Por Dr. William H. Bates
Un caso muy señalado fue el de un hombre que frisaba los setenta años de edad, con astigmatismo hipermétrope y presbicia, complicados con una catarata incipiente. Durante más de cuarenta años utilizó lentes para mejorar su visión de lejos, y durante veinte años las usó para la lectura y para el trabajo de oficina. Debido a la nebulosidad del cristalino de su ojo, llegó un momento en que ni siquiera con las gafas era capaz de ver lo suficientemente bien como para realizar su trabajo, y los otros médicos a los que consultó no le dieron otra esperanza de alivio que la de operar cuando la catarata estuviera madura.
Cuando comprobó que el «palmeo» le ayudaba, preguntó:
«¿Puedo pasarme por exceso?».
«No», le respondí. «El “palmeo” es sólo un medio para descansar sus ojos, y usted no puede descansarlos demasiado.»
Unos días más tarde volvió y dijo:
«Doctor, fue tedioso, muy tedioso, pero lo hice».
«¿Qué fue tedioso?», le pregunté.
«Palmear», me respondió. «Lo hice sin parar durante veinte horas.»
«¿Cómo es posible que lo hiciera durante veinte horas seguidas?», le dije incrédulo. «Al menos habrá parado para comer.»
Luego me contó que desde las cuatro de la mañana hasta las doce de la noche no había comido nada, sólo había bebido grandes cantidades de agua, y había dedicado prácticamente todo el tiempo a «palmear». Debió de ser tedioso, como él dijo, pero también mereció la pena. Cuando miraba el optotipo, sin gafas, leía la línea inferior a seis metros. También leía la letra pequeña a quince y a veinticinco centímetros. La nebulosidad del cristalino había mejorado muchísimo y había desaparecido por completo en el centro.
Luego me contó que desde las cuatro de la mañana hasta las doce de la noche no había comido nada, sólo había bebido grandes cantidades de agua, y había dedicado prácticamente todo el tiempo a «palmear». Debió de ser tedioso, como él dijo, pero también mereció la pena. Cuando miraba el optotipo, sin gafas, leía la línea inferior a seis metros. También leía la letra pequeña a quince y a veinticinco centímetros. La nebulosidad del cristalino había mejorado muchísimo y había desaparecido por completo en el centro.
Dos años más tarde no había habido recaída.
Aunque el «palmeo» resulta beneficioso para la mayoría de las personas, una minoría es incapaz de ver el negro, y lo único que consigue es aumentar su tensión al intentar relajarse de ese modo. En la mayoría de los casos es posible, utilizando algunos o todos los métodos presentados aquí, capacitar a una persona para «palmear» con éxito, pero si alguien lo encuentra muy difícil, será mejor y más expeditivo abandonar el método hasta que la visión haya mejorado con otros métodos. La persona puede hacerse capaz de ver el negro cuando «palmea», pero algunos no lo consiguen hasta que su visión ha mejorado.
Del libro "El método Bates para mejorar la visión sin gafas" por el dr. William H. Bates. Cap. 9 "El palmeo".