carta a la novia.
Se la escribe.
Me dice la verdad.
Me la dice.
Si se antepone al verbo el objeto directo o el indirecto para darle realce, se debe incrementa el verbo con el pronombre personal átono que reitera la función del objeto desplazado:
Puso las llaves sobre la mesa.
Las llaves las puso sobre la mesa.
El objeto indirecto pospuesto al verbo se puede anticipar anteponiendo al verbo el pronombre personal átono que concuerde con el objeto indirecto:
Entregó las llaves a la secretaria.
Le entregó las llaves a la secretaria.
Las llaves se las entregó a la secretaria.
Los pronombres personales átonos preceden al verbo (proclíticos):
Me lo ha dicho ayer.
Van añadidos (enclíticos) siempre al imperativo afirmativo.
Dámelo.
Se pueden añadir al infinitivo y al gerundio cuando estas formas no personales van acompañadas de formas personales del verbo:
Tengo que decírselo.
Se lo tengo que decir.
Me lo está contando.
Está contándomelo.
Se añaden al infinitivo y al gerundio cuando estas formas no personales no van acompañadas de alguna forma verbal personal:
Al ir a despertarlo se dio cuenta que no había dormido en casa.
Salió a la puerta y desperezándose saludó a su vecino que...

No se reduplica el objeto directo antepuesto en los siguientes casos

Cuando el objeto antepuesto no lleva artículo (excepto los nombres propios) o lleva un artículo o un adjetivo indeterminado:
Años llevaba esperando por esta subida de sueldo.
Alguna razón tendrá para decir eso.
Cuando el objeto directo antepuesto es un pronombre indefinido:
Nada me dijo de eso.
Algo he leído de eso.
Mucho no hemos ganado este verano.
Pero: A nadie se lo conté. [a nadie es objeto indirecto: dativo]
El indefinido todo antepuesto al verbo se reduplica ante el verbo mediante el pronombre átono lo:
Todo lo sabe él.
Todo eso ya lo sabía yo.
Cuando el objeto directo antepuesto va acompañado de un adjetivo valorativo o que indica cantidad:
Malas noticias nos traes.
Mala cara tienes hoy.
Un buen susto me diste ayer.
En las interrogativas e exclamativas, el objeto directo antepuesto al verbo no se reduplica mediante un pronombre átono:              
¿Tan poco dinero te han dado?
¿Qué deseaba usted?             
¿A quién estás llamando?
¡Cuántas ganas tenía de verte!
¿Eso soñaste? Sin embargo: Eso lo soñaste.
Cuando después de se impersonal aparecen dos pronombres personales átonos (objeto indirecto + objeto directo), se omite el objeto directo:
Tiene muchos defectos, pero se le perdonan porque es muy amable.
*Tiene muchos defectos, pero se le los perdonan...
El pronombre relativo como objeto directo no se reduplica:
Gastó todo el dinero que tenía.
*Gastó todo el dinero que lo tenía.
En el habla coloquial y en estilo descuidado, se reduplica el relativo en función de objeto directo:
Esta cuestión que la tratara tan bien Ortega.

Complementos indirectos reduplicados y sin reduplicar

«Los complementos indirectos de los verbos de transferencia pueden optativamente aparecer reduplicados por un pronombre clítico.
Juan escribió una carta a su novia.
Juan le escribió una carta a su novia.
Estas dos construcciones no son equivalentes. La presencia del clítico conlleva la idea de culminación del evento que expresa el verbo.
Juan escribió una carta a su novia (durante cinco horas).
Juan le escribió una carta a su novia (??durante cinco horas).
La presencia del clítico marca la culminación del evento indicado por el verbo.
Cuando no está presente el clítico, el orden de los complementos tiende a ser directo > indirecto (acusativo > dativo).
Juan dio el libro de inglés a María.
Cuando está presente el clítico, los complementos pueden aparecer en cualquier orden.
Juan le dio el libro de inglés a María.
Juan le dio a María el libro de inglés.
La preposición a puede ser omitida ante el complemento directo de persona para evitar confusión con el complemento indirecto:
Presentaron la hija a los invitados.
Dieron la niña a una madre adoptiva.
Pero si aparece el clítico reduplicando el complemento indirecto, no se puede omitir la preposición a ante el complemento directo de persona:
*Les presentaron la hija a los invitados.
*Le dieron la niña a una madre adoptiva.
Las construcciones donde el clítico aparece reduplicado no tienen el mismo significado que aquellas en las que el clítico aparece sin reduplicar.»
[Campos, Héctor: “Transitividad e intransitividad”. En: En: Bosque, Ignacio / Demonte, Violeta (eds.): Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid: Real Academia Española / Espasa Calpe. 1999, vol. II, § 24.3.5]

Uso de la preposición a en el acusativo según Andrés Bello

Andrés Bello
Gramática de la lengua castellana
destinada al uso de los americanos
Capítulo XXXII. Uso de la preposición a en el acusativo
889. La preposición a se antepone a menudo al acusativo cuando no es formado por un caso complementario; y significa entonces personalidad y determinación.
890. Nada más personal ni determinado que los nombres propios de personas, esto es, de seres racionales: todos ellos llevan la preposición en el acusativo: "He leído a Virgilio", "al Tasso"; "Admiro a César, a Napoleón, a Bolívar". Los nombres propios de animales irracionales, y por consiguiente los apelativos que se usan como propios de personas o seres vivientes, se sujetan a la misma regla: "Don Quijote cabalgaba a Rocinante, y Sancho Panza al Rucio".
891. Pero basta la determinación sola para que sea necesaria la preposición a en todo nombre propio que carece de artículo: "Deseo conocer a Sevilla"; "He visto a Londres". En los de cosas, que llevan artículo, éste basta como signo de determinación: "Las tropas atravesaron el Danubio"; "Pizarro conquistó el Perú".
892. Por el contrario, basta la personalidad sola para que lleven a los acusativos de alguien, nadie, quien.
893. Los nombres apelativos de personas, que llevan artículo definido, requieren la preposición: "Conozco al gobernador de Gibraltar"; "Debe el pueblo por su propio interés recompensar a los que le sirven".
Y para que sea propio el uso de la preposición es suficiente que la determinación de la persona exista con respecto al sujeto; pero si ni aun así fuere determinado el apelativo, no deberá llevarla. Se dirá, pues, 'aguardar a un criado', cuando el que le aguarda piensa determinadamente en uno; y por la razón contraria, 'aguardar un criado', cuando para el que le aguarda es indiferente el individuo. "El niño requiere un maestro severo"; "Fueron a buscar un médico experimentado, que conociera bien las enfermedades del país"; "Fueron a buscar a un médico extranjero que gozaba de una grande reputación".
894. Es una consecuencia de la regla anterior el omitirse la preposición con los apelativos de persona que no son precedidos de artículo alguno: "Busco criados"; "Es preciso que el ejército tenga oficiales inteligentes".
895. Los apelativos de personas que sólo se usan para designar empleos, grados, títulos, dignidades, no llevan la preposición: "El presidente eligió los intendentes y gobernadores"; "El papa ha creado cuatro cardenales".
896. Los acusativos del impersonal haber no llevan nunca la preposición a: "Hay hombres que para nada sirven"; "Hay mujeres peligrosas"; "No hay ya los grandes poetas de otros tiempos". Ni aun alguien, nadie y quien se eximen de esta regla: "Alguien hay que nos escucha"; "No hay nadie que no le deteste"; "¿Quién hay que le conozca?". Quién en este último ejemplo es 'qué persona': en "¿hay quien le conozca?", quien es 'persona que', el antecedente envuelto persona es el verdadero acusativo de haber, y el elemento relativo es sujeto de la proposición subordinada. En "No hay a quien recurrir" se calla el acusativo persona, y la preposición es régimen de recurrir.
997. Los apelativos de cosa no suelen llevar la preposición, por determinados que sean: "Cultiva sus haciendas"; "Tiene la más bonita biblioteca". Los verbos que significan orden, como preceder, seguir, parecen apartarse de esta regla: "La primavera precede al estío"; "El invierno sigue al otoño"; pero lo que rigen esos verbos es realmente un dativo. Si se dice que la 'gramática debe preceder a la filosofía', se dice también que debe precederle o precederla, representando a filosofía con le o la, terminaciones que sólo son equivalentes en el dativo femenino: lo que no se opone a que en construcción pasiva se diga que 'la filosofía debe ser precedida de la gramática'. Este es uno de los caprichos de la lengua, como también lo es el que esos mismo verbos no sean susceptibles de la construcción regular cuasi-refleja de sentido pasivo, pues nadie seguramente dería: "La filosofía debe precederse de la gramática".
Ya se ha notado (§ 735) que la construcción pasiva de participio no es una prueba concluyente de que el complemento que ha pasado a sujeto fuese precisamente acusativo.
Las reglas anteriores sufren a veces excepciones: 1º por personalidad ficticia; 2º por despersonalización; 3º para evitar ambigüedad.
898. 1º Las cosas que se personifican toman la preposición a en el acusativo, cuando son determinadas, lo que puede extenderse aun a los casos en que la idea de persona se columbra oscuramente, como cuando aplicamos a las cosas los verbos que tienen más a menudo por acusativo un ser racional o por lo menos animado. De aquí "Llamar a la muerte", "Saludar las aves a la aurora", "Calumniar a la virtud", "Recompensar al mérito", "Hemos de matar en los gigantes a la soberbia, a la envidia en la generosidad y buen pecho, a la ira en el reposado continente y quietud del ánimo, a la gula y al sueño en el poco comer que comemos y en el mucho velar que velamos" (Cervantes); "Temía a los extraños, a los propios, a su misma sombra; condición de tirano" (Martínez de la Rosa). Otro escritor moderno ha dicho: "La literatura sabia despreciaba la poesía popular"; y hubiera podido personificar 'la poesía', anteponiéndole la preposición.
899. 2º Por el contrario, los verbos cuyo acusativo es a menudo de cosa, pueden no regir la preposición, cuando les damos por acusativo un nombre apelativo de persona: "La escuela de la guerra es la que forma los grandes capitanes". Esta excepción no se extiende jamás a los nombres propios; y es de rigor con el acusativo de que, cuando sacándolo de su ordinario empleo, lo hacemos representativo de persona: tan malo sería pues 'el hombre a que vi', con la preposición, como 'el hombre quien vi', sin ella.
'Pierde sus hijos' el que deja de tenerlos; 'pierde a sus hijos' el que con su nimia indulgencia y sus malos ejemplos los corrompe; 'perder' en esta última oración tiene un significado moral que sólo puede recaer sobre verdaderas personas.
Como en esto de fingir persona o vida donde no existe, o mera materialidad donde hay vida o persona, no es dado poner coto a la imaginación del que habla o escribe, no puede menos de ser extremadamente incierta y variable la práctica de los mejores hablistas en estas dos excepciones.
900. 3º Cuando es necesario distinguir el acusativo de otro complemento formado por la preposición a, podemos y aun debemos omitirla en el acusativo, que en otras circunstancias la exigiría: "Prefiero el discreto al valiente"; "Antepongo el Ariosto al Tasso". Esto sucede principalmente cuando concurren acusativo y dativo; y nunca se extiende a los nombres propios de persona que carecen de artículo; por lo que no sería permitido, "Presentaron Zenobia al vencedor", aunque sería tolerable, "Presentaron la cautiva Zenobia al vencedor", y "Prefiero Cádiz a Sevilla". Cuando es inevitable la repetición del a, suele preceder el acusativo: "El traidor Judas vendió a Jesús a los sacerdotes y fariseos". Pero si ambos términos fuesen nombres propios de persona, sin artículo, sería preciso adoptar otro giro; porque ni "Recomendaron Pedro a Juan", ni "Recomendaron a Pedro a Juan", pudieran tolerarse.

Uso de la preposición a delante del complemento directo - M. Metzeltin

«El uso de la preposición a delante del complemento directo puede depender de si el designado de éste es una persona o cosa. El estudio de los sintagmas verbo + complemento directo substantival usados en el número 1090 de El País del 7 de noviembre de 1979 permite establecer la siguiente estadística:

a.
verbo + a + complemento directo de ‘persona’:     
89
b.
verbo + complemento directo de ‘persona’
17
c.
verbo + a + complemento de ‘cosa’
55
d.
verbo + complemento directo de ‘cosa’
1586

De estas cifras se puede deducir que la preposición a tiende a aparecer delante de un complemento directo que indica ‘persona’ y tiende a no aparecer delante de un complemento directo que indica ‘cosa’. Un examen más atento de estas tendencias lleva a las siguientes especificaciones. Cuando el complemento directo substantival indica una persona o un grupo de personas se tiende a utilizar la preposición a:
si el substantivo es un nombre propio:
Marcelino Oreja, ministro de Asuntos Exteriores ha incorporado a su equipo de colaboradores a Rafael Ansón.
El Gobierno queda en manos de un directorio, y se designa presidente a Maximiliano Hernández Martínez, con el beneplácito de Estados Unidos.
si el substantivo es un nombre apelativo precedido del artículo determinado, de un posesivo o de un demostrativo:
Conozco a la dueña, una americana, una californiana.
No se publicarán cartas que ofenden a las personas o que traspasen los límites que marca la legalidad vigente.
Y otra petición en contra de la discriminación en materia de subsidios de que son víctimas los padres no alemanes que tienen a sus hijos en sus países de origen.
Dijo que el Gobierno vasco acata el compromiso constitucional, que apoya a las fuerzas de seguridad del Estado.
Señala la Federación que no engañó a la opinión pública.
No querría que pareciera que adulo a la juventud.
El Rayo ganó al Betis y empató ante Hércules y Burgos.
A partir de este momento, la CMT deberá consultar a sus organizaciones afiliadas para que se pronuncien en favor o en contra del ingreso de USO.
Contraejemplo:
     Helicópteros de la fuerza aérea peruana están evacuando los heridos hasta la ciudad de Arequipa.
No se utiliza la preposición a ante el complemento directo de persona:
si el substantivo es un nombre apelativo indeterminado (y posiblemente la persona es considerada más bien como una ‘cosa’):
El Sadie Hawkins Day, durante el cual los hombres solteros aceptan difícilmente ser casados por las mujeres que no han conseguido marido.
Mientras tanto había que sufrir dolores fortísimos por no tener un médico que nos lo hiciera en las debidas condiciones sanitarias.
El presidente espera agrupar uno, dos o tres millones de personas.
Contraejemplos:
Empleó como mano de obra gratis a presos de los campos de concentración.
Si se compara a bebés nacidos a los nueve meses y en perfecto estado de salud ...
El Gobierno sigue colocando en puestos de responsabilidad técnica a personas que carecen de la preparación necesaria para desempeñarlos.
El patrono que despida a un obrero sin causa justificada ...
Quien conoce a un lobo, conoce a todos los lobos, quien conoce a un hombre, sólo a uno le conoce.
Asustada Ana de que tan poco después de la caída fuese capaz de recibir a un hombre en su alcoba.
si el substantivo, aunque determinado, es seguido de un complemento indirecto o locativo introducido por la preposición a:
Dado que posteriormente la impulsiva muchacha le quita el amante a su mejor amiga.
Señala el abuelo los héroes al niño.
Francisco llamó la gente a la plaza.
Contraejemplos:
En esa época, Morán presenta a Fraga a Mario Soares durante  una visita que el líder socialista portugués realizó a la capital británica.
La distinción entre sí mismo y el otro conduce al niño al lenguaje.
Cuando el complemento directo substantival indica una ‘cosa’ se puede utilizar la preposición a:
si el substantivo indica un espacio habitado:
Porque la verdad es que yo a Madrid lo amo como a la niña de mis ojos.
En Córdoba y Jaén, la catástrofe alcanza a toda la provincia.
Un funcionario del Estado que no vota al partido del Gobierno está descalificado para representar a nuestro país en una institución internacional.
La decisión norteamericana se produjo meses después que la Conferencia Internacional del Trabajo del año 1975 aprobara una resolución condenando a Israel por el mal tratamiento a los trabajadores árabes.
Contraejemplos:
Entre tanto, unos 300.000 emigrantes han decidido abandonar el país.
delante de complementos directos que dependen de verbos como acorralar, ayudar, coadyuvar, culpar, reemplazar, rodear, etc. que se refieren más bien a personas, así que puede aparecer la preposición también delante de substantivos que indican conceptos no fácilmente personificables:
Vencer a la enfermedad.
Vencer a la muerte.
En la explicación de voto, Vida Soria culpó al propio texto del proyecto como responsable.
Tal estado de ansiedad perjudica a las relaciones madre-hijo.
Las renuncias que acompañan a una crisis económica de causas mucho más profundas que un mero cambio de régimen.
en una serie de casos semánticamente poco claros (acelerar, aislar, arrastrar, considerar, embestir, encerrar, favorecer, orientas, tocar, etc.):
El criterio que orientará a dicha educación.
Considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político.
Mas por encima de las escuelas artísticas y con un ámbito de mayor extensión temporal y espacial, consideramos a las épocas histórico-culturales ...
La violencia de la corriente en algunas calles levantó el asfalto, arrastrando a los vehículos que se encontraban estacionados.
Cuando a las tres de la madrugada aproximadamente, un tren de carga embistió a otro de pasajeros de 17 vagones.
En dos minutos y medio aceleran al cohete.
Las concesiones buscan la liberación del régimen sin tocar a la Constitución.»
[Metzeltin, M.: Semántica, pragmática y sintaxis del español.Wilhelmsfeld: Egert, 1990, 42-46]