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martes, 27 de febrero de 2018

Pienso, luego existo

El filósofo Descartes creía que había encontrado la verdad fundamental cuando hizo su famosa aseveración: "Pienso, luego existo". De hecho había dado expresión al error básico: equiparar pensar con Ser e identidad con pensamiento. El pensador compulsivo, lo que quiere decir casi todo el mundo, vive en un estado de separación aparente, en un mundo enfermizamente complejo de problemas y conflictos continuos, un mundo que refleja la creciente fragmentación de la mente. La iluminación es un estado de totalidad, de estar "en unión" y por lo tanto en paz. En unión con la vida en su aspecto manifestado, el mundo, así como con su ser más profundo y con la vida no manifestada, en unión con el Ser. La iluminación no es sólo el fin del sufrimiento y del conflicto continuo interior y exterior, sino también el fin de la temible esclavitud del pensamiento incesante. ¡Qué increíble liberación!

La identificación con su mente crea una pantalla opaca de conceptos, etiquetas, imágenes, palabras, juicios y definiciones que bloquea toda relación verdadera. Se interpone entre usted y su propio yo, entre usted y su prójimo, entre usted y la naturaleza, entre usted y Dios. Es esta pantalla de pensamiento la que crea la ilusión de la separación, la ilusión de que existe usted y un "otro" totalmente separado. Entonces olvida el hecho esencial de que, bajo el nivel de las apariencias físicas y de las formas separadas, usted es uno con todo lo que es. Con "olvidar" quiero decir que usted ya no puede sentir esta unidad como una realidad auto-evidente. Puede que crea que es verdad, pero ya no s a b e que es verdad. Una creencia puede ser consoladora. Sin embargo sólo a través de su propia experiencia se vuelve liberadora.

Pensar se ha vuelto una enfermedad. La enfermedad ocurre cuando las cosas se desequilibran. Por ejemplo, no hay nada malo en que las células se multipliquen y dividan en el cuerpo, pero cuando este proceso continúa sin tener en consideración el organismo total, las células proliferan y tenemos una enfermedad. Nota: la mente es un instrumento magnífico si se usa correctamente. Utilizada en forma inadecuada, sin embargo, se vuelve muy destructiva. Para decirlo en forma más exacta, no es tanto que usted la utilice inadecuadamente, generalmente usted no la utiliza en absoluto. Ella lo utiliza a usted. Esa es la enfermedad. Usted cree que usted es su mente. Ese es el engaño. El instrumento se ha apoderado de usted.

No estoy del todo de acuerdo. Es cierto que tengo muchos pensamientos inútiles, como la mayoría de las personas, pero todavía puedo escoger usar mi mente para lograr cosas y lo hago todo el tiempo.

Sólo porque puede resolver un crucigrama o construir una bomba atómica no quiere decir que usted use su mente. Así como a los perros les encanta roer huesos, a la mente le encanta hincarle el diente a los problemas. Por eso hace crucigramas y construye bombas atómicas. Usted no tiene interés en ninguna de estas dos cosas. Déjeme preguntarle esto: ¿Puede liberarse de su mente a voluntad? ¿Ha encontrado el botón de apagar?

Fuente: Eckhart Tolle, El poder del ahora, Capítulo 1: Usted no es su mente

domingo, 25 de febrero de 2018

J.D. Ratcliff: Soy el corazón de Juan

Ciertamente, no soy una belleza. Peso 340 gramos, soy de color rojo oscuro y de forma nada extraordinaria. Soy el esclavo sumiso de… bueno, llamémosle Juan. Juan tiene 45 años, goza de excelente salud, es casado, tiene tres hijos y un puesto magnifico. Hombre feliz.

¿Qué quien soy yo? Soy el corazón de Juan.

Me lleva en el pecho, prendido al centro con ligamentos. Mido unos 15 centímetros de largo por 10 en la parte más ancha, y parezco, más que otra cosa, una pera. Por mucho que digan los poetas, no soy muy romántico que digamos. No soy más que una bomba de trabajo de cuatro cámaras… mejor dicho, dos bombas, una para llevar sangre a los pulmones y otra para distribuirla al resto del organismo. Cada día impulso la sangre a lo largo de 95.000 kilómetros de vasos sanguíneos, o séalo suficiente para llenar un tanque de 15.000 litros.

Si por casualidad Juan piensa en mí, me imagina tierno y delicado. ¡Delicado yo, que en el curso de su vida ya he impelido más de 27.000 toneladas métricas de sangre! Trabajo dos veces más que los músculos de las piernas de un campeón de carreras. O que los de los brazos de un boxeador de peso completo. Si esos músculos trataran de igualar mi actividad, quedarían desechos en pocos minutos. Ningún musculo del cuerpo es tan fuerte como yo, excepción hecha de los de la matriz de la mujer, en el acto de expeler la criatura; pero los músculos uterinos no tienen que trabajar día y noche durante 70 años, que es lo que se espera de mi.

Desde luego estoy exagerando un poco. Si descanso… entre una y otra pulsación. La contracción en mi ventrículo izquierdo, que lanza la sangre por todo el cuerpo, dura tres decimas de segundo más o menos, y en seguida gozo de un descanso de medio segundo. Además, mientras Juan duerme, un buen tanto por ciento de sus capilares están inactivos, lo que significa que no tengo que enviar sangre por ellos, y entonces mis pulsaciones disminuyen de 72, que es lo normal, a 55 por minuto.

Juan casi nunca se acuerda de mi, y hace bien. No me gustaría que se convierta en uno de esos neuróticos que sufren y me hacen sufrir a mí. Las pocas veces que se preocupa, no tiene razón. Por ejemplo, una noche, antes de dormirse estaba escuchando mi tranquilo palpitar (el abrirse y cerrarse de mis válvulas), cuando le pareció que me había ‘’saltado’’ una pulsación, y esto le preocupo muchísimo. Pensó que tal vez le estaba fallando.

No había en realidad motivo de alarma. De tiempo en tiempo se desarregla mi sistema de encendido, lo mismo que el automóvil de Juan. Yo propia electricidad y envió impulsos para efectuar las contracciones, pero de vez en cuando el encendido es imperfecto y se juntan dos palpitaciones, dando la impresión de que me hubiera saltado una; pero no me la he saltado. Juan se sorprendería si supiera con cuanta frecuencia ocurre esto cuando el no me está escuchando.

Después de una pesadilla se despierta preocupado porque mi marcha esta muy acelerada. Eso es porque, cuando el corre en sueños para salvar la vida, yo también corro. La preocupación de Juan agrava las cosas, pues tiende a acelerarme más todavía. Si él se calmara me calmaría yo también. Si no puede hacerlo, hay otras maneras de desacelerarme; un masaje suave detrás de las orejas, en la articulación de la quijada, por donde pasan los nervios vagos, que actúan como frenos del corazón.

Juan me culpa a mí de todo: de la fatiga, los desvanecimientos y cosas por el estilo; pero es poco lo que yo tengo que ver con su fatiga, y sus desvanecimientos ocasionales debería atribuirlos más bien al oído. A veces, cuando está sentado al escritorio, siente un dolor fuerte en el pecho y se imagina que le va a dar un ataque cardiaco. No hay tal. El dolor proviene del tubo digestivo, y es el castigo por haber comido demasiado un par de horas antes. Cuando se trata de un desorden cardiaco, yo, por lo general, doy una señal dolorosa solo después de un ejercicio o trabajo fuerte. Esta señal es para avisarle que no me está suministrando nutrimento bastante para soportar el esfuerzo que me impone.

¿Y cómo obtengo yo el nutrimento? De la sangre, desde luego. Aunque me corresponden apenas cinco milésimos del peso del cuerpo, necesito aproximadamente cinco centésimos del abastecimiento de sangre; es decir, que consumo, en proporción, diez veces mas alimento que los restantes órganos y tejidos del cuerpo.

Sin embargo, no extraigo alimento de la sangre que pasa por mis cuatro cavidades, sino que me nutro por medio de mis dos arterias coronarias, “arboles” pequeños con ramas y troncos apenas ligeramente más gruesos que una paja de beber limonada. Este es mi punto flaco. Las lesiones coronarias son la causa principal de muertes.

Nadie sabe como ocurre, pero desde los primeros años de vida (y desde el nacimiento en caso de algunos Juanes) se empiezan a acumular en las arterias coronarias depósitos grasos que pueden llegar a obstruir una de ellas; o puede formarse un coagulo que la obstruya súbitamente. Cuando esto sucede, muere la parte del corazón que la arteria obstruida alimentaba. Eso deja un tejido cicatrizal, quizá no mayor que una canica pequeña, aunque también puede ser del tamaño de media pelota de tenis. La gravedad de la lesión depende del tamaño y la posición de la arteria obstruida.

Juan sufrió un ataque cardiaco hace 5 años, sin saberlo. Estaba demasiado ocupado para advertir el dolorcillo en el pecho. La arteria que se cerró era una de las pequeñas, situada en mi pared posterior. Tarde dos semanas en expulsar el tejido muerto y reparar esa área con una cicatriz poco mayor que un guisante.

En la familia de Juan ah habido casos frecuentes de enfermedades del corazón, y, si nos fiamos de las estadísticas, el también sufrirá por mi causa. Desde luego nadie puede hacer en lo que se refiere a la herencia, pero si hay muchas cosas que puede hacer para disminuir el riesgo.

Empecemos por el exceso de peso. Juan nota que se le está ensanchando mucho la cintura y hace chistes de ello, pero no es cosa para tomar a broma. Cada kilo de exceso de grasa contiene unos 700 kilómetros de vasos capilares por los cuales yo tengo que impeler sangre. Y esto sin contar el esfuerzo de transportar cada kilo mas de peso.

Veamos ahora la tensión arterial de Juan. Es 140/90, el límite superior de lo normal para su edad. El 140 mide la presión contra la cual tengo que trabajar yo en las contracciones, y el 90 indica la presión mientras descanso entre pulsaciones. Esta última cifra es más importante, pues cuanto más alta sea, menos descanso yo; y sin descanso adecuado, el corazón sencillamente se muere.

Hay muchas cosas que puede hacer Juan para bajar la tensión arterial a niveles menos peligrosos. Lo primero es despojarse del exceso de peso. Le sorprenderá ver cuánto baja entonces la tensión.

El vicio del tabaco es otro problema. Juan se fuma dos cajetillas de cigarro al día, lo cual significa que está absorbiendo de 80 a 120 miligramos de nicotina cada 24 horas. Esta es una sustancia muy violenta. Constriñe las arterias especialmente de las manos y de los pies, lo cual aumenta la presión que yo tengo que vencer. También me estimula a mi directamente, de modo que tengo que palpitar con más rapidez: un cigarrillo me hace pasar de 72 (que es normal) a mas de 80 pulsaciones por minuto. Juan se dice que ya es tarde para dejar el vicio, que el daño ya está hecho. Pero si pudiera liberarme de ese estimulo constante de la nicotina todo sería más fácil para mí.

Juan podría ayudarme en otras formas. Es un luchador, hombre de acción que se preocupa por su trabajo, en fin un hombre de negocios que ha triunfado. Pero no comprende que esa inquietud constante le estimula las glándulas suprarrenales, que producen más adrenalina y noradrenalina, cuyo efecto es el mismo de la nicotina: estrechamiento de las arterias, alza de la tensión arterial, mayor aceleración del corazón.

Lo que hay que tener en cuenta es esto: si Juan descansa, yo descanso. Al fin y al cabo, no tiene ninguna necesidad de pasarse la vida corriendo de la Ceca a la Meca. De vez en cuando le convendría echar una siesta, y alguna lectura amena en lugar de los mamotretos que trae a casa en su cartera de negocios

También es muy importante el ejercicio. Juan es uno de esos atletas de fin de semana que hacen ejercicio en grandes dosis. Todavía le gusta aquel desplante de correr hasta la red en el tenis, como si fuera un muchacho de veinte años. Cuando hace esto me impone a mí un esfuerzo de hasta cinco veces superior a lo normal.

Lo que debe hacer Juan es ejercicio moderado y con regularidad. Una caminata de dos a tres kilómetros por día es muy provechosa. Y tampoco le haría daño subir un par de tramos de escaleras para llegar a su oficina. Su oficina esta en un decimo piso, pero puede adquirir la costumbre de subir siempre los primeros pisos por las escaleras, y tomar después el ascensor. Estas cosas, en apariencia pequeñas, ayudan mucho. Como he dicho ya los depósitos de grasa empiezan a obstruir mis arterias, pero este ejercicio, si se hace con regularidad, logra abrir nuevos caminos para la sangre, de modo que si una de las arterias se cierra, habrá otras para alimentarme.

Finalmente, tenemos el problema del régimen de alimentación. No le pido a Juan que se vuelva un esclavo de su estomago; pero parece ser que las grasas son un factor importante de las acumulaciones que obstruyeron mis arterias. Juan obtiene de las grasas el 45 por ciento de las calorías que consume y lo mismo que otras personas en los países que comen en igual forma, tiene 50 por ciento de probabilidades de morir por una obstrucción de las arterias.

¡Ojala Juan pudiera ver lo que pasa después de una comida fuerte, recargada de grasas! Aparecen en la sangre diminutos glóbulos grasos, y se diría que aglutinan los glóbulos rojos unos con otros para formar una mezcla espesa, que yo debo impeler a lo largo de los vasos capilares. Esto no es fácil.

No soy exigente. Hare todo lo que pueda a favor de Juan en cualquier circunstancia; pero el podría facilitarme la tarea como he dicho: bajando un poco de peso, haciendo ejercicio regularmente, descansando un poco más, disminuyendo las grasas y el cigarrillo. Si hiciera estas cosas yo podría seguir trabajando para él durante mucho tiempo.

Fuente: Selecciones, Reader's Digest, julio - 1967

miércoles, 21 de febrero de 2018

El AbeGedario

El abecedario hubiera sido un “abegedario” en caso que hubiera comenzado con las letras A, B, G, D, etc. Como fue el caso de los alfabetos de los fenicios y de los griegos en donde G (Gimmel y Gamma, respectivamente) era la tercera letra.

Veamos, la C está muy relacionada con la G. Por ejemplo: Gamma en el griego (Alfa, Beta, Gamma…) y Gimmel en las lenguas semíticas, como el fenicio, el hebreo y el árabe, entre otros. La similitud de las dos letras no solo existe en las dos mayúsculas (C-G), sino también en la sonoridad, por ejemplo cuando decimos “cana” y “gana”.

Escribe Daniel Balmaceda en su libro "Historias de Letras, Palabras y Frases":

«Para los fenicios, gamal era el camello (la evolución del vocablo fue: gamal, gamello, camello, según puede verse). La forma original de aquella G ancestral era como una C más puntiaguda (<) e inclinada boca abajo, dando la sensación de joroba. La del camello, por supuesto. ¿Ahora entiende por qué el árabe que habla español usa la G en vez de la C, como en “voy a gaerme del gaballo”?

Fueron los griegos los primeros que sintieron la necesidad de diferenciar la G de la C. Por eso crearon Kappa (la K). Observe un segundo la K. Es la original Gimmel fenicia (la joroba del camello), pero con una línea vertical adelante.»

Finalmente los romanos, no usaron la "G" sino la "C" que es la lengua materna de nuestro idioma.

lunes, 19 de febrero de 2018

Por qué el español suena como suena

Por qué el español suena como suena (y qué tienen que ver las palabras llanas con su cadencia)


El español tiene su propio ritmo, su música particular. Y no nos referimos a las canciones o a estilos como el tango, la bachata o el flamenco. Es el modo en que hablamos lo que posee una melodía única y característica. Y es grave. O llana.

En lingüística, esa cadencia se llama prosodia y viene del griego clásico.

En un principio se empleaba para referirse a una canción acompañada de música instrumental; en la actualidad se usa en los estudios fonéticos y fonológicos de los idiomas.

"La prosodia tiene que ver con los fenómenos de entonación", señala Lola Pons, profesora de Lengua Española de la Universidad de Sevilla, en España, y autora del entretenidísimo "Una lengua muy larga", un libro repleto de historias curiosas sobre el español.
Es por la prosodia por lo que cuando nos encontramos en un país extranjero muchas veces podemos reconocer a un compatriota sin llegar a oír lo que dice, simplemente por la musicalidad que destila su manera de hablar.

Y al revés: solo en contadas ocasiones quienes aprenden un segundo idioma pueden desprenderse de la entonación y el ritmo característicos de su lengua materna. Por eso hablan con "acento".

La penúltima sílaba

Los hispanohablantes, en lo que a prosodia se refiere, tenemos un rasgo en común: todos hablamos llano. En sentido literal. Porque la inmensa mayoría de las palabras que componen el castellano son llanas, es decir, al pronunciarlas las acentuamos en la penúltima sílaba.

Nada menos que el 79,50% del vocabulario español está compuesto por palabras llanas.

Las agudas (aquellas que al hablar se acentúan en la última sílaba) representan únicamente el 17,78%. Y las esdrújulas (esas en las que la intensidad se deja sentir en la antepenúltima sílaba) sólo son un puñado, un miserable 2,72%.

Es una particularidad del castellano. En otras lenguas romances no es así.

En el italiano, por ejemplo, la mayoría de las palabras son esdrújulas.Fragola, que significa fresa, se pronuncia poniendo ímpetu en su primera "a". Y lo mismo ocurre con undici, el número 11, donde el énfasis se deja sentir en la "u".

Y el francés está repleto de palabras agudas. Sólo hay que ver Liberté, égalité, fraternité (libertad, igualdad, fraternidad), la frase que se hizo famosa como grito de guerra durante la Revolución Francesa y que es una especie de lema oficial del país. Las tres se pronuncian poniendo mayor intensidad de voz en la última sílaba.

Pero no se trata solamente de un tema acústico.
La "llanura" del castellano también tiene efectos prácticos.
El hecho de que abunden las palabras llanas —y en concreto las que acaban en vocal, en 's' o en 'n'— hace que sean pocas las palabras que llevan tilde.

Así lo explica Lola Pons:

"Las normas de la ortografía se hacen de manera que al escribir haya que colocar el menor número de tildes posible. Dicho de otro modo: las reglas de acentuación buscan que no haya que escribir el símbolo ortográfico del acento en las palabras más comunes. Y en español las palabras más comunes, por goleada, son las llanas de dos o tres sílabas que acaban en vocal, en "n" o en "s".

¿Acaso no se percataron ustedes de esa peculiaridad que caracteriza al español? Pues la frase interrogativa que acaban de leer es una buena prueba de ello, como lo es del mismo modo esta.

Un misterio

Lo que nadie sabe a ciencia cierta es por qué el castellano está repleto de palabras llanas, que dan al castellano una prosodia especial.

"La prosodia no se registra por escrito, por eso es muy difícil de investigar. Hasta los años 50 del pasado siglo, cuando hicieron su aparición los registros sonoros, no había modo de dejar constancia de ella", revela Lola Pons.
Por eso sólo se pueden hacer conjeturas para explicar el enorme número de llanas que hay en español, frente al francés o al italiano, y que está determinado por un proceso histórico de pérdida de vocales átonas (aquellas que en las que no recae el acento prosódico de la palabra) en el interior de las palabras que tuvo lugar cuando se pasó del latín al español.

Pero nadie es capaz de explicar fehacientemente por qué ocurrió ese proceso. Lo único que pueden hacer los investigadores es aventurar hipótesis y lanzar teorías.

Una de las más respaldadas asegura que cuando una lengua desaparece porque sus hablantes la abandonan por una u otra razón, como sucedió por ejemplo en España con las lenguas prerromanas en favor del latín, la huella de esa lengua desaparecida queda en la prosodia.

Pero quién sabe.

La propia lengua española está plagada de prosodias. La entonación y modulación varían mucho de España a América Latina, y en cada país existen además varias prosodias internas.

Como sea, lo que no nos falta a los hispanohablantes es ritmo. Ritmo llano, pero ritmo al fin y al cabo.
Este artículo es parte de la versión digital del Hay Festival Cartagena, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza en esa ciudad colombiana entre el 25 y el 28 de enero.

Fuente: http://www.bbc.com/mundo/noticias-42338744

viernes, 9 de febrero de 2018

Los nombres en clave del azúcar son revelados

Existe una guerra contra el azúcar en la dieta estadounidense y es por buena razón: el dulce compuesto que tanto ama nuestra cultura, se ha visto vinculado con la epidemia de sobrepeso y obesidad, con el aumento en la diabetes tipo 2 y con otras enfermedades e innumerables trastornos de salud.
Mientras que los conocimientos acerca de los niveles aceptables del consumo del azúcar han avanzado para instar a los consumidores a limitar el azúcar en sus dietas, aún abunda la confusión. Y con muchos fabricantes creando pseudónimos, o nombres en clave, para enmascarar el azúcar añadido a sus productos, aún los consumidores más saludables pueden no saber dónde se esconde el azúcar.
Para ayudar desenmascarar a los verdaderos enemigos, hemos enlistado la ayuda de las dietistas registradas de Baptist Health, Marie Almon y Natalie Castro.
“El consumo de azúcar puede ser difícil de explicar”, dijo Almon de Baptist Health Primary Care. Hay alimentos que contienen azúcar naturalmente y luego hay alimentos que contienen azúcar añadido”.
Los ejemplos de los azúcares naturales incluyen:
• Lactosa – se encuentra en la leche y en los productos lácteos.
• Fructosa – se encuentra en las frutas.
• Maltosa – se encuentra en los granos.
El azúcar añadido, añade confusión
“Lo que confunde a muchas personas, es que muchos de los ingredientes que utilizamos para endulzar las comidas y las bebidas también ocurren de manera natural”, dijo ella. “La sacarosa, o azúcar de mesa, se deriva naturalmente de la caña de azúcar o de la remolacha azucarera. Si usted come caña de azúcar, la sacarosa que estuviera consumiendo no sería considerada un azúcar añadido porque es una parte de esa planta, pero cuando se toma esa misma sacarosa y se le añade al café, es considerada un azúcar añadido. Muchos de nuestros problemas de salud de hoy, pueden ser rastreados a nuestro sobreconsumo de ese azúcar añadido.
Del mismo modo, los endulzantes fabricados como el sirope de maíz alto en fructuosa, son considerados azúcares añadidos.
Almon advierte que estos productos tienen el mismo efecto en nuestros cuerpos. Las enzimas y las bacterias lo convierten en glucosa, la cual necesitamos para vivir. Sin embargo, cuando hay demasiada glucosa en nuestros cuerpos, aumenta el nivel de glucosa en nuestra sangre, más cantidades de insulina deben ser producidas para digerirla y cualquier exceso es almacenado como grasa en nuestros cuerpos. Para los diabéticos, ese exceso de glucosa puede ser muy peligroso.
Los endulzantes artificiales, un debate muy real
Algunos diabéticos dependen de los endulzantes artificiales para reducir su consumo de azúcar, pero la American Dietetic Association advierte que también se debe limitar el consumo total de carbohidratos para prevenir que la glucosa se acumule en la sangre.
Castro, la dietista principal de bienestar de Baptist Health, recomienda que la gente opte por las fuentes de azúcar naturales y que eviten los azúcares añadidos.
“Si usted quiere reducir el azúcar de su dieta, elimine los alimentos procesados o ‘de conveniencia’”, dice ella. “No se puede evitar el azúcar por completo, ya que las frutas y los vegetales que contienen los nutrientes que necesitan nuestros cuerpos, también contienen azúcar natural. Pero sí se pueden eliminar los azúcares añadidos poniendo atención a las etiquetas de nutrición y a la lista de ingredientes en los productos”.
Las etiquetas de datos de nutrición
La Administración de Medicamentos y Alimentos de los EE.UU. (FDA por sus siglas en inglés) está considerando actualizar las etiquetas de datos de nutrición en los alimentos empacados para incluir la cantidad de azúcares añadidos que contiene cada porción. Este cambio, según la FDA, disminuirá la confusión que enfrentan los consumidores cuando tratan de limitar su consumo de azúcar.
Mientras ese debate se lleva a cabo en Washington, las dietistas como Castro y Almon recomiendan a las personas a que pongan atención a las etiquetas actuales de datos de nutrición en los alimentos y también a la lista de ingredientes que contienen estos.
“En la actualidad, la cantidad total de gramos de azúcar en la etiqueta no nos muestra el panorama completo”, dijo Castro. “Hay que leer los ingredientes para ver lo que está siendo añadido a nuestros alimentos. Leer los ingredientes nos dice si estamos consumiendo azúcares naturales derivados de las frutas, la leche y los granos, o una combinación de estos”.
Una banana de 6 pulgadas, por ejemplo, contiene alrededor de 12 gramos de azúcar, según los datos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA por sus siglas en inglés). Esa cantidad es similar al contenido de azúcar de un yogur de frutas bajo en grasa. La diferencia, dice Castro, es que el azúcar en la banana es un azúcar natural, además tiene nutrientes tales como el potasio, así como también vitaminas y fibra. El yogur tiene el azúcar natural de la leche que contiene, pero también puede tener azúcar añadido. En este ejemplo, la banana es una mejor opción. Si usted quiere una versión más saludable del yogur de fruta, Castro sugiere comerse un yogur sin sabor, y añadirle bananas o fresas. De esa manera usted se beneficia de las propiedades naturales del yogur y de las frutas, sin el azúcar añadido.
Pseudónimos para el azúcar
He aquí algunos nombres comunes para los ingredientes naturales que se usan para endulzar los alimentos y que actúan como azúcar en el cuerpo:
• Jugo de caña
• Melaza
• Miel
• Cristales
• Azúcar turbinado
• Agave
Además, los siguientes ingredientes comunes han sido procesados para artificialmente endulzar los alimentos:
• Sorbitol, Manitol, Xilitol, Manitol (alcoholes de azúcar comúnmente encontrados en los alientos sin azúcar)
• Dextrosa
• Maltodextrina
• Diglicéridos
• Zilosa
• Isomaltosa
Además de escoger alimentos que contengan pocas cantidades de azúcar, medidas en gramos, y que contengan azúcar en su forma más natural – como las frutas y los vegetales – Almon recomienda poner atención a los azúcares y los nombres en clave para el azúcar que aparecen en las listas de ingredientes. Ella explica que una buena regla a seguir es que estos ingredientes no estén entre los primeros cinco ingredientes en la lista, ya que la cantidad de un ingrediente en un alimento le corresponde a su posición en la lista.
“Al conocer lo que son estos ingredientes y entender que el exceso de azúcar en nuestras dietas está contribuyendo a un sinnúmero de peligros de salud, podemos comenzar a hacer mejores decisiones cuando se trata de nuestras selecciones de alimentos”, dijo Almon.
“Mientras que los nombres y las etiquetas pueden confundirnos, es importante aclarar una cosa: Mientras más naturales sean sus alimentos, menos tendrá usted que descifrar los nombres en clave y tratar de encontrar los enemigos escondidos”, dijo Castro.
 
 
Fuente: https://baptisthealth.net/baptist-health-news/es/los-nombres-del-azucar/

Por qué leer las etiquetas de los alimentos


Comprar con atención los alimentos que forman parte de nuestros platos y de la dieta habitual es el primer paso para lograr comer más sano, reconociendo aquellos nutrientes que nos ayudan a estar en forma y aquellos que por el contrario, entorpecen este proceso.
Si no queremos resultar engañados sino comer realmente lo que deseamos es clave leer las etiquetas de los alimentos, pues sólo allí encontraremos la información que necesitamos para descubrir azúcares escondidos, o para identificar si realmente vale la pena comprar un alimento light o 0%.
Si queremos más fibra, más antioxidantes, menos grasas o calorías u otras características importantes en nuestra dieta que nos ayuden a cuidar el cuerpo tanto por dentro como por fuera, leer las etiquetas de los alimentos puede ser de mucha utilidad.
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Incluso, puede ser de ayuda para adelgazar, pues en una etiqueta encontramos datos muy importantes en este sentido como por ejemplo: la cantidad de azúcar que ofrece por ración un alimento, así como el porcentaje de las calorías de una dieta promedio que cubre el mismo.
Por todas estas razones y sobre todo, si queremos ser consumidores responsables y conscientes es muy importante leer las etiquetas de los alimentos.

Cómo leer e interpretar una etiqueta

En el envase de un alimento hay diferentes datos e información que podemos utilizar, pero a lo que nos referiremos puntualmente es al etiquetado nutricional del mismo, pues es en esta tabla de nutrientes y en el listado de ingredientes donde realmente podemos descubrir la calidad de un alimento.
Si en el frente de un envase lleva la leyenda 0% grasa, azúcar, calorías o semejante, siempre es bueno corroborar esta información y por eso, debemos remitirnos a la tabla nutricional así como a la lista de ingredientes.
Entonces, debemos mirar con atención los siguientes datos:
  • Calorías por porción: las calorías son el primer dato en la tabla de información nutricional, pero debemos prestar atención a este dato que se muestra por ración y también, por cada 100 gramos. El importante es el valor energético por ración porque 100 gramos puede ser mucho o muy poco dependiendo del alimento. Por ejemplo: si consumimos una ración de mermelada, será más útil mirar cuántas calorías ingresan con la misma que mirar por cada 100 gramos.
  • Tamaño de la ración: dado que miraremos calorías por ración, siempre debemos observar a qué equivale una porción del alimento, habitualmente señalada al principio o inicio de la tabla de información nutricional. Si creemos que un plato de patatas fritas de bolsa es una ración pero estamos sobreestimando la misma, quizá sea momento de darnos cuenta la cantidad de calorías que podemos consumir con ellas.
  • Azúcares: en muchas tablas de información nutricional, aunque no en todas, se detalla la cantidad de azúcares añadidos que sería lo más útil y lo que deberíamos leer. Si sólo distingue azúcares de hidratos complejos escogeremos un producto que tenga 10% o menos de azúcares, de lo contrario, aquellos que tengan menos de 5% de azúcares añadidos. Y si se denomina 0% azúcares, es importante corroborar que tenga menos de 0,5 gramos de azúcar por porción.

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  • Grasas: en este punto debemos mirar ante todo el tipo de grasas que posee, pues es clave observar si presenta grasas trans y que cantidad de grasas son insaturadas o saturadas. Si entre los datos de la información nutricional no existe esta distinción nos remitiremos a la lista de ingredientes, y allí podemos encontrar grasas trans bajo el nombre de aceites vegetales hidrogenados, grasa de palma o aceite de palma que son grasas saturadas, o aceites vegetales de otro tipo que describen grasas insaturadas. Si el producto es 0% grasas debemos corroborar que contenga menos de 0,5 gramos de grasas totales por porción.
  • Fibra: la fibra es un nutriente de mucha importancia para estar en forma, por ello, lo recomendable es mirar la cantidad que tiene un alimento por cada 100 gramos. Lo recomendable es escoger alimentos que posean más de 5% de fibra si queremos seleccionar la opción más saludable.
  • Sodio: un exceso de sodio es perjudicial para la salud, de allí que debemos mirar cuánto aporta un alimento por cada 100 gramos, intentando escoger aquellos que no superen los 200 mg en dicha cantidad.
  • Porcentaje de valor diario o %VD: tomando como referencia una dieta de 2000 Kcal al día, este valor indica en qué proporción cada nutriente contenido en una porción de alimento, contribuye a la dieta diaria. Escogeremos los alimentos que tengan mayor %VD de aquellos nutrientes que necesitamos y menos %VD de aquellos nutrientes que queremos reducir en nuestra dieta. Además, debemos saber que un alimento es bajo en un nutriente si posee menos de 5 %VD, mientras que es alto en el mismo si cuenta con más de 20 %VD. Así, evitaremos alimentos con más de 20 %VD de azúcar o con menos de 5 %VD de fibra.
Con todos estos datos podemos obtener una buena idea de la calidad nutricional de cada alimento y escoger acorde a nuestras necesidades y a los deseos de comer más sano, adelgazar o ganar músculo por ejemplo.
Por ello, siempre es recomendable leer las etiquetas de los alimentos y analizar la información que en ellas encontramos si queremos volvernos más conscientes de los ingredientes que compramos con el objetivo de cuidar el cuerpo tanto por dentro como por fuera.
Dado que una imagen puede decir más que mil palabras, compartimos el siguiente vídeo donde nos explican sencillamente cómo leer las etiquetas y usar esos datos para seleccionar alimentos saludables:



Fuente: https://www.trendenciashombre.com/nutricion/por-que-y-como-debes-leer-las-etiquetas-de-los-alimentos

lunes, 5 de febrero de 2018

Alimentos que llevan azúcar aunque no lo parezca

Llevar una dieta rica en azúcares es perjudicial para la salud. Esta es un lección que tiene muy bien aprendida las personas que quieren cuidar su salud y llevar una dieta sana. Según la Organización Mundial de la Salud, 347 millones de personas, o el 4,96 % de la población, tiene diabetes. Para evitar la diabetes o otros problemas de salud no hace falta eliminar todo el azúcar de nuestra dieta, sino de mantenerla a raya. Según las recomendaciones de la Asociación Americana del Corazón, el consumo diario de azúcares añadidos debe mantenerse en las 150 calorías diarias en los hombres -unas 9 cucharillas- y en las 100 calorías en el caso de las mujeres -6 cucharillas-.

Para mantener a ralla el azúcar, alimentos como la bollería, o los refrescos se pueden consumir sólo de forma esporádica por su alto contenido en azúcares, pero... ¿Sabemos realmente si todo lo que consumimos es bajo en azúcar?

El 80 por ciento de los azúcares que ingerimos nos vienen sin darnos cuenta, en alimentos procesados
Josefina Llargués

Nutricionista

La psicopedagoga y nutricionista Josefina Llargués en su libro “Slow Fast Food” dedica un capítulo al “azúcar oculto” porque “el 80 por ciento de los azúcares que ingerimos nos vienen sin darnos cuenta, en alimentos procesados como las salsas y los refrescos, lo que puede afectar a personas que a lo mejor evitan la bollería industrial”.

Hay una gran cantidad de etiquetas e ideas erróneas sobre lo que realmente es “comida sana”. Los altos niveles de azúcar o carbohidratos, pueden ocultarse en algunos alimentos inesperados, sobre todo algunos vendidos como alimentos “saludables”. Vamos a averiguar cuales son los alimentos, más comunes, que nos engañan a diario.

Yogur bajo en grasa
Que un yogur sea 0% materia grasa no implica que sea libre de azúcar. Con frecuencia este nutritivo producto está cargado de azúcar para mantener el sabor y la textura que se pierde cuando eliminas la grasa. Aunque parezca increíble uno de estos yogures puede contener hasta 20 gramos de azúcar. Según la organización Action on Sugar, un potecito de 150gr de muchos de los yogures 0% grasa representan la mitad de la cantidad de azúcar añadido recomendad al día para las mujeres, la cual es de 50gr. Para el hombre de 70gr.

150gr de muchos de los yogures 0% grasa representan la mitad de la cantidad de azúcar añadido recomendad al día
Action on Sugar

Salsas y aderezos
Muchos de los aliños que se venden contienen azúcar oculto entre sus ingredientes, por ejemplo, la mayonesa, la salsa rosa, el ketchup e incluso los aderezos a base de mostaza pueden tener azúcar en su composición que debemos identificar para decidir si las queremos en nuestra dieta y en que cantidad las podemos tomar. Por ejemplo la salsa césar, que acompaña un plato tan sano como una ensalada, suele tener unos 7gr de azúcar.

Conserva de tomate
Para que un sofrito de tomate no sea ácido se le añade azúcar. Las latas de tomate de unos 150g pueden llegar a tener más de 13g de azúcar, o tres cucharaditas.

Agua con sabor
Algunas marcas de agua mineral comercializan su versión en varios sabores. Los consumidores pueden pensar que como la base principal de este producto es agua significa que están comprando un producto saludable. Nada mas lejos de la realidad. Unos 500ml de algunas marcas de estas bebidas contienen 15g de azúcar, el equivalente a casi cuatro cucharaditas, de acuerdo con Action on Sugar.

Bebidas energéticas
Estas bebidas indicadas para las personas que practican deporte, y por lo tanto relacionadas con la salud, contienen mucho azúcar. Según la Universidad de Harvard, una botella contiene de media casi el máximo de azúcar que deberíamos consumir a diario.

Pan de molde
El promedio de azúcar presente en una rebanada de pan procesado es de unos 3g. Si bien algunos de los azúcares se forman naturalmente en el proceso de horneado, gran parte se añaden para dar un mejor sabor.

Como identificar el azúcar que contiene un producto

Lo primero que debemos hacer para descubrir el azúcar oculto en los alimentos es leer la etiqueta de los alimentos y allí, concentrarnos no sólo en la información nutricional que puede indicar la proporción de azúcares que posee el producto, sino también, debemos identificar los endulzantes entre la lista de ingredientes del alimento.

En la lista de ingredientes podemos identificar azúcares bajo diferentes nombres, por ejemplo, si se habla entre los ingredientes de glucosa, sacarosa, fructosa, jarabe de maíz, miel de caña, miel, dextrosa, maltosa, sacarosa, concentrados de zumos de frutas, entre otros, sabremos que el alimento analizado contiene azúcar.

Fuente:
http://www.lavanguardia.com/vivo/ecologia/20160615/402521331464/azucar-oculto-alimentos.html